Habemus Papam

Peculiar es la película que nos propone Moretti alrededor del mundo vaticanista. El conocido director izquierdista se propone rodar en territorio Vaticano con un guión que consiga el vistobueno de la jerarquía. Y como el mejor Berlanga, consigue retratar lo que quiere retratar sin que la autoridad competente se dé cuenta de lo que está retratando.

"Habemus papam" se plantea en buena medida como una inocente comedia que gira alrededor de las inquietudes de un Cónclave al que su proclamado papa le falla, víctima de la depresión y del peso del legado de Pedro. Desconcertados ante la extraña reacción papal, asistiremos a la inquietud de los cardenales ante el fenómeno, a las tentativas de un psicoanalista de poner orden en la mente del papa y de los cardenales y al viaje a ninguna parte que realiza un muy buen Michel Piccoli, encarnando al Papa.

¿Pero realmente es tan inocente la propuesta de Moretti? ¿Cómo se nos presentan los cardenales? ¿Cómo personas capaces que están a la altura de las circunstancias o como un puñado de sere pusilánimes? Con simpatía, eso sí. ¿O cómo se nos presenta la guardia suiza y el entorno vaticanista en general? Y para que nadie se queden sin recibir, ¿cómo se presenta el psicoanálisis y los psicoanalistas? Pues no, no es una propuesta inocente, sino algo mucho más cercano a una parodia irreverente, que es lo que esperamos de este director. Ello, no obstante, no impide la existencia de un enfoque intimista que se produce en la figura del papa y que funciona al margen de todo lo demás, añadiendo la densidad necesaria a la historia.

Lo bueno además es que todo fluye con encanto, en una película muy amena y con algunos momentos muy buenos, que son aquellos en que intervienen los actores de Chejov, en un par de escenas tan geniales como divertidas.

Por lo tanto, no estamos ante una obra maestra, pero si ante un producto interesante, aconsejable de ver y lejos de los cánones establecidos del cine del día a día, lo que nos recuerda una vez más que es en Europa donde mejor se protegen las diversas maneras imaginable de ver una película. No le gustará a todo el mundo, pero a mí sí y no me cabe duda de que el director ha hecho exactamente lo que quería hacer ¡Bien por Moretti, por Piccoli y por toda el equipo!

Me ha gustado. Tierna. Producida en clave de humor. Las casi 2 horas de la película pasan deprisa, pero los sentimientos que te provoca quedan dentro.

Revivir los fastos de un cónclave es siempre espectacular, pero sentir el peso que la situación provoca en los presentes, ver las personas que hay bajo las púrpuras, y, muy especialmente, sentir la angustia que se produce cuando la sotana pasa de púrpura a blanca, es, simplemente, humano.

Somos conscientes que la curia y el mundo vaticano son un gran teatro, pero redescubrir que la vida es un pequeño – gran teatro en el que cada cual es un actor, pequeño o grande; redescubrir que jugar proporciona placer y que, quizás, lo mejor que puede hacer un psicoanalista es hacernos reencontrar con la alegría de la vida y del juego; constatar que en el gran teatro de la vida el guion no está escrito y se tiene que encontrar en el interior de tu propio corazón, son pinceladas de lo que la película nos quiere comunicar.

Cuando vi que Moretti había hecho una película sobre el Papa pensé que podía llegar a caer en un pequeño panfleto pero el director ha tomado otra dirección. Ha hecho algo diferente. Ha puesto de protagonista al Papa como hombre y a la curia que le rodea como un grupo que no sabe lo que hacer ante una reacción del hombre ante la magnitud de su puesto. Se ven, todo el cónclave, superado por el acontecimiento. Algo normal como la elección de un nuevo Papa, se transforma, para este grupo de curas, en algo que les supera también porque no llegan a entender como el Santo Pontífice puede reaccionar como un hombre cualquiera.
Tomando un tono mesurado y que despierta alguna sonrisa en partes de la película, Moretti no hace una magnífica película pero mantiene el nivel que nos cautivó en otras películas suyas como Caro diario.
Crea una película dentro de la película y trabaja con varios niveles históricos para transmitir un montó de cosas sobre todo este preoceso de elección de Papa.

Me llama la atención que sea una producción italiana, el film retrata a un Papa electo ajeno a lo que se supone un pastor de la iglesia y olvida por completo que antes de ser elegido ya era Cardenal, un príncipe de la Iglesia. Sobre el Cónclave, tampoco se han documentado mucho de como es su funcionamiento. Es una película entretenida pero es de extrema fantasía, jamás se podría dar una situación semejante, precisamente por el propio funcionamiento del Cónclave.

Reconozco que no consigo entender lo que Moretti nos quiere contar en esta película, a parte de la obvia desmitificación del entramado eclesiástico y la infabilidad del Papa, que se nos presenta como cualquier otro ser humano con sus errores y aciertos fruto de su propia experiencia vita. Dicho así, es mucho mas de lo que nos ofrece Moretti que se enfrenta a la responsabilidad de una idea siempre interesante y arriesgada y como el protagonista Michel Piccoli se dedica a deambular sin rumbo fijo abandonando al final la cinta a su suerte. Su habitual fina ironía y humor ácido acaba apareciendo en un par de gotas muy aguadas. En fin, una oportunidad perdida y una gran decepción. El tema y el realizador prometían más. Piccoli aguanta el tipo con clase y buena labor también de Jerzy Stuhr como el portavoz del vaticano.