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La colmena

Drama Camilo José Cela escribe en el prólogo a la primera edición de la novela: "La Colmena no es otra cosa que un pálido reflejo, que una humilde sombra de la cotidiana, áspera, entrañable y dolorosa realidad (...) no aspira a ser más que un trozo de vida narrado sin reticencias, sin extrañas tragedias, sin caridad, como la vida discurre, exactamente como la vida discurre. Queramos o no queramos. La vida es lo que vive -en nosotros o fuera ... [+]
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
23 de septiembre de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias al productor José Luis Dibildos, la ayuda inestimable del ministerio de cultura con sus ayudas oficiales y Televisión Española, el cineasta de gran oficio Mario Camus llevó a la pantalla esta imperecedera novela del Nobel de literatura Camilo José Cela. Gozando de un extraordinario plantel de actores (incluyendo un cameo del propio Cela), lo mejor del cine español del momento. El film es un miserable mosaico de historias entrelazadas que describe las penurias, a veces patéticas, otras entrañables, la picaresca, la subsistencia, la hipocresía y la represión en el Madrid de los años cuarenta. El odio de los vencedores a los vencidos, el hambre de los poetas y pensadores, los prostíbulos en casas decentes regidas por alcahuetas relamidas, son los años del estraperlo y la escasez.

Años de arrogancia de los nuevos ricos a costa de tantos pobres, de las charlas del café Doña Rosa, mujer avara que gobierna con mano de hierro lo que antes fue una necrópolis cristiana que han aprovechado hasta las lápidas de mármol como mesas de tertulia, donde se reúnen intelectuales autocomplacientes y sin esperanza que fuman tabaco de picadura, especulando un café con leche y bollos suizos, también el agua con hielo y el bicarbonato, que no falte. Muestra a personas que engañan, desengañadas o que se engañan a sí mismas en fonduchas mugrientas, quiméricos soñadores, artistas frustrados, acumuladores de riqueza, depredadores sin escrúpulos, pícaros, desvalidos generosos, amores que no osan decir su nombre, ese rostro atribulado de una frágil Victoria Abril ante la mirada escrutadora de su padre, José Bódalo que también tiene algo que ocultar.

Hans Burmann, el operador, se encarga de crear ambientes claustrofóbicos y deprimentes, aunque tratando de endulzar esa frustración que recorre la toda la historia. Mario Camus crea una película coral, sobria en su puesta en escena, medida y correcta, un fresco reconocible y abominable, que siempre permanecerá en nuestra memoria, porque aunque nosotros hemos tenido la suerte de no vivirlo, somos indirectamente herederos de esa mugre de lo cotidiano, de la desesperanza y de las raíces atávicas de nuestros abuelos y padres.
Antonio Morales
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23 de julio de 2008
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta gran película de Mario Camus la produjo Dibildos con gran esfuerzo, a lo largo de muchos años en la elaboración del guión y la difícil empresa de contar con el mejor reparto posible, hasta que pudo ser: cada momento, rodado con una cierta frialdad, con una distancia para no entrar en lo tenebroso y escalofriante y que el público pueda Mirar y Comprender.

Todo estuvo tan estudiado que cada actor encaja como anillo al dedo en personaje y texto, con especial emoción por algunas secuencias en las que destaca el drama y la corrupción de aquellos años, o la miseria tan grande y a ratos las ráfagas de humor en las que descuellan López Vázquez y Saza.

Pero es inolvidable el pasar de Bódalo, la pareja Velasco-Sacristán (quienes pocos después estarían dos años en el teatro De la Comedia con una obra de Marsillach, luego llevada al cine con poca fortuna: Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?).... o el breve, escalofriante, pasar de Charo López...
horacio
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30 de enero de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico retrato del Madrid de la posguerra el que nos sirvió Cela en una de sus cumbres literarias: La colmena. Y aquí llevada a la pantalla con gran tino por el irregular Mario Camus, e interpretada por un elenco de actores nacionales de gran enjundia.
El café de Doña Rosa es el eje central de la trama donde se dan cita toda la ralea del Madrid de posguerra, literatos, poetas, bohemios, estraperlistas, fiadores, ególatras, busconas, sarasas, y demás fauna de un tiempo de miseria.
Todos sus personajes tienen un denominador común: el hambre. Y para sobrevivir todo vale, el embuste, el timo, la apariencia y hasta tirarse por la calle de en medio.
La España de aquella época no daba para más, eran tiempos de tuberculosis, de malta en lugar de café, de piedras en las lentejas, de cartilla de racionamiento y de trampas en la balanza.
Era aquél un invierno duro de esos que te hielan el alma y no solo en lo climatológico. Había que tirar "pa lante" a cualquier precio, no faltaban para ello el estraperlista , la cigarrera, la buscona, el timador, el perdedor del bando contrario, y todos con un denominador común: la supervivencia en un tiempo castigado por la miseria de un régimen dictatorial.
En conclusión una obra necesaria de ver para olvidar un pasado que no se puede olvidar y que sin duda ha configurado nuestro presente más actual.
Walter Neff
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10 de octubre de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
353/31(30/09/21) Una de las grandes películas del cine español es esta adaptación, que gracias al productor y guionista José Luis Dibildos (grandioso su libreto para esta película), el apoyo del ministerio de cultura con sus ayudas oficiales y Televisión Española, el cineasta Mario Camus llevó a la pantalla esta imperecedera novela homónima (publicada primero en Argentina en 1951, y tras problemas con la censura en España en 1955 por mediación de Manuel Fraga) del Nobel de literatura de 1989 del gallego Camilo José Cela (tiene un pequeño papel como Matías Martí, inventor de palabras). Un prodigioso mosaico del Madrid de post-guerra, y por ende de España. Un sensacional entramado de micro historias sensacionalmente entrelazadas, teniendo como epicentro la cafetería ‘La Delicia’ (en realidad el Café Gijón madrileño), donde se dan cual ‘Rick´s café’ de ‘Casablanca’ todo un sinfín de sub historias, pero desde el filtro hispano, tertulias cultas, miserias, agua con hielo, timos, alcahuetadas, tabaco de picadura, etc, también tendrá importancia como lugar de encuentro un prostíbulo donde los hombres esperan su turno e medio de charlas sobre esposas enfermas, y donde las meretrices rebosan antiglamur (calentándose el trasero en la estufo, tapándose con una manta-poncho, o separando lentejas buenas de las malas).

Una brillante historia coral siguiendo fiel la estructura literaria, que tiene probablemente el mayor elenco interpretativo de la historia de nuestro cine, solo me faltan Alfredo Landa, Fernán Gómez y Fernando Rey, manejado esta fascinante galería de actores y actrices para que el espectador no se pierda al conocer los rostros entre tanta sub trama. Tramas costumbristas que rezuman humanismo, discurren entre temas de vencedores y vencidos, bohemios, oportunistas, hambre, frio, miseria, casas de citas, picaresca, vida en pensiones, pobreza, represión, homofobia, la represión sexual, la hipocresía social, y más. El personaje de Ricardo Sorbedo (el gran Paco Rabal) dice que sin "planteamiento, desarrollo y desenlace", ni hay novela ni hay nada, ello es claramente un guiño pérfido a la propia fuente del libro, pues es lo que no hay aquí, y sin embargo todo te cala en su grisácea y melancólica atmósfera. Un relato que empieza in media res y acaba sin fin, como la vida misma, donde en nada se profundiza, pero todo el ambiente frío y enrarecido de patetismo nos llega nítido, saltando de personaje en personaje de modo ágil, mezclando el drama con el humor de modo excelente, y todo con diálogos sabrosos, y situaciones punzantes, empapándote de desesperanza, donde el futuro resulta aciago, movido por la precariedad, donde para comer tienes que tener cartillas de racionamiento. Cine detallista en como deconstruye el duro día adía, demostrando Camus maestría en el manejo de los tiempos, en como mezcla tonos, en como caracteriza en pequeños trazos. Una de las cumbres del cine patrio. Oso de Oro a la mejor película en el Festival de cine de Berlín.

Pequeñas extraordinarias historias:
El bohemio Martín Marco López, un superviviente de ideas izquierdistas, que malvive de la caridad de su hermana casada con uno del régimen. Come de la caridad, y duerme en un burdel. Un personaje que me despierta sensaciones encontradas, pues lo veo como un vago, pues tiene hambre pero no lo vemos buscar trabajo. Deja una nostálgica charla con Nati Robles (gran Charo López), con efluvios a un pasado feliz. José Sacristán lo encarna con su habitual buen porte y empatía, revistiéndolo de dignidad. Es la cara de los perdedores en la guerra; Purita es una dulce prostituta del burdel, que termina por azar teniendo un romance con Martín, ello en un enternecedor relato cargado de ilusión. Concha Velasco la encarna con entrañable vis; Julita es una joven al que su novio de Ventura Aguado (notable Emilio Gutiérrez Caba) desesperado por sexo la embauca para encontrarse en una casa de citas (‘Napoleón Bonaparte’, ‘Sucumbió en Waterloo Victoria Abril. Él le dice que se casaran cuando apruebe unas oposiciones, pero ella se da cuenta de que él no estudia, algo no cuadra (‘eso no es amor’, dice ella). Nos habla esta sub trama de la represión sexual, ello en un tono de humor grácil (Para el recuerdo el encuentro en la escalera de la casa de citas de Julita y su padre encarnado por el gran José Bódalo); La mesa del café liderada por el culto Ricardo Sorbedo (extraordinario Paco Rabal, demostrando una labia fina como un bisturí en su oratoria distinguida), donde van aparar bohemios que buscan alguien que les pague el café, adulándolo, como es el caso de Don Ibrahim (gran Luis Escobar), siempre dispuesto a soltar su discurso de entrada en la Academia de la Lengua; El truhan Leonardo Meléndez, un superviviente oportunista que con epicentro en el café´, va timando al que puede y como puede (epítome la pluma estilográfica que ha viajado en el Lusitania), con una labia proverbial, encarnado por sensacional José Luis López Vázquez (da igual cuando leas esto), defendiéndose muy digno de los ataques que sufre; Doña Rosa la tiránica dueña del Café, una fiel al régimen que detesta a los ‘rojos’ y por ende a su clientela ociosa, encarnada por María Luisa Puente; Victoria es una joven con un novio (encarnado por un escasito Imanol Arias) enfermo crónico en el hospital, instructora de baile, que en realidad era la antesala de la prostitución, pues los hombres iban a pillar cacho, y de hecho Victoria se inicia en esta profesión antigua gradualmente empujada por su jefa. Representa realmente el empoderamiento femenino, hace lo que quiere con su cuerpo, vejada por su madre (buena Encarna Paso), tiene carácter para no achicarse ante ella;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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4 de enero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace 25 años que este premio le fue conferido a Camilo José Cela, y un escritor de su importancia en la literatura española no podía quedarse fuera de la ronda de homenajes de esta semana. Para adaptar su trabajo a nuestro formato, hemos elegido honrarle a través del análisis de la adaptación cinematográfica de una de sus novelas más conocidas: La colmena (1951), cuya redacción y edición se vieron salpicadas de graves problemas debido a la censura del régimen franquista. La película de igual nombre fue estrenada en 1982 bajo la dirección de Mario Camus y con el gran trabajo de José Luis Dibildos en la adaptación de la novela al guión. Cela dejará su huella en la película a través del papel de Matías.

Demasiado nos ha tomado recomendaros una muestra de los grandes clásicos del cine patrio, pero no será esta la única ocasión. Este film nos muestra la vida cotidiana del Madrid de 1943, durante la postguerra, usando como hilo conductor el destino incierto de los hombres, tratando otros temas secundarios como el recuerdo de la guerra, la doble moral, la miseria, el sexo, el miedo, la represión o la angustia existencial. Esta adaptación del guion por parte de Dibildos brilla por sí misma y por la propia trayectoria de su autor, y es que Dibildos es considerado el inventor de la tercera vía, un estilo de hacer cine en el franquismo que pretendía eludir la censura, sobre todo en los años setenta, de entre sus trabajos también podemos destacar sus comedias por la fiabilidad de la representación de la cotidianeidad de la España franquista, buen ejemplo podría ser “Españolas en París” (1975). Por su trabajo en la película, también adoptando las labores de producción, recibió el Oso de Oro en el Festival de Berlín de 1983.

Mario Camus, el director, por su parte pertenece a la generación del Nuevo Cine Español, que representa una renovación de la cinematografía nacional, impulsada por un realismo crítico influenciado por la Nouvelle Vague francesa. Fue elegido ganador del Oso de oro en el Festival de cine de Berlín en 1983 por La Colmena y obtuvo el Premio Nacional de Cinematografía en 1985, recibiendo el reconocimiento de la Academia española con el Goya de Honor de la Academia en 2011, a toda su labor cinematográfica.

Tras la dictadura, la apertura democrática producida a partir de 1975 supondrá el final de la censura, dándose nuevos aires de libertad que se verán reflejados en la actualidad cinematográfica mediante propuestas de muy diversa naturaleza, será en este contexto donde se ruede “La Colmena” (1982). Además de tener en cuenta su contexto, hay que tener por delante que no es una película, ni una novela, de estructura clásica, si como tal entendemos que tiene planteamiento, nudo y desenlace. No hay un único protagonista que persiga un objetivo, se enfrente a las dificultades de alcanzarlo y al final lo consiga. La novela en la que se basa el film tiene una estructura abierta, sin argumento ni desenlace, en la cual hay multitud de personajes que ofrecen pinceladas sobre su vida; es lo que se ha llamado una estructura caleidoscópica. Mario Camus sigue esta estructura consiguiendo que la cámara retrate la vida cotidiana de todos ellos, unidos en torno a un único espacio protagonista: el café donde coinciden. El argumento se basa en el retrato de esta amargada y repetitiva vida cotidiana de los personajes durante tres días en la postguerra madrileña.

En cuanto al reparto, mencionar que recoge a un elenco de actores y actrices muy variado y de alta calidad, encontrándonos a personajes de la talla de José Luis López Vázquez (Leonardo), Antonio Mingote (hombre de luto), Victoria Abril (Julita), la también cantante Ana Belén (Victorita), José Sacristán (Martín Marco), Antonio Resines (Pepe el Astilla), Concha Velasco (Purita), Mary Carrillo (Doña Asunción) o Luis Barbero (Pepe).

Cerrando este comentario, merece la pena señalar el palmarés de la obra, y es que a parte de los galardones ya comentados, la película recibió el reconocimiento del Festival Internacional de Cine de Berlín con el Oso de Oro a mejor película; el Fotogramas de Plata al mejor actor por la actuación de José Sacristán; el reconocimiento de la ACE (Nueva York) en cuanto a mejor película, mejor actor para José Sacristán, Rafael Alonso (Julián Suarez) como mejor actor de reparto, y María Luisa Ponte (Doña Rosa) como mejor actriz de reparto. A esto hay que sumar una extensa lista de reconocimiento otorgada por el Círculo de Escritores Cinematográficos.

Esta película aborda un tema más cercano para el público español, una desidia y una miseria que para muchos de nosotros sólo es un recuerdo de historias contadas por nuestros abuelos o padres, es por eso que vuestra opinión, como protagonistas de la historia de este país es crucial, sobre todo por la perspectiva del paso del tiempo que avala vuestra visión. ¿Qué opináis vosotros?

Cinemásticas, haz hueco en tu calendario.

https://cinemasticas.wordpress.com/2014/10/19/la-colmena-1982/
Macondina
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