Paterson cuenta la historia de Paterson, que vive con su mujer (o novia) y su bulldog inglés en Paterson; valga la redundancia. Su vida transcurre como la de la mayoría de personas en cualquier lugar del mundo; se levanta y va a trabajar, en su caso como conductor de autobuses. Antes conversa con su mujer, si está despierta, y si no pues la besa suavemente y se va a su trabajo. Paterson escribe poesía que guarda en un cuaderno, el cual no deja leer, ni lee de el a su mujer.

En el bus escucha conversaciones de los pasajeros y cuando vuelve a casa habla con su mujer sobre como les fue el día. Luego saca al perro y aprovecha para ir a su bar favorito, donde uno de sus vecinos sufre mal de amores. Vuelve a casa, conversan, se van para cama y empieza un nuevo día; el cual volverá a ser igual de interesante que el anterior. Y así durante una semana. ¿Puede parecer aburrida? Al igual que la vida, sí. Pero, al igual que la vida, esa monotonía es lo que la hace interesante. Una semana donde hablar con una niña sobre poesía; o con un cantante de rap, cuyo lugar de ensayo es una lavandería, es lo que se sale de la monotonía de sus días.

Todo esto convierte a Paterson en una película llena de lirismo, donde pese a parecer que no pase nada, pasan muchas pequeñas cosas sin importancia pero que hacen que tu día fuera mejor. Igual que la vida misma.