El ladrón

Vor. El ladrón nos cuenta los recuerdos de infancia del narrador, una voz en off que de vez en cuando interviene en la película con comentarios que probablemente en algún momento sobrarían (como quizás sucede al final de la película). El punto de vista, durante buena parte de la misma, es la mirada ingenua de un niño que siente la ausencia de la figura paterna y que intentará sustituirla por el soldado del que se enamorará su madre. Pero este hombre resultará ser un bala perdida, lo cual provocará en el protagonista sentimientos encontrados que oscilarán entre el cariño y la animadversión. Todo ello ambientado en la URSS estalinista de la inmediata posguerra, marcada por la miseria y la lucha por la supervivencia.
Finalmente, hay que decir que compitió por el Oscar a la mejor película extranjera, que finalmente se llevó la holandesa Carácter.
Sigo en el Spoiler.

Parece que la caída del comunismo hizo que hicieran una película rusa con todos los tópicos del cine norteamericano, tal vez el director se sintió liberado y pudo copiar sin sentimiento de culpa, en fin, el resultado fue bueno para él porque los norteamericanos y otros afines lo reconocieron, reconocieron su voz en esta pelicula.

La clasica historia simplona, basica y elemental; el hombre llega se levanta a la mujer sola, se la tira en el tren, en el cuarto, otra vez en el cuarto y otra vez en el cuarto, la mujer gime durante el acto, una cara bonita que muestre los pezones, una escena forzada de violencia, el tatuaje de Stalin y los cuadros del dictador por todas partes y la bandera del camarada en el circo y el brindis por el genocida ¡todo para demostrar el fanatismo por Stalin! por dios, que burdo es esto, que simplonería.

Pelicula para ver una tarde mientras haces zapping o comes o hechas una cabezadas; sin ser una maravilla ni mucho menos, la pelicula Mi amigo Ivan Lapshin muestra la miseria y falsedad de la Rusia comunista, la alienacion y el patetismo, ojo no es una buena pelicula pero por lo menos el contexto es bueno.