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El pecado de Cluny Brown

Comedia Unos días antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), a Cluny (Jones), una joven apasionada de la fontanería, la envía su tío a servir como criada en una rica mansión inglesa. La vida como sirvienta es dura, pero sus días los alegra un refugiado checo (Boyer), invitado de los dueños de la mansión, que ha huido del nazismo. Ambos se identifican como "almas desplazadas", pero ella no quiere nada romántico con su agradable nuevo amigo. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
1 de mayo de 2010
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lubitsch era un mago del humor. Entre los diálogos más ingeniosos y divertidos que he escuchado nunca están los de algunas de sus comedias. Ese hombre tenía un don, un don extraordinario para hallar el toque exacto de ironía, surrealismo e irreverencia disfrazados de impecable elegancia, soltura y un barniz siempre travieso y juguetón. Sin despeinarse criticaba con simpatía los tiempos en los que le tocó vivir y en los que eclosionó en un magnífico cineasta. El fascismo arrasó medio mundo, el comunismo implantaba el terror, algunos de los del lado de los aliados ostentaban cierto aire de prepotencia… Uno tras otro pasaron por el filtro acusador de un director que no fue en absoluto indiferente a los graves desatinos de una Humanidad bastante ida de la azotea.
Él dirigió su particular gancho de izquierda, como otros lo hacían, y lo bordó de la manera que le sentaba como un guante: provocando la risa.
“El pecado de Cluny Brown” es, entre otras cosas, una mordaz sátira de las costumbres puritanas, sobre todo de las inglesas. La flema británica, la ceremoniosidad ampulosa, la altivez, la arrogancia y la rígida distinción de clases son puestas en entredicho y desmitificadas, sirviéndose de dos personajes muy apropiados para echar abajo los protocolos y las convenciones: la expansiva Cluny Brown, y el aventurero Adam Belinski. En derredor, estupendos secundarios. Y atención al mayordomo y al ama de llaves, los dos prototipos británicos más recalcitrantes.
La señorita Brown representa lo que una dama inglesa no debe ser. Charla por los codos, es imaginativa, romántica, inquieta, alegre, cariñosa, emprendedora, dice lo que piensa y no se resigna a que la sociedad le designe un puesto inamovible. Conoce los rudimentos de la fontanería y no vacila en arremangarse y ponerse a arreglar cañerías, afición que escandaliza y arranca gestos de reprobación.
Por su parte, Belinski es un disidente del nazismo fugado de Checoslovaquia poco antes de que estalle la guerra en Europa. Su carácter es altamente compatible con el de Cluny. Soñador, encantador, simpático, hablador, muy divertido, yendo a la deriva y disfrutando cada momento pese a no ocupar un lugar fijo en ninguna parte. Adam y Cluny son dos especímenes raros, dos náufragos que han arribado por casualidad a la misma isla. Podrían estar hechos el uno para el otro, pero mantienen un pacto de amistad mientras ella prueba suerte tratando de integrarse y amoldarse al sitio que supuestamente le corresponde…
Él la querrá en secreto, aguardando a que ella busque su lugar arrojando ardillas a las nueces y arreglando todas las cañerías que se le antojen, cogiéndole dentera al ruiseñor que cada amanecer canta bajo su ventana, y riéndose una vez más con los muchos detalles dignos de hilaridad que hay en cada nuevo día.
Vivoleyendo
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2 de junio de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
112/13(22/05/12) Última obra que el maestro alemán Ernst Lubitsch completó, es una elegante comedia que satiriza a la alta sociedad inglesa con gran ingenio, con situaciones y diálogos muy divertidos, donde brillan con luz propia sus dos grandes protagonistas, una bellísima Jennifer Jones y un cínico Charles Boyer. Poco antes de comenzar la WWII en un piso se va a celebrar una fiesta, pero hay un problema con las cañerías, así que llaman al fontanero y aparece la sobrina, Cluny Brown (encantadora Jennifer Jones) que arregla el problema ante el asombro de un invitado, Adam Belinski (gran Charles Boyer), un refugiado político checo, este queda fascinado por la soñadora personalidad de la muchacha, poco después Adam es invitado por un amigo a una mansión familiar, y la casualidad quiere que Cluny haya sido enviada por su tío a servir de criada al lugar, Adam intentará enamorar a la chica pero se topará con que ella tiene como pretendiente al soso farmacéutico local, Jonathan Wilson (buen Richard Haydn). Con estos simples hilos se teje una comedia con la sempiterna muletilla que se asocia al realizador el “Toque Lubitsch”, es decir, sofisticación, buen gusto, diálogos ágiles, dobles sentidos sexuales, crítica sutil a nuestra sociedad, con mujeres fuertes de carácter, guerra de sexos, ello con un guión salpicado de momentos hilarantes, la charla sobre el ‘Mein Kampf’ de Hitler es divertidísima, donde se pone de manifiesto el escaso conocimiento que de lo que pasaba en el mundo tenía la aristocracia,. El ritmo resulta muy fluido, una puesta en escena brillante, con una gran presentación de personajes, donde la chispa y la frescura es la nota predominante, la fiesta de cumpleaños de la madre del farmacéutico es magnífica, desternillante es la conversación entre Belinski y Cluny comparando este a su pretendiente con un barco estropeado en puerto y ella alegrándose de lo bien considerado que lo tiene, o como el running gag de dar ardillas a las nueces, y es que la obra es rebosante en ententes mordaces e irónicos. Charles Boyer está sembrado, realiza una labor maravillosa, es el sarcasmo, la acidez, la simpatía, el ingenio, y Jennifer Jones encarna al idealismo, la ternura, la inocencia, la fragilidad, encantadora y fácil enamorarse de ella, no comparto a los que le tenían tirria por estar casada con David O. Selznick y por tanto le restaban mérito. Es un relato que satiriza con sutilidad el decadente clasismo, en el que cada uno asume su papel de modo estoico, los mayordomos no aspiran a ser más y la alta sociedad vive en una nube donde pretenden que nada les roce y todo se mantenga. Recomendable a los que gusten de buenas comedias inteligentes. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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4 de noviembre de 2009
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra ingeniosa y deslumbrante comedia de Lubitsch con su típica ironía y sus diálogos llenos de chispa como en el es habitual. Como presenta a los personajes uno detrás de otro con un ingenio que hace que al momento se integren en una trama llena de vida y de encanto donde todo lo que sucede tiene sentido por como presenta todos los encuentros con los personajes, sea en Londres o en una casa aristocrática de campo, y por como encajan en la historia de crítica a la clase alta en el el sentido de como viven en su mundo los aristocráticos sin saber demasiado lo que pasa fuera de el y ni tan si quiera le importa, porque su mundo vacío de vitalidad y emoción es para los burgueses lo más importante, aunque el interior de sus almas opine lo contrario, es la vida que les ha tocado vivir como explica Renoir en la memorable "La regla del juego". Por esto són tratados de ignorantes y de gente aburrida pero al mismo tiempo les gusta la llegada de gente nueva con ganas de vivir como ocurre con la llegada del escritor, que aunque desconozcan todo sobre sus valores e ideas por las que lucha, les parece un hombre interesante porque les saca de su rutinaria y elitista vida. Hasta los criados que trabajan para los burgueses tienen tan asumida su vida como sirvientes que ellos mismos piensan que de niños ese era su sueño, como cuando la ama de llaves cuenta la historia de su muñeca. De este modo hace que sean de una rigurosidad en el trato hacia sus amos tan estricta, que puede parecer exagerada sin realidad serlo porque lo tienen en sus sueños desde siempre. Todo el metraje del film insiste en esto pues es lo que realmente quiere contar Lubitsch, contándolo de una manera cínica e ingeniosa con unos diálogos llenos de verisimilitud y coherencia, y con unos personajes elegantes y llenos de encanto. Es la última película de este genio inigualable y una de sus grandes obras menos conocidas.
john thorthon
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13 de julio de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra maestra de principio a fin. Los ingeniosos diálogos surgen como una cascada desde el principio. Primero entre Boyer y el Inquilino del piso, después un trio con Cluny, después un cuarteto con su tío el fontanero.....Yo creo que la diferencia entre un Director normal y un genio como Lubistch, y otos similares a él, radica en como éste mima y cuida la labor de los secundarios y cuidan hasta el más mínimo detalle los gestos y su conjunción con el texto. Para destacar algo de lo que he expresado, debería escribir todo el guión de la película, por lo tanto animo a esas personas que les gusta el cine clásico, a que vean esta maravilla. Aún es más que la incorporen a su vidioteca.
zacavilder
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11 de febrero de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
De pecado nada...Salvo que se considere como tal, el optimismo desbordado, y la alegría de vivir.
Ernest lubitsch en su máximo esplendor, nos ofrece esta maravilloso engarce de la más fina orfebrería, con visos de la comedia de enredo más alocadamente divertida, y la alta comedia americana de fina intención satírica.

Con una absolutamente arrebatadora Jennifer jones para incorporar a uno de los personajes femeninos más deliciosos de la historia del séptimo arte, y que parecería hecho a medida para Katherine Herpburn, pero con toda la bondadosa ingenuidad que podría haberle dado Marilyn Monrroe, Lubitsh, vuelve a dirigir mujeres con todo el cariño y el buen hacer tan característico de otro contemporáneo suyo como fue George Cukor, que por el carisma del personaje, podría a su vez haber dirigido este film.

A través de un hábil planteamiento de la trama, con la complicidad de Margery Sharp (autora de la novela en que se inspira) y enfrentando a sus actores frente a los ridïculos convencionalismos de la sociedad inglesa bienpensante de entreguerras, Lubitsch nos regala esta portentosa sátira, a través de dos personajes condenados a entenderse. El escritor, distanciado y mordaz, y la encantadora "doncella" aficionada a la fontanería, de la cual todo hombre "hetero" con al menos una hormona, debería enamorarse por obligación.

Todo un canto a la libertad y al "laissez faire" expresado en fotogramas, y que Lubitsch adorna con maravillosos diálogos en los que no falta el equívoco punzante: "Voy a tener un cachorro...del coronel" y la metáfora más corrosiva: " ¿Qué tiene de malo una oveja?. Si yo fuera una oveja me sentiría orgulloso por servir al Imperio Británico"

Un consejo: Haciendo honor a lo que Lubitsch nos transmite. Si a alguien no le ha gustado, o incluso si hay algún espectador que piense que esto es un bodrio infumable, que lo diga y lo manifieste sin tapujos, explotando su criterio con orgullo. Esa es la esencia. Yo, por mi parte, voy esta noche a acostarme con Clunny-Jones, en todo el sentido literal de la palabra. Soñaré que vamos exquisitamente vestidos, y que arreglamos un viejo fregadero, a golpes de llave inglesa, y después, llenos de grasa y mugre, tal vez corramos a un bosque cercano a tirar ardillas a las nueces.

Para verla con depresión. Medicina infalible.
el feroz
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