Solo nos queda bailar

La historia es sencilla; aunque debo añadir que la danza no se encuentra bien integrada en el conjunto, sirviendo solo como justificación, aunque en apariencia sea lo más trascendente.

La evolución del personaje principal, interpretado por Levan Gelbakhiani,, es desoladora, parece que se encaminara hacia el abismo. Cuando decide abrirse al mundo, surgen las limitaciones de una vida muy pequeña, carente de estímulos para lograr su objetivo.

La música de ABBA desde siempre me ha aportado un puntillo de positividad. En su BSO contiene un tema del grupo sueco, tal vez no de los más populares, aunque si reconocible.

Supera el 5 pero no alcanza el 6.

And then we danced, es el tercer largometraje de Levan Akin, realizador sueco de ascendencia georgiana.

Ha sido proyectada en la Quincena de los realizadores de el Festival de Cannes y en la Seminci, donde su actor principal Levan Gelbakhiani, ha obtenido la Espiga a mejor actor.

Es una película sobre el descubrimiento de la identidad sexual, de Merab su protagonista, un prometedor bailarín de la Compañía Nacional de Danza de Georgia, que entabla una amistad con Irakli el nuevo miembro de la Compañia de baile, amistad, que posteriormente se convertirá en admiración y en amor.

Su historia de amor, es difícil hacerla pública por la homofobia de la sociedad georgiana, y en concreto de la Compañía de baile, cuyo profesor no para de repetir frases como «No hay lugar para la debilidad en la danza georgiana» y «La danza georgiana se basa en la masculinidad»

Nos encontramos ante una película llena de tópicos, de chico conoce a chico, la dureza de conservatorios , escuelas de baile…., hermano que mete en continuos problemas al protagonista.

Otra cosa que nos chirría de la película, es mostrar continuamente a unos jóvenes, a priori deportistas y con una profesión que requiere disciplina, fumando y bebiendo cada vez que tienen oportunidad.

Sin embargo se justifica la existencia de la película, como denuncia de esas sociedades no tan lejanas a la nuestra y que todavía, no aceptan las diferentes opciones sexuales.

Tampoco podemos olvidar los números de baile sensacionales, que son todo un tour de force entre los dos protagonistas.

Día 1 - Festival de cine europeo de Sevilla
And then we danced nos habla sobre el sentimiento de pertenecer y no pertenecer a un sitio, a una cultura, a una forma de vida, a una realidad que nos ahoga.
Nos dicen que tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos para llegar a ser lo que queramos. Pero, ¿Qué ocurre cuando das todo y te llegas a dar cuenta que no sirve? ¿Qué ocurre cuando tu más profundo ser no es válido?
Llegas a lo más alto, la euforia, cuento de hadas que dura poco hasta que solo te queda escapar. Entonces llegarás a encontrarte a ti mismo y bailar. Bailar hasta el final.
Este film sueco entrelaza los valores de la danza georgiana con la realidad de la homosexualidad en este país. Los aspectos estructurales de films sobre baile y homosexualidad son los esperados. Nos encontramos en espacios comunes que nos evocan a otras cintas.
Se destaca este ejercicio en la potencia de la actuación del nuevo actor Levan Gelbakhiani: su danza y sus sentimientos resultan muy convincentes; así también prevalece el valor cultural de la danza georgiana.
Recomendable para espectadores interesados en danza o temática LGTB. Así como espectadores que abstrayéndose de encontrarse en lugares comunes sepan disfrutar una película de muy agradable visionado y una fuerza en sus escenas que la hace sobresalir a otros films similares.

Levan Akin, cineasta sueco de origen georgiano nos sumerge, a través de la tradición del baile georgiano, en una historia de homosexualidad en un país donde ese tema es tabú.
Lo que intenta reflejar es la brecha generacional entre los defensores a ultratumba de sus tradiciones y los jóvenes que beben de la cultura occidental.
La música inunda la película y el baile final del protagonista es genial.
Gran interpretación de Levan Gelbakhiani , bailarín de la compañía nacional de danza de Georgia, que le ha valido el premio al mejor actor en la Seminci 2019.
Según contó el director en la rueda de prensa de la Seminci, el proyecto tuvo dificultades, “pedimos apoyo para la elección de los bailarines y nos dijeron que la homosexualidad no existe en el baile georgiano y que nos fuéramos”.

Catarsis a través del cuerpo, una ruptura a la tradición. Los recursos narrativos y los personajes de películas sobre baile están aprendidos por el espectador. La fórmula funciona en la medida en que exista algo más allá del reto personal y profesional, y toque a la audiencia. El escenario, la cultura, la historia de un país y su tradición, sumado a la magnífica banda sonora, se conjugan para darle valor a una historia sensacional y potente.

Con mucha coherencia y cohesión, se construye un relato de descubrimiento, de movimiento, de mocedad, y que contagia con su música. Allí, cuando las palabras sobran, aparece la musicalidad para narrar, para potenciar la catarsis de los personajes y el propio descubrimiento.

Y es el contexto, el lugar, la tradición de un país conservador, los mayores obstáculos del protagonista, en una historia que se apoya en esta circunstancias para fortalecer su discurso. De allí que se mencione con recurrencia la localización: Georgia. Es un viaje no solo por las costumbres de un país que tiene una basta mezcla de influencias tanto rusas como turcas, asiáticas y europeas, sino que también es un viaje por la juventud, la exploración, los cambios físicos y sicológicos, y el encuentro con la identidad.