Se la deja de paso y es practicamente otra obra maestra en el catálogo del genio de Manhattan. Vuelve aquí Allen a demostrar su condición de maestro de lo agridulce, aunque en un registro netamente dramático, que desarrolla como núcleo de su historia las relaciones progresivamente más tensas entre un grupo de personas en Vermont, que resultaría ser una perfecta obra de teatro, quedando como una estupenda película. En "Septiembre" como en todo el gran cine de Allen, estamos ante nuestros espejos contemporáneos: con un guión perfecto y unos personajes realistas, uno se reconoce a sí mismo, se ve reflejado en esas crisis sentimentales y en esos devaneos psicológicos. Y es que cada día creo con más fuerza que el mejor psicoanalista, psicólogo o psiquiatra que puede haber es el señor Allen con sus recetas fílmicas.