Segunda película de Ben Stiller tras las cámaras, esta vez dirigiendo a un Jim Carrey más sobreactuado que nunca.

Es la historia de un tipo que tiene problemas con su televisión por cable, y llama al técnico que va a arreglarselo. Desde ese momento, "el del cable" entabla con él una amistad que se va volviendo enfermiza conforme pasa el tiempo, debido a sus carencias afectivas y a su forma de ser, tan histriónica como alocada, que le dificulta sobremanera su capacidad para hacer amistades.

Las muecas de Carrey alcanzan en este filme proporciones antológicas, sobrepasando el límite de lo aceptable. Siempre me he reído con sus muecas y su rostro caricaturesco, pero en este filme se hace insoportablemente repetitivo y sólo algunos gags tienen algo de gracia.

Stiller intenta realizar sin lograrlo una crítica a la influencia de los mass media, pero su película es tan superficial que apenas hay algún atisbo de ello. A destacar las noticias informativas que aparecen a veces, siguiendo el caso de unos gemelos (única e hilarante aparición de Ben Stiller) que alcanzaron fama televisiva de pequeños y que ahora uno de ellos ha asesinado al otro. Siempre es desternillante ver a Ben Stiller caricaturizado, y sólo por los caretos que pone en las fotos ya es un punto a favor de la película.

Sólo para acérrimos de Jim Carrey.