Los fenómenos

Una obra agónica, de marcado espectro social, cargada de evidencias caciquiles, explícitas en exceso. Drama sobre diversos temas que no ahonda certeramente en ninguno de ellos.

Profunda y eficaz Lola Dueñas. Luis Tosar ¿Qué decir del mejor actor de su generación? Y el mejor actor actual. Un regalo contemplar esa interpretación que sale de sus entrañas...

Una producción de bajo presupuesto, cuya recaudación fue de 92.430,83, producida entre otros, por el propio Tosar.

Dentro de ese denominado cine invisible encontramos ‘Los fenómenos’, una pequeña pero muy interesante producción gallega que ha dirigido Alfonso Zarauza y para la que ha contado con la presencia de tres actores de nivel como Lola Dueñas, Luis Tosar y Juan Carlos Vellido.

‘Los fenómenos’ es un incisivo relato sobre la ruptura de la burbuja inmobiliaria, de ese crack del ladrillo que causara en su momento una catarata de conflictos y dramas laborales y familiares. Sin duda su visionado representa un sopapo de realidad dentro de un cine nacional que no acostumbra a airear sus miserias ni a realizar autocrítica, al menos más allá de la guerra civil. Alfonso Zarauza nos refresca la memoria sobre el desastre colectivo inmobiliario que sufrimos hace varios años y muestra con gran inteligencia muchos de los males intrínsecos que han asolado este país. La película nos cuenta como una mujer acostumbrada a vivir de ventas ambulantes y que vive desde hace tres años en una furgoneta aparcada en la costa de Almería, ve cómo su pareja desaparece precisamente el día en que iba a empezar a trabajar. No tiene más remedio que volver con su bebé a su pueblo natal, Ferrol. Las cosas no son fáciles, pero gracias a su insistencia y a la colaboración de una antigua compañera acaba consiguiendo un puesto de peón de albañil. Un trabajo que se convierte en su salvoconducto para avanzar en su vida.

La película está filmada sin estridencias, al grano, y no da hilada sin punta. Cualquier mínimo detalle que nos encontramos está específicamente ubicado reconociendo en él una actitud propia de los años previos al estallido de la burbuja inmobiliaria, todo gracias al notable guion escrito entre en propio Zarauza y Jaione Camborda. Asuntos como la celeridad en el trabajo primando sobre la calidad del mismo, el amiguismo en el acceso al trabajo, el drama de los sin papeles, el fraude a la hacienda pública mediante el pago en dinero negro, el vivir por encima de nuestras posibilidades, la existencia de empresarios llegados al calor del ladrillo sin experiencia ni cultura empresarial (lo de el pago con empanada es tan vergonzoso como real), la construcción masiva sobrecargando el stock de viviendas o la facilidad en el acceso a la hipoteca. Todo ello tan real como triste. Aspectos como la mezcla idiomática, la tristeza de los paisajes y de los rostros, otros problemas como la conciliación familiar y la dependencia de los abuelos, así como la proximidad temporal al hecho relatado revelan una sensación de realismo que ni siquiera pequeños detalles empañan.

Sin duda ‘Los fenómenos’ es una película muy recomendable a través de la cual somos arrastrados a una realidad nada olvidada, algo que sucede gracias a la sinceridad de las palabras mostradas y la estupenda libertad y frescura de todo el reparto. Un gran trabajo actoral en el que destaca una estupenda Lola Dueñas, merecedora de alguna nominación que no llegará. El personaje de Luis Tosar está peor dibujado, y no llegamos a entender bien sus motivaciones, teniendo su presencia un sentido puramente comercial. Recomendable cine social.

Lo mejor: Lola dueñas. Su inteligente guion.
Lo peor: Algún dibujo de personajes.

Valoración:
Banda sonora: 6,5
Fotografía: 6
Interpretaciones: 8
Guion: 7,5
Dirección: 7
Satisfacción: 7
NOTA FINAL: 7

Una película modesta, directa, agradable y, sobre todo, muy bien interpretada. Las tonalidades en gris del paisaje gallego y una Lola Dueñas que se echa a los hombros toda la película son argumentos sobrados para ver "Los fenómenos". Sin llegar (ni de lejos) a "Los lunes al sol", ni al mejor Ken Loach, esta película se enmarca dentro del subgénero de "cine social", y hace una visión directa e ilustrativa de la crisis económica del 2008 y de los devastadores efectos que tuvo en España.

Lo bueno es que la película contiene una encendida crítica a las nefastas políticas que provocaron en este país el "boom inmobiliario" y la posteriormente llamada "crisis del ladrillo", pero sin ser especialmente condescendiente con los personajes del film. Neneta es una pobre víctima que se ve obligada a trabajar duro para sobrevivir, pero cuando alcanza un cierto reconocimiento y status no duda en caer en los mismos vicios que el resto de trabajadores. La integración implica también ser cómplice de las mismas malas artes y del mismo afán de lucro que cualquiera. No se trata sólo de hacer novatadas, sino también de formar parte de tramas más o menos pícaras para ganar dinero a costa del engaño, como si el "es que lo hacen todos" fuese suficiente excusa. Todo vale por conseguir un trozo más grande de la empanada que cada mes prepara la mujer del Sr. Barreiro. Si algo bueno tiene la visión que Zarauza hace de esta crisis es que nos invita a reflexionar sobre si todos podemos tener una parte de responsabilidad en lo que ha pasado.

Dicho esto, la película está lejos de ser una obra maestra. El arranque es cinematográficamente perfecto (no se puede decir más cosas en tan pocos fotogramas, y con tan pocas palabras), pero después deriva hacia un lenguaje muy convencional y hasta plano, casi de telefilm. El sentido del humor otorga al conjunto unas notas de cotidianidad muy saludables, pero todo el argumento va avanzando hacia terrenos previsibles, y las subtramas caen en el tópico. Los diálogos pueden resultar aparentemente ingeniosos para alguien, pero a mí me han resultado poco creíbles. Las referencias a la "dicotomía" me han provocado vergüenza ajena, por lo inverosímil de la situación. El guión está bien en cuanto a estructura de la historia, pero es muy poco brillante a la hora de resolver las situaciones concretas que se plantean en cada escena.

De todos modos, una interesante y amena obra de denuncia que evidencia unas inquietudes poco vistas en el cine español, y que resulta una enriquecedora manera de pasar el rato.

«Os fenómenos» es una comedia protagonizada por Lola Dueñas en el papel de peón de la construcción, con escenas muy divertidas que ahondan en las peculiaridades personales. Una línea que ha obtenido gran éxito este año en «Ocho apellidos vascos», a la cual, en mi opinión y el sentido del humor es una cuestión muy personal, supera en gracia.

El argumento principal detalla desmanes perpetrados en el mundo actual como la ausencia de contrato laboral, las remuneraciones en negro, las contrataciones ilegales de inmigrantes, los despidos sin ley o las mordidas y propinas recibidas por quienes ocupan los embudos del proceso. Atropellos estos no específicos del sector de la construcción ni de la época presente, sino más bien firmemente arraigados.

La trama se sitúa en el contexto actual y añade el resultado del fin de la burbuja inmobiliaria, según el cual el contratista sigue cenando en el mejor restaurante de la ciudad, mientras el oficial ya no tiene saldo para llamar por el móvil y el peón pierde su casa, cuando no la de su madre viuda avalista.

Más allá de reflejar en un largometraje algo ya por todos conocido, la cinta aborda una trama secundaria incipiente muy interesante. Aquella que muestra a la protagonista ante la dicotomía de escoger entre el atractivo de una vida libre y salvaje por la que apostó o la más común, que implica hipotecas y madrugones.

Además de la actuación coral de un reparto muy acertado liderado por Lola Dueñas, una de las grandes, en un papel que recuerda al que desarrolló sensacionalmente en «Yo también», Alfonso Zarauza capta para el recuerdo un par de imágenes de gran belleza. La primera refleja el atractivo ejercido por un bebé sobre la capacidad de discernimiento y esfuerzo de su progenitora.

La segunda es la imagen final de Lola Dueñas asomada al balcón, de cara al mar. Una mirada que recuerda al bilbaíno puente de Cantalojas al que cantó Fito cuando formaba parte de Platero y tú. Si el cantante veía partir un tren, Neneta ve pasar su vida anterior y, aunque parezca complicado, exuda vitalidad y arrojo para disfrutar de la futura.

Querida Neneta, contamíname.