La madre (Ladd) de la novia (Dern) de un joven (Cage) que acaba de salir de la cárcel tras cumplir condena por un asesinato contrata a un matón para que liquide al chico. Y más que porque a la madre le caiga mal el joven, se trata de que éste sabe demasiado sobre la extraña muerte del marido de ésta, en un incendio posiblemente provocado...
Ganadora, exageradamente, de la Palma de Oro en Cannes, se trata de un thriller retorcido y enrevesado, sucio y complejo, entre lujurioso y pegajoso, dónde Lynch vuelve a aplicar su sempiterno estilo narrativo (fragmentaciones, idas y venidas, historias paralelas, cruces y descruces) y por la que pululan su reconocible galería de "freaks" y tarados y sus temas afines: el sexo, la violencia, la mente humana, el Bien y el Mal, su fijación en la carretera ("Corazón salvaje" es tanto un thriller como una road movie) a la que se añade, aquí, el fuego.
Lynch plantea una historia de amor de dos tipos traumatizados y aquejados de infancias difíciles, una historia de amor desesperado en el caso de la desubicada y casininfómana Dern hacia el ataviado con cazadora de piel de serpiente Cage, rodeados de un contexto y entorno enloquecido y enloquecedor.
Película atractiva visualmente y con aciertos indudables (empleo de la música y de objetos como el cigarro, el fuego o el asfalto de la carretera) acusa una desigualdad interpretativa y de construcción de personajes evidente: malo el de Diane Ladd, por histérico y harto discutible; mediocres interpretaciones de Nicolas Cage y Laura Dern; otra vez, el muy discutible encanto sensual/sexual de Isabella Rossellini (como en "Terciopelo azul")... Tiene, sin embargo, buenos trabajos de Harry Dean Stanton y en un Willem Dafoe a sus anchas.
En fin, una buena película pero nada extraordinaria, diáfano ejemplo del cine de su autor (desequilibrado, interesante, pegajoso, autoral, sincopado, alguna vez genial),