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La bella mentirosa

Drama Nicholas, un joven artista parisino, viaja con su novia Marianne a un pequeño pueblo de provincias para visitar a Edouard Frenhofer, un famoso pintor que vive allí aislado del mundo. Nicholas intenta persuadirlo para que pinte su último gran cuadro: "La bella mentirosa", con su novia como modelo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
22 de noviembre de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una curiosa e interesante película. "La bella mentirosa" es algo más que una reflexión sobre la creación artística, es más bien una película sobre la condición humana y su eterna aspiración de trascender. He visto la versión corta, posiblemente se me habría hecho muy larga esta historia rodada durante cuatro horas. He de admitir que al principio no me estaba atrayendo. La historia de un veterano artista, recluido en su casa de campo, visitado por un joven y entregado admirador con su despreocupada pareja, no me resultaba especialmente atractivo. El repentino deseo del pintor de volver a su magno proyecto de encontrar su obra absoluta utilizando como modelo a la joven visitante, resulta, además de previsible, poco verosímil, sobre todo después de un encuentro entre los personajes del que no parecía desprenderse excesiva química. La posterior evolución de la historia, con un cambio de actitud de los personajes, no es del todo coherente, sobre todo en lo que se refiere al joven admirador, cuyo comportamiento es tan ingeno que no resulta creíble.

Pero, en su segunda mitad, la película remonta de una manera incomensurable, hasta el punto de que "La bella mentirosa" termina siendo una obra única y enigmática. La relación entre el pintor y la modelo termina configurando una especie de universo paralelo, un agujero negro que arrastrará también la existencia de todos los personajes que le rodean. Además, ésta es una película de contrastes: la aclaparadora luz solar bañando la campiña francesa contrasta con la penumbra y claustrofobia del estudio; el compromiso irrenunciable del pintor en busca de su obra final se contrapone a la placidez de su acomodada vida de campo, que él mismo se ha construido; el idealismo del artista choca con la necesidad de desplegar horas y horas de trabajo; la voluptuosidad de Emmanuelle Beart no altera el clima deliberadamente antierótico de toda la película; el misticismo del arte contrasta con la avaricia del galerista, que espera desde fuera a que se produzca el "parto" de una obra maestra que le llene de ganancias, como un ave de rapiña que quizá algún día Jane Birkin disecará. En definitiva, espiritualidad contra materia.

Y todo lleva a un final contundente, impactante y redondo, que definitivamente justifica de sobra el visionado de este film.
rober
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27 de diciembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Publicado primero como, “El maestro Frenhofer”, en el diario L’Artiste, en agosto de 1831, el cuento fantástico que se convirtiera en una de las mejores reflexiones sobre el arte de la pintura que se hayan escrito, fue finalmente incluido en los ‘Estudios Filosóficos’ que, en 1937, publicara Honoré de Balzac, y su título definitivo (con el que se integraría a La Comedia Humana, en 1946) fue, ‘Le Chef-d’œuvre inconnu’ (La Obra Maestra Desconocida).

Aunque reclama la reflexión concienzuda, pocos cuentos, como éste, consiguen atraer tanto la atención, y en sus muy cortas 14 páginas, uno siente que no sobra ni una sola palabra, pues, cada frase luce escrita para significar y trascender, sensación que se capta, especialmente, cuando se es de aquellas personas a las que el arte les corre por las venas, y la belleza cuando acaricia, penetra hasta las entrañas. Aunque, el meollo del asunto pareciera físico, en mi caso, lo he sentido espiritual hasta la médula porque, de nuevo, Balzac llega a la conclusión de que ‘los verdaderos efectos de la naturaleza pierden verosimilitud al plasmarlos en un lienzo’, al tiempo que comprende cabalmente que ‘la forma es un medio para plasmar ideas, sensaciones y una vasta poesía’.

El debate entre sus protagonistas: El nobel pintor Nicolas Poussin; el cuestionado artista Porbus; y el gran maestro Frenhofer, pone a tres generaciones frente a un arte en el que, la mayoría sólo aprecia la forma, mientras que, el maestro quizás llegue a la conclusión de que, en la naturaleza ¡el dibujo, sencillamente, no existe!, y que se trata es de ‘captar el espíritu, el alma, la fisonomía de las cosas y de los seres’.

“La Obra Maestra Desconocida”, fue el punto de partida para la película de Jacques Rivette, <<LA BELLA MENTIROSA>>, una tarea bastante compleja, pues, lograr que visionemos lo que, con finas palabras describe el escritor francés en su celebrado cuento, es tarea harto compleja, así que, con sensatez, se propuso una visión personal de la labor del artista, y su compromiso -con plena subjetividad- del arte de la pintura.

De hecho, el resultado es distinto, pero lo he sentido hondamente interesante, especialmente cuando, el recordado director de, "La Religieuse", profundiza visualmente en la confrontación entre la obra humana (el lienzo) y la creación divina (la mujer). La lectura, entonces, se da a otro nivel, y el arte que surge de la mano del hombre, pierde sensiblemente en todo punto de comparación, más cuando la protagonista es, Emmanuelle Béart, la suerte de mujer que da plena cuenta del inefable arte al que, con cierta frecuencia, accede la naturaleza.

Quedo, desde entonces, con la sensación de que, la subjetividad que el arte posee, según lo demuestra Balzac, tiene también su objetividad en su punto de comparación con el arte de la Divinidad.

Aunque, en detrimento de la obra de Rivette, pesa la extrema duración (229 minutos) con muchos puntos muertos y/o reiterativos; la adición del personaje de Julienne carece totalmente de importancia; y las largas caminatas de casi todos los personajes apenas sirven para recorrer la casona… se le abona, en cambio, el personaje de Liz, pues, tiene un gran mérito al confrontar, con su labor, el penoso arte de naturaleza muerta con la naturaleza viva; y por otra parte, la manera como, progresivamente, el maestro Frenhofer va descubriendo el alma, la sensibilidad y la inteligencia de su modelo, se convierte en una saludable metáfora de la común relación hombre-mujer como suele darse en nuestra sociedad, donde, todavía hoy, la mujer está obligada a ganarse (o a exigir) su propio espacio. Esa frase de Marianne: “Déjeme encontrar mi sitio, mi movimiento, mi ritmo… y si no le gusta lo dejamos”, sabe a mujer de hoy… y así es como empieza a cambiar la historia femenina.
Luis Guillermo Cardona
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24 de enero de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra sobre dos jóvenes que tienen la oportunidad de visitar al maestro Frenhofer, un pintor retirado del mundo, que lleva tiempo sin dedicarse a su obra. La visita, hará que sienta ganas de retomar una obra que dejó tiempo atrás inacabada, “La belle noiseuse”.

Se trata de una obra contemplativa, en que muchos de sus pasajes son a tiempo real, mientras observamos los primeros esbozos, con plumilla, aguatinta o carboncillo.
Mostrando de forma detallada esta relación individual entre pintor y modelo, podemos extrapolar varios puntos concretos sobre lo que supone una creación artística como una búsqueda que siempre trata de ir más allá.

La película siempre tiene la aspiración de capturar lo que supone tratar de expresar algo y no solamente copiarlo, y para ello, utiliza elementos de forma sobria y precisa, tanto en el sonido como en las actuaciones de unos intérpretes que mantienen un gran nivel.

La expresión de lo que logran tras el trabajo físico, mental y espiritual da pie al retrato de un instante veraz, un momento efímero que captura y muestra la esencia de algo, que como en la obra de Balzac en la que está se basa, se busca una obra maestra capaz de mostrar aquello que no se ve.
mi_mo_ca
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17 de noviembre de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Una obra que se termina es como un recién nacido, se necesita tiempo para entender quién es y qué será».

Es apasionante. También lo es su cine donde reflexiona no solo sobre los límites entre teatro y cine, sino sobre el papel de los recursos teatrales dentro del medio puramente cinematográfico —pues el de Rivette es un cine complejo, que exige una predisposición determinada y una entrega a esa experiencia que supone cada visionado, donde todo está abierto y puede ocurrir—.

Pero aquí, en la que hasta ahora seguramente sea mi favorita de él, uno tiene la sensación de que —pese a sus casi 4 horas de duración— haya una cierta vocación popular y resulte una de sus obras más accesibles que puede entender y disfrutar cualquiera. Cine aparentemente sencillo pero lleno de ideas, de una envidiable sobriedad y a la vez riqueza formal (el uso del sonido y un sinfín de matices y de decisiones expresivas inteligentísimas).

Da igual la expectativa que se tenga, la película sorprende de cualquier manera y muestra una muy interesante evolución de los personajes. Por mí habría seguido en ese taller contemplando tan rigurosamente aquellos bocetos durante más tiempo sin ningún problema.

Cine profundamente lúcido y vivo, al que uno desea regresar y descubrir de qué nueva manera se relacionará con él.
Harvsi
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17 de julio de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
217/21(15/07/20) Más que interesante drama galo realizado por el veterano impulsor de la nouvelle vague Jacques Rivette, de sus obras más accesibles y diáfanas, adaptando libremente un cuento de Honoré de Balzac, publicado primero como, “El maestro Frenhofer”, en el diario L’Artiste en agosto de 1831, el cuento fantástico que se convertiría en reflexión sobre el arte de la pintura, finalmente incluido en los ‘Estudios Filosóficos’ que, en 1937, publicara Honoré de Balzac y su título definitivo fue, ‘Le Chef-d’œuvre inconnu’ (La Obra Maestra Desconocida). Rivette suma elementos de los cuentos "El mentiroso" y "La figura en la alfombra", y la novela “The pappers of Aspern” de Henry James. Cinta que ahonda en los procesos de la creación el arte, ello mientras ausculta como una pintura puede enfrentar a artista y modelo, la lucha entre la creación escondida en el alma de la mujer, y para hacer visible la verdad artística se ha de desnudar la modelo no solo físicamente, si no psicológicamente, esto reflejado en el duelo entre ambos, indagando en como el lenguaje artístico resulta complejo y alambicado en sus vías para llegar al éxito. De cómo el pintor debe abrir su alma para poder expresar con el pincel su arte trascendente, y con ello expande una ola alienante tóxica. Las actuaciones resultan en su trío maravillosas, con un carismático Michel Piccoli como el pintor, una sensual Emmanuelle Béart que tiene la difícil papeleta de dar realismo y vigor a un rol en que está la mayor parte del tiempo desnuda y además tiene que dar replica a Piccoli, y lo hace con excelsa energía, y Jane Birkin, encantadora como la sufriente esposa del pintor. Obtuvo el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes, fue nominada a la Palma de Oro y acumuló 5 nominaciones a los premios César. Fue rodada en el Chateaux de Assas (N. de Montpeller) y alrededores.

Los peros están en su desmedida duración, cuatro horas de metraje pueden resultar exquisitas para quien guste de quedarse obnubilado minutos y minutos y minutos observando como el pincel (cual cuchillo) dibuja trazos y más trazos sobre lienzos, eso puede estar bien una vez, pero una y otra, y otra, cansa y me hastía, con menos metraje habría ganado en síntesis y en solidez narrativa y que alargando minutaje en reiteraciones y subrayados letárgicos llega a producir tedio. Sé que hay una versión más corta, pero yo la que juzgo es la integral y la que Rivette hizo con libertad.

Son pocos los personajes, una cuasi-obra de teatro en su ascetismo cuantitativo actoral, y cada uno tiene un rol definido. Frienhofer simboliza el Arte, la búsqueda de algo tan etéreo e idealista como la Verdad del Alma; Marianne es la Musa, la inspiración para el Arte, su belleza cuasi-perfecta no solo es una figura a tallar con pincel, tiene personalidad y ello hará más trascendente la obra; Liz, es la antigua Musa, la añeja inspiración de un tiempo lejano que ejemplifica el cansancio del camino del Artista, su anclaje con el pesado pasado que le intenta influir. Tiene la afición de disecadora, cual reflejo de su alma taxidermizada por la actitud fría del pintor; Porbus (buen Gilles Arbona) es el motor oculto del Arte, el que impulsa en las sombras que el artista tenga ocasión de trabajar en libertad, el mal necesario del mecenazgo; Nicolas (correcto David Bursztein), es el discípulo del artista que ofrece lo que tiene para ayudar a su ‘héroe’, ósea, a su pareja como modelo, pero esto es traspasar la línea y entra en conflicto al darse cuenta la personalidad vampírica de su admirado pintor. Su juventud es claramente deudora de su inseguridad. Es un rol un tanto incoherente en su anárquico comportamiento; Julienne (correcta Marianne Denicourt), hermana de Nicolas, que viene a ser su cuasi-incestuoso Pepito Grillo, me resulta un rol incensario que no ubico dramáticamente que aporta, totalmente errado e innecesario.

Eduard Frienhofer es una especie de místico capaz de cual cirujano del alma extraer la verdadera esencia de la modelo. Es por ello que dejó diez años atrás de pintar a su esposa Liz (Jane Birkin), para no exponer su alma al mundo, como si en su interior hubiera algo pernicioso a esconder, el pintor prefiere abandonar el ‘proyecto’ y dejarlo inconcluso, antes que exponer a su esposa a sus demonios internos. Hasta que transcurrida una década la obsesión por hacer un último cuadro antes de retirarse vuelve a aflorar ante la belleza turbadora de Marianne (Emmanuelle Béart), la pareja de un joven admirador de Frienhofer. Para llegar a empezar el cuadro el film se estira cual visita de los suegros, una hora para llegar a la sala de pintar. Con múltiples bocetos, dibujos a carboncillo, a lápiz, lavados de acuarelas, todo seguido con deleite cuasi-onanista, un seguimiento a la mano del pintor (en realidad la mano que pinta es la del pintor francés Bernard Dufour, 21/12/1922 – 21/07/2016). A partir de entonces se produce un tour de forcé chispeante entre artista y modelo, aunque con un exceso de regocijo en ver como hace bocetos y los deshecha, y vuelta a empezar, en un bucle cuasi-infinito que produce distancia, ya sé que quiere mostrar las dudas y el complicado proceso creativo, pero no hace falta machacarlo durante tanto tiempo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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