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La prima Angélica

Drama Cuando Luis, soltero y de mediana edad (José Luis López Vázquez), viaja desde Barcelona para enterrar a su madre en el panteón familiar de Segovia, se reencuentra con sus familiares y es alojado por su tía Pilar en su antigua casa, donde pasó el verano de 1936 y parte de la guerra con ella y su familia. Allí, rememora su infancia, especialmente el amor que sentía por su prima Angélica.
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
3 de septiembre de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
279/30(25/08/22) Sugestivo drama dirigido por Carlos Saura, guión propio junto al gran Rafael Azcona (“Plácido” o “El verdugo”), siendo protagonizado por un espléndido José Luis López Vázquez, de hombre de mediana edad cuyos recuerdos de niñez durante la guerra civil española le hacen revivir su pasado en el hombre maduro que es. En España tuvo una gran polémica, donde grupos de ultraconservadores hicieron boicots frente a los cines donde se proyectaba, película que ya el guión, por la censura, tuvo que ser retocado hasta tres veces para poder ser filmado, ello por el modo de retratar a los dos bandos (el Nacional y el Republicano) en la guerra, y también por la visión que se da del clero (aterradora la pesadilla mantra de Luis con una monja con un candado en la boca y gusanos saliendo de su cuerpo).

La idea inicial de la película surgió de una referencia específica a una prima Angélica, en una escena de Ana y los lobos (español: Ana y los lobos), trabajo anterior del director Carlos Saura. En Ana y los lobos hay un poco de diálogo intrascendente que ocurre en la conversación privada entre la matriarca de la familia y el personaje del título. La anciana habla de cierta prima Angélica que, de pequeña, jugaba coquetamente con uno de sus hijos. A partir de esa alusión, Saura y el escritor Rafael Azcona desarrollaron un guión sobre los recuerdos de infancia de un hombre que ahora ronda los cuarenta y su prima coqueta, Angélica, de quien se enamoró cuando tenía diez años. Estos recuerdos se convierten en el atractivo para el reencuentro del protagonista con su pasado largamente reprimido.

Cinta envuelta en una melancolía que termina calándote, haciéndonos partícipe el protagonista de la pesada carga de su mochila de recuerdos, momentos pudo haber hecho por cambiar algo y no lo hizo, cuantos no hemos echado la vista atrás y pensado eso mismo. Narrado con ingenioso recurso con el que el espectador seguro se siente identificado, las escenas del presente se solapan con las del pasado sutilmente, para ello el protagonista Luis, al que enrola el actor de mayor (López Vázquez) se integra cual niño en esas remembranzas, donde los personajes del hoy se transforman por mor de la mente del protagonista (que vincula los acontecimientos del presente con los del pasado. Desde una melodía de piano; una obra de teatro escolar; la visita al campo con un monumento de piedra; o leer unos cuadernos escolares) en otros (de su rama familiar) del ayer, Fernando Delgado encarna al tiránico tío de Luis (y padre de Angélica) en el pasado y al marido de Angélica en el presente, y la joven María Clara Fernández de Loaysa embiste a la prima Angélica de 9 años y a la hija de ella en el presente, transiciones suaves, dónde solo lo percibes por el atuendo de Angélica o por los muebles.

Juego punzante, la nostalgia se da la mano con la tristeza, curioso ver a López Vázquez verlo haciendo de niño, en una actuación dual majestuosa, lejos de histrionismo, tan mesurado como empático. Al parecer este recurso surgió de una frase de Ramón del Valle-Inclán: "Las cosas no son como las vemos, sino como las recordamos".

Fresco melancólico de la niñez con las consecuencias de la Guerra Civil siempre en el fondo, retratando cual cainismo patrio el choque entre dos hermanos (cual si fuera España), uno Nacional y otro Republicano, y como esto afecto a sus respectivas familias. Siendo extraño y sorprendente como se pone claramente del lado de los perdedores (esa paliza desgarradora que el tío da a Luis quiere claramente ser una alegoría de la violencia imperante durante el régimen franquista), satirizando y caricaturizando a los vencedores, ello en una España aún Franquista, con su censura imperante. El protagonista con motivo de la muerte de su madre regresa, tras mucho tiempo, a un pueblo de Segovia donde vivió unos años de infancia al lado de su prima. Un retrato macilento sobre la mirada al mundo iniciático, que bien puede entroncar con la bergmaniana “Fresas salvajes” (1957), donde un hombre mayor durante un viaje hace

Carlos Saura incluye elementos autobiográficos, lo hace con el plano inicial (se retrata a unos niños en un edificio que ha sufrido las consecuencias de un bombardeo, experiencia personal de Saura durante su infancia en un colegio de Barcelona que recibió el impacto de una bomba mientras él se encontraba en clase). Esto expuesto en el inicio donde vemos una habitación cargada de humo, mobiliarios tirado por los suelos, niños por el piso, mientras unos clérigos los ponen pie, estamos ante las consecuencias de la caída de una bomba en los aledaños de un colegio religioso.

Film que consigue conmover en gran mediada por el gran trabajo del madrileño López Vázquez, su mirada lánguida, su mesura, su flema, su laconismo, su dulce comportamiento con Angélica que mimetiza de un modo turbador con la hija de esta resulta una radiografía dolorida de un pasado que nunca llegó a consumar lo que él protagonista hubiera querido, esto reflejado en ese angustioso viaje en bici donde todo pudo haber cambiado. Un microcosmos del pasado marcado a fuego por las circunstancias geosociales, por la guerra y el miedo, esto reflejado en el tío de Luis y su radicalismo que intenta exponer al fascismo en su conservadurismo, y por la educación clerical fundamentalista, esto visto en varias fases, sobre todo remanente de que los padres de Luis lo dejaron interno en un colegio religioso, allí tenía pesadillas con una monja estigmatizada y mortificada, y también están los discursos de los curas sobre el enfrentamiento cainita entre los dos bandos. O el punzante interrogatorio sibilino que un cura hace a Luis sobre Angelica sobre si se han dado un beso. La familia de la madre es del bando Nacional y la del padre es del republicano, por ello son ‘la oveja negra’. Para Luis el modo de escapar a esta opresión ambiental es el amor que siente por su prima que nunca termina de dar el paso, lo deja en amor platónico... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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14 de enero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Irregular cinta de Saura en la que pretende demasiado. No se queda únicamente con la nostalgia del personaje interpretado por José Luis López Vázquez, sino que intenta dotar al film de cierto filtro político que queda más forzado que redondo. Hubiese sido genial que la historia se quedara en el recuerdo del amor platónico, en el instante eterno en el que el "yo adulto" mira de frente al "yo niño", tal cual sucede en la película "Del rosa... al amarillo", de Manuel Summers. Si bien, las metáforas son brillantes en otras de sus películas como "Ana y los lobos" o "Mamá cumple cien años", aquí quedan insípidas. "La prima Angélica" debería haber sido un homenaje al amor platónico y al tiempo perdido o al trágico saber de que el tiempo pasado ya no vuelve jamás. Obra menor.
gpiqueras
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11 de junio de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entrañable película de Carlos Saura, muy peculiar el planteamiento que plantea el director, reviviendo el pasado del protagonista e interpretándose episodios de el mismo de niño, pero en la adultez de José Luis López Vázquez, uno de los mejores actores que ha tenido este país.

En algunos momentos parecía una película de Almodóvar, con las coplas como banda sonora. Esta rodada en Segovia, en el año en que yo nací, y entre el minuto 7 y el minuto 8, Luis adulto se pasea por la plaza mayor de Segovia y resulta curioso ver como era esta ciudad hace 50 años y como ha cambiado.

Una historia que destila nostalgia, hace poco me contaron que los traumas que no se superan, se repiten constantemente y Luis niño, Luisito, tubo algún tipo de trauma por el abandono temporal de sus padres cada verano. Con el trasfondo de la guerra Civil vista por un niño, la rectitud de sus parientes, la estricta educación religiosa y el amor por su prima, convirtieron a Luis en un hombre atrapado por su pasado.

En algunos momentos me recordó al libro de Delibes, El Camino. Pero porque habla de la infancia y de las costumbres de décadas pasadas, los juegos infantiles, las relaciones entre ellos y los adultos, esta película de alguna manera esta contada por un niño.

Segovia aparece como una ciudad pequeña castellana cualquiera, se ve la catedral de lejos y en ningún momento se ve en pantalla el Alcázar o el Acueducto. Hace unas pocas semanas subí a la torre de la Catedral de Segovia y nos explicaron que las campanas eran la forma de comunicar diferentes cosas con la ciudad y con sus alrededores, dependiendo de los sonidos y el tipo de campana, podían dar las horas, anunciar un nacimiento, alarmar de una tormenta y varias cosas más que ahora mismo no recuerdo. Me fijé que en la película suenan las campanas avisando del conflicto bélico y también en algún otro momento.

Confusa a ratos porque José Luis López Vázquez resulta extraño haciendo de niño y en algún momento no sabes si esta en el pasado o en el presente, pero es que además el director doblo a casi todos los actores que interpretan a dos personajes distintos, algo completamente inusual esta licencia que se permite Saura.

Es sin duda una película muy interesante, con un fuerte olor a alcanfor, una sustancia que nombran en una escena y que tiene un olor de mi niñez a casa cerrada, a armario viejo, a ropa sin usar. España era rancia en gran parte del siglo XX, pero es nuestro pasado y aunque ahora vayamos de modernos, fueron nuestros padres y nuestros abuelos los que vivieron una época en la que no tenían todas las comodidades y lujos que disfrutamos ahora.
pikuet
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12 de junio de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carlos Saura es uno de los nombres más importantes, no sólo de nuestro cine, sino del Séptimo Arte europeo. La renovación formal llevada a cabo (cómo no, en la década de los 70) así como la innovación en el planteamiento argumental de sus películas siguen fascinando a día de hoy con la misma intensidad que entonces. Paradigma de esa superioridad fílmica es “La prima Angélica”, un film que bebe directamente de Ingmar Bergman y de Marcel Proust convirtiéndolos en asequibles para el gran público. Ahí es nada el mérito hercúleo del maestro Saura.

Resulta impresionante pensar cómo en 1974 se podía presentar un film que hoy día sería imposible de estrenar por el puritanismo y la dictadura de lo políticamente correcto bajo cuyo yugo sobrevivimos. Sobre todo porque la cinta trata del amor en dos momentos históricos diferentes entre dos primos, Luis y Angélica, y Saura decide representar al Luis niño y al Luis adulto con el mismo actor maduro, José Luis López Vázquez, motivo por el que logra la confusión espacio-temporal en la que vive sumido el protagonista y que juega con el espectador en una dimensión que no sería tolerada a día de hoy por la sociedad profundamente ultraconservadora en la que habitamos.

Y es que estamos ante un guión que firma el propio Carlos Saura con Rafael Azcona, ahí es nada, creando un juego de confusiones y paralelismos en el espectador que la emparenta directamente con “Elisa, vida mía”, así como temáticamente con “Cría cuervos”, “Peppermint Frappé” o “Ana y los lobos”. Y es que estamos ante el cineasta que parió dos películas imprescindibles en mi vida como “La caza” y “Cría cuervos”.

El recital interpretativo de José Luis López Vázquez resulta inexplicable e inconmensurable, encarnando al mismo personaje de niño y de adulto de forma indistinta y alternativa y sabiendo conjugar tamaña hazaña de forma natural y coherente para contar el regreso al pasado de un hombre que retorna a su lugar de origen para enterrar los restos de su madre veinte años después. Si López Vázquez hubiera nacido en California y se hubiese llamado John Smith, seguramente nadie hubiera podido hablar de cine en todo el planeta sin mencionarlo.

Pero me resulta igualmente apasionante la interpretación de la joven Clara Fernández de Loaysa (qué tendrán las niñas de las películas de Saura que se cuelan en tu subconsciente para siempre), que igualmente genera una maravillosa ambivalencia en el espectador interpretando a Angélica de niña y a la hija de Angélica en la etapa adulta del film navegando sobre una ambigüedad absolutamente impresionante. Una pena que esta chica no tuviera una trayectoria interpretativa posterior dado el nivel demostrado en su debut ante la cámara. Como también el mismo actor, Fernando Delgado, encarna al padre de Angélica en el pasado y a su marido en el presente. Juego de espejos que en manos de Saura resulta magistral y nada confuso.

Como no podría ser de otra forma tratándose de una película del maestro Carlos Saura, el film presenta su momento musical para remarcar la importancia de la música en el cine de este superdotado. Ahí la asocio de por vida en mi imaginario más íntimo con “Cría cuervos” y “El 7º día”.

Con toda justicia, “La prima Angélica” se alzó con el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes de 1974 por el alarde imaginativo y la valentía del planteamiento propuesto por esta película que, incluso, valoro más ahora en nuestros tiempos que en el momento de su estreno.
Sergio Berbel
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19 de marzo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo del cuadro médico de un esquizofrénico habían viajado al claroscuro que se abre tras el recuerdo de esas oportunidades para amar perdidas que, en el tiempo, momento, y a través de personas equivocadas, intentan reconstruirse artificialmente, causando daños contra un discapacitado emocional y dos víctimas colaterales.
Partiendo de la situación afín a un rico empresario paralizado por una lesión cerebral se trasladaron hasta los recuerdos -igual de agridulces- de la infancia perdida que, al tratar de brotar fortuitamente en el tiempo, momento, y sobre todo, por la razón y a través de estímulos equivocados, genera igual efecto en un discapacitado cerebral y su prole.
Tras 'Peppermint Frappé' (1967) y 'El jardín de las delicias' (1970), Carlos Saura y Jose Luis López Vázquez caminan juntos por última vez (con protagonismo del segundo) para conjugar aleatoriamente recuerdos de niñez y oportunidades perdidas en un ejercicio de puntual corte onírico -en una escena terrorífica por lo sobrenatural, aunque no por ser la que infunda más miedo- y saltos de la narración entre el pasado y el presente: para averiguar en qué época nos encontramos no hay que fijarse en los vestuarios de Lina Canalejas, Fernando Delgado, Encarna Paso ni en el de la niña María Clara Fernández de Loaysa (de una naturalidad asombrosa y paradójicamente antinatural).
El secreto estriba en la mirada de niño o adulto de López Vázquez, y creedme al deciros que no necesita de un actor más joven para ser reemplazado en el mismo papel. Ser extraordinario tiene sus ventajas.
'La prima Angélica' (1976, Carlos Saura), como buena puntilla a una trilogía regresiva, es un estudio incisivo sobre las huellas del dolor reprimido en una España oscura.
Dirige Carlos Saura. Co-escribe con Rafael Azcona. Produce Elías Querejeta.
Son palabras mayores.
antonio lopez herraiz
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