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Amor inmortal

Drama Año 1827. Una fervorosa multitud llena las calles de Viena para rendir su último homenaje a un genio: Ludwig Van Beethoven. En su testamento el músico ha decidido legar todo lo que poseía a una mujer desconocida, su amor inmortal. Nadie sabe quién es. La única pista para descubrir su identidad es una carta. (FILMAFFINITY)
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
4 de febrero de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
He titulado mi crítica con un antiguo adagio, lo cual quedará explicado al referirme con posterioridad a mi escena favorita de la película. La musicología nos ha transmitido una imagen del genio Beethoven realmente negativa: ególatra, iracundo, misógino, de modo que este planteamiento del británico Rose resulta de lo más inesperado y agradablemente inusual. Rose firma también el guión de la película. En su fimografía figuran títulos tan interesantes como Anna Karenina, rodada tres años después y a finales de la década de 2000, La Sonata Kreuze; sin embargo, en este metraje logra algo realmente espléndido, combinar armoniosamente la música y la palabra, escogiendo perfectamente las piezas musicales y su puesta en escena (de hecho ni siquiera desmerecen los cortes de George Fenton, a pesar de que la omnipotencia de los acordes del gran compositor colmen los diferentes instantes de la trama).
Se trata de una historia de amor real, dado que si el amor no es inmortal, eterno, no puede ser amor. La actuación de Oldman y de su alter ego femenino resulta convincente, brillante por momentos y entre toda la amalgama de escenas significativas querría detenerme en la intitulada La Carta, ya que a través de ella apreciamos y paladeamos el poder de la palabra y su sempiterna musicalidad.
Amor inmortal es una historia de amor sobrecogedora, acompasada por una serie de tonalidades musicales difíciles de olvidar y filmada con esa peculiar estética de los ochenta y noventa actualmente en desuso.
Varios de vosotros, en vuestras críticas, os habéis referido precisamente a eso, a los especialistas, a los comentaristas y cinéfilos que han de ponderar y valorar el alcance de las diferentes cintas. Os invito a comprobar cómo han sido acogidas las películas de este director. Curiosamente, Candyman, Frankenstein y Paperhouse han sido galardonadas en más de una ocasión, habiendo pasado prácticamente desapercibidas películas como ésta o las anteriormente citadas. La crítica especializada es una referencia, pero siempre es conveniente juzgar por nosotros mismos y, en ocasiones, con más frecuencia de la que podríamos suponer, nos sentimos gratamente sorprendidos.
javibuddha
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21 de junio de 2007
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es hora de poner los puntos sobre las íes. Me parece que la están subvalorando. Primero: que no pueda alguno soportar, por ignorancia propia o por excesiva afición al cine ligero, algunas escenas, no es un factor válido para analizar una película; no por gustar (o no gustar) se va a cometer la torpeza de afirmar que una película es buena o no. Segundo: Oldman no sobreactúa, simplemente se acerca a la realidad (deberían leer algunos testimonios de contemporáneos de Beethoven, o varias de las buenas biografías suyas, en donde se deja ver lo hipersensible y apasionado de su carácter). Tercero: la adecuada selección de temas musicales sólo está por debajo de la fantástica "Amadeus" de Forman. Así que, poniendo las cosas en orden, tenemos una buena película, verdadero manjar para melómanos, y recomendable para todo tipo de público (excepción hecha de los ignorantes, claro está).
David Alberto Campos
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19 de junio de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viena, 1827. Ludwig Van Beethoven muere con una deuda pendiente: su Corazón. La transcripción en una carta es decisiva para que su secretario y amigo Anton Felix Schlinder (Jeroen Krabbé) descubra la verdad alrededor de la vida personal de un genio que apoyó los avances napoleónicos por Europa, comprendió su aparente mal genio traslucido a su emocional música, así como una sordera que iba más allá de una testarudez y antipatía que le hizo ganar un trato desfavorable por los que vieron en él una nueva forma de comprender la música, hasta entonces regida por los cánones de Mozart.

Solo tres mujeres fueron su razón para seguir emprednidendo su composición emocional de la vida y el amor. Especialmente con la condesa Anna Marie (Isabella Rossellini) y Giulietta Guicciardi (Valeria Golino), y un tercer amor secreto que resguarda en el compositor un romance cerrado por un odio y mal carácter exteriorizados.

El camaleónico Gary Oldman es capaz de enfrentarse a papeles como éste. Una brillante caracterización del compositor alemán de quien se puso bajo de la “chupa” y las cadenas del bajista y cantante Sid Vicious en “Sid y Nancy” (1987) de Alex Cox o la capa de “Drácula” (1993) de Francis Ford Coppola. Como también sorprendente resulta el cambio de registro de su director, Bernard Rose, conocido por los amantes del género de terror con la horrible “Candyman: el Dominio de la mente” (1992).
Natxo Borràs
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15 de mayo de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me decepciona filmaffinity con la valoración que hace de este pedazo película. La interpretación de Gary Oldman es imponente, el desarrollo de la película te atrapa y sobrecoge en algunas escenas, pero las escenas finales con la 9 sinfonía son simplemente colosales, conmueven y ponen la piel de gallina, como se suele decir. De las mejores películas que he visto.
samitechu
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10 de junio de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acercarse a las grandes figuras de la música me ha parecido uno de los más grandes proyectos que han compartido tanto la literatura como el cine. Sin embargo, como todos saben, en el cine el proyecto se ejecuta plenamente, porque logra lo que la literatura solo insinúa y detalla con palabras: darnos a la vez la música.
Immortal Beloved tiene los ingredientes para ser una gran película: hasta pedagogía tiene en su interior y una pareja de actores que destacan en toda obra que participan. No sabremos a ciencia cierta si Beethoven fue como lo ha recreado Oldman, pero lo que sí podremos saber es que ha creado un retrato inigualable aún de lo que ha significado amar y morir en la música.
Valetamayo
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