Capitanes intrépidos

Aún recuerdo lo impresionado que me quedé la primera vez que la ví, tendría yo unos doce años, quién pudiera haber sido el chico protagonista y junto a Spencer Tracy navegar los mares del mundo. No os la perdais y si podeis hacedlo con vuestros hijos, sí esos que lo primero que os dirán es "En blanco y negro, pero papá...!" vereis como cambian de idea, y llegarán a admitir que el color no hace al monje.

Película grande, en la que dos almas puras, encuentran la verdadera amistad. Viaje iniciático en el que un niño se convierte en un hombre. Maravilloso retrato de la dura vida de los marineros. Cuando terminó sentí que, como el niño, tambien yo he viajado con MANUEL y me he convertido en una mejor persona, y solo por eso me mereció ver esta peli. Estupenda actuación de TRACY, BARRYMORE, y el niño, grandes escenas épicas y sentimentales, y un gran final. ¿Se puede pedir algo más?
Volveré a verla.

Esta película lo tiene todo: un poco de aventura, un poco de comedia, un poco de drama, mucha amistad... y en la mezcla conseguimos un guión único con unos barcos preciosos, unos diálogos muy humanos y unas escenas de lo más entrañables.
Es difícil ver esta película y no encariñarse con Manuel, y es que, siendo hombre de mar, demuestra una sensibilidad muy atípica, sensibilidad musical y humana, en cuanto que prácticamente adopta a Harvey (un niño malcriado que llega casi por sorpresa al barco)
Los actores han estado sobre todo muy graciosos, puesto que la mayor parte del largometraje transcurre entre risas, chistes y escenas bastante cómicas, pero en cierto punto la trama se vuelve un poco dramática y empuja a soltar alguna que otra lágrima comedida, pero imposible de retener. Como ya he dicho, el más destacado de todos es Spencer Tracy, en su papel de Manuel, un pescador de origen portugués, bonachón, simpático y muy alegre.
Resumiendo, estamos antes una historia muy bonita que nos muestra el valor de la humildad y el trabajo diario; aparte de unas embarcaciones de lo más preciosas y una ambientación marina muy lograda.
Altamente recomendable.

La película trata de como, cuando se es niño y se tiene todo no se sabe valorar las cosas y más cuando tu padre te lo da todo.
Hasta que un dia por diferente motivos uno gracias a la ayuda en este caso de un pescador, se hace consciente de el significado de la vida y las cosas importantes que hay en ella.
Es un film de encuentros y desencuentros en la vida de personas, sobre todo en el caso del niño. ¿Que le depará su futuro?.
Quizás muchos niños de hoy en día necesiten del personaje de Manuel(Spencer Tracy).
Todos los actores estas maravillosos y el niño lo borda.

Capitanes intrépidos es de esas películas capaces de desmenuzarte el alma con un suspiro. Sin grandes pretensiones artísticas, sin arrojar por la borda enormes cantidades de dinero, es una cinta absolutamente emotiva que te rasga el corazón y que se mueve como pez en el agua entre la aventura y el drama. Pero es además una película de valores, demasiado doctrinante en moral católica (estamos hablando de un filme de 1937) pero que va mucho más allá de la religión, tanto que no hay predicador que pueda imbuir tanto amor, tanto sentido de la responsabilidad, tal alabanza al esfuerzo y al trabajo duro, tal oda a la honradez, que castiga la pretenciosidad, que muestre con tal fortaleza el valor de una familia como esta película. Soberbio en la dirección de Victor Fleming, la película cabalga entre una serie de personajes, definidos, redondos, de piel que están interpretados de una forma magnífica tanto por el marinero Manuel (Spencer Tracy se llevó el Oscar por su actuación en el único gran reconocimiento que llevárase esta película) como por el niño Freddie Bartholomew, en una de las mejores interpretaciones hecha jamás por un niño en toda la historia del cine. Un guión de peso, con frases que marcan como un arado y un ritmo perfecto entre la emoción y el desasosiego, que jamás aburre, sin necesidad de que la taquicardia tenga que hacer presa del espectador, completan una obra sublime, que, además, es de esas pocas joyas del cine clásico por las que el paso del tiempo no influyen, las buenas historias y los buenos sentimientos pervivirán por siempre y esta película los saca a flor de piel, haciendo gala de un conocimiento de esa indescifrable lágrima primigenia común a toda la humanidad. Es además un filme optimista, con un dulce sabor de boca que pone sobre la mesa la condición del ser humano afirmando que se puede cambiar, que hay algo bueno dentro de cada uno de nosotros, aunque no siempre lo mostremos. Una obra completa y maravillosa.

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