Impávido

“Impávido” no solo marca el debut como director en la pantalla grande de Carlos Therón, sino que además es una pequeña joya. Es el ejemplo más claro de que con poco dinero y mucho ingenio se puede hacer gran cine. Rodada con un presupuesto claramente limitado, solventa de manera espectacular un guion trabajadísimo, aderezado con unas conversaciones desternillantes. El montaje es soberbio, inteligentes puntazos y muy buenas interpretaciones.

La cinta combina acción e intriga con una gran dosis de humor, en una historia por donde desfilan personajes de lo más insólitos. Los diálogos nos van introduciendo a una serie de personajes que se van entremezclando con una serie de situaciones que van empeorando por momentos y dando una serie de giros de consecuencias increíbles.

Se apoya en una excelente banda sonora conjugada de manera algo más que efectista con un poderoso ritmo narrativo estilo videoclip, que agiliza sin embrollar una trama bastante entretenida, aunque un tanto disparatada como no podía ser de otra forma con estos ingredientes.

Mejor arranque no ha podido tener Therón. En definitiva un peliculón ameno e imperdible, totalmente recomendable.

Raí, con i latina y tilde, fue un gran futbolista brasileño en los años noventa que le ganó, con el Sao Paulo, una Intercontinental al Barcelona (el "Dream Team" de Cruyff); en aquel partido hizo lo que quiso. Y Ray, con i griega, fue un grandioso boxeador, Sugar Ray Leonard, y un buen actor, Ray Liotta, y un mítico cantante, Ray Charles, y..., sobre todo, Ray Loriga, ese escritor, español de nacimiento (Madrid). "Pues tampoco cien por cien. Si americano también. Gringo ser muy absorbente", como apuntó sabiamente el genial Krahe en "Cuervo ingenuo". Como esta peli, española, pero americana-inglesa en verdad. Hija bastarda de mil padres. Tarantino hizo mucho daño, inició este cambalache ("Pero que el siglo xx es un despliegue de maldad insolente ya no hay quien lo niegue. Vivimos revolcaos en un merengue...", como ya cantó Gardel la inmortal letra de Discépolo), y Boyle siguió la misma senda con la fundacional "Trainspotting", y Ritchie la confirmó y expandió,... El puñetero posmodernismo cinematográfico; de género, de atracos, mafiosos, matones, putas, asesinatos y humor (se supone), diálogos brillantes, ironía, sangre y cachondeo. De eso se trata, de pasar el rato frívolamente, entre tiros, drogas y gracias. Chistes, muchos. Y voces en off, como de cine negro clásico, más o menos.
Pues eso, que casi ni es una película, sino un capítulo más, prácticamente indistinguible de otros centenares que llegaron antes y de los que vendrán después. La misma papilla tumefacta y onanista, consabida y autocomplaciente.
Y se ve bien. Hay talento (para la imitación y el estilo) y momentos buenos, brillantes, de buen cine. Pero quizás llega demasiado tarde. A pesar de que no aburre y tampoco se les va de las manos, y cumple, y hay oficio, y hasta cierta inteligencia. Pero se acaba haciendo larga. Y la trama acaba importando nada. Y el final no viene muy a cuento. Y te acaba dando todo igual.
Bueno, las hay (mucho) peores.
Manolo Solo, muy bien. Torné y Vidal, muy mal. Villagrán, como siempre, hace "de sí mismo", lo cual es casi un piropo.

Simpática comedia mafiosa que recuerda vagamente a las dirigidas por Guy Ritchie (Snatch cerdos y diamantes, Lock & Stock...) salvando grandes, grandísimas diferencias claro. No tiene nada que la hagas recordar a los días de haberla visto pero es cuanto menos entretenida. Se hecha en falta eso sí algo de picante, nosé, una teta o algo, qué quereis, es a lo que acostumbra éste tipo de cine, no es mi culpa hombre. Por lo menos sale Marta Torné en lencería fina que ya es algo, porque no veas si está macizorra.

Por lo demás, el guión, los personajes, etc...del montón, como dije antes, al menos es entretenida.

Que el principal gancho publicitario, al menos en principio, sea un actor porno no debería decir mucho en favor de una película convencional. Lo cierto es que, Nacho Vidal aparte, la película ofrece suficiente como para verla y no arrepentirse de haberlo hecho. La patente de la acción gamberra con múltiples personajes ya la tienen otros, pero sí que es cierto que al menos Carlos Therón, su director, mejora y progresa adecuadamente respecto a su anterior película mediante diálogos y situaciones ocurrentes.

Guy Ritchie ha calado profundamente en una generación completa de directores que intentan emular su estilo, su forma de llevar la cámara o tratan de copiar sus enrevesadas y a la vez simples historias de ajustes de cuentas, robos de media monta y huidas sin control.

Y entre estos cineastas se encuentra Theron y su alocada "Impávido", que mezcla esas historias de trabajos ilegales, películas que empiezan por unos cuantos cabos sueltos sin apenas importancia (esa secuencia tan atípica e insólita del robo inicial) y en las que vemos desfilar a policías corruptos, prostitutas muy listas, empresarios con tapaderas y acción, mucha acción que lleva al espectador de un lado a otro, uniendo esos cabos que esperaban a ser atados.

Todo gira en torno a nuestro protagonista Ray, hombre confiado al que le gusta jugar, beber, robar coches, y que se ve envuelto en trabajos irregulares que le llevan a ser el blanco de conspiraciones absurdas y caóticas. Para interpretarlo, Villagrán era la persona perfecta. Es un profesional ágil y fluido, que absorbe lo esencial de los personajes y que plasma en pantalla todo lo que ha ensayado. Del resto del reparto solo destaca Manolo Solo, casi epicentro del film con su facilidad de palabra y don de la ubicuidad.

Una película "Impávido" divertida y traviesa, entretenida y surrealista que rebosa acción, equívocos y da más de lo uno esperaría de este tipo de películas, aunque como siempre un final tan esperado y previsible no termina de convencer, pero aún así puede mirarse dignamente en el espejo.