Bebé renoMiniserie
2024
Richard Gadd (Creador), Weronika Tofilska ...
13.479
Serie de TV. Thriller. Drama. Terror
Miniserie de TV (2024). 7 episodios. Cuando un cómico en apuros tiene un gesto amable con una mujer vulnerable, desencadena una obsesión enfermiza que amenaza con destrozar la vida de ambos. (FILMAFFINITY)
17 de mayo de 2024
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Una completa oda al victimismo" es la descripción más acertada para esta serie de Netflix, que se caracteriza por una visión distorsionada de la realidad que parece obsesionada con la agenda "woke" y el victimismo. La serie presenta a mujeres incomprendidas, personas transgénero retratadas de manera irreprochable y mujeres negras centradas y correctas, lo que parece una lista de verificación de diversidad forzada, en lugar de personajes complejos y realistas.
Como es habitual en estas series, los hombres blancos son reducidos a dos estereotipos: el villano malvado y el personaje pusilánime y cobarde. Esta reducción de personajes masculinos no solo es perezosa, sino que también contribuye a perpetuar una división artificial y dañina entre géneros.
Es una lástima que una serie con un inicio prometedor y una excelente producción pierda su rumbo tras unos pocos episodios. La obsesión de la serie por ser políticamente correcta y evitar cualquier tipo de controversia hace que se prive al espectador de un producto original e interesante. Al final, esta serie se convierte en una oda al victimismo y al masoquismo, donde la verdadera historia y los personajes están subordinados a una agenda ideológica.
En lugar de crear un mundo realista y complejo donde los personajes deban enfrentarse a situaciones difíciles y tomar decisiones morales difíciles, la serie se aferra a una versión simplista y estereotipada de la vida real. El resultado es una historia que no solo carece de profundidad y originalidad, sino que tampoco logra entretener al espectador.
El "wokeismo" y la corrección política han absorbido cualquier potencial que esta serie pudiera haber tenido. En lugar de crear una historia interesante y emocionante, la serie se ha convertido en una muestra de cómo el miedo a la controversia y la obsesión por la diversidad forzada pueden arruinar lo que podría haber sido una serie de calidad.
Como es habitual en estas series, los hombres blancos son reducidos a dos estereotipos: el villano malvado y el personaje pusilánime y cobarde. Esta reducción de personajes masculinos no solo es perezosa, sino que también contribuye a perpetuar una división artificial y dañina entre géneros.
Es una lástima que una serie con un inicio prometedor y una excelente producción pierda su rumbo tras unos pocos episodios. La obsesión de la serie por ser políticamente correcta y evitar cualquier tipo de controversia hace que se prive al espectador de un producto original e interesante. Al final, esta serie se convierte en una oda al victimismo y al masoquismo, donde la verdadera historia y los personajes están subordinados a una agenda ideológica.
En lugar de crear un mundo realista y complejo donde los personajes deban enfrentarse a situaciones difíciles y tomar decisiones morales difíciles, la serie se aferra a una versión simplista y estereotipada de la vida real. El resultado es una historia que no solo carece de profundidad y originalidad, sino que tampoco logra entretener al espectador.
El "wokeismo" y la corrección política han absorbido cualquier potencial que esta serie pudiera haber tenido. En lugar de crear una historia interesante y emocionante, la serie se ha convertido en una muestra de cómo el miedo a la controversia y la obsesión por la diversidad forzada pueden arruinar lo que podría haber sido una serie de calidad.
12 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Mi reno de peluche" o "Baby Reindeer" es una joya que llega a nosotros mediante la plataforma de "Netflix" en formato de miniserie con siete capítulos, en ella se nos cuenta la historia vivida por el propio creador, director, actor de la serie "Richard Gadd".
Los encargados de dirigir esta miniserie son "Richard Gadd" junto con "Weronika Tofilska", "Josephine Bornebusch" los cuales nos presentan una dirección muy trabajada a todos los niveles donde se puede apreciar lo que está ocurriendo tanto en la escena como lo que sienten los propios personajes de esta historia tan dura y que llega hasta el punto de dejarte mal cuerpo al espectador. Pese a que se repiten varios escenarios donde ocurrieron los hechos narrados, creo que la dirección está muy bien y se debe aplaudir su trabajo.
El guion íntegramente corre a cargo de "Richard Gadd", quien es la persona que vivió estos hechos tan duros para él, donde lo acosaron de todas las maneras posibles y hasta llegaron a violarlo, drogarlo para aprovecharse de él.
Su trabajo para traer esta historia tan dura a los espectadores me ha parecido excelente y ha tenido mucho valorar al contar esta historia a todo el mundo con todo lujo de detalles.
A nivel actoral debo destacar el gran trabajo de todo el elenco de actores que han participado en dar vida a todos estos personajes sobre todo a "Richard Gadd", quien se interpreta a sí mismo en una historia que vivió de primera mano es sus carnes y su cabeza porque seguro que no ha sido fácil para él.
La fotografía y la ambientación ha sido muy buena a nivel de trabajo, donde se nos traslada a una época anterior donde se puede ver en la propia tecnología, vestuario para dar al espectador una mayor ambientación, además de esa oscuridad de esta historia tan dura.
La música tiene presencia cuando es necesaria, pero algunas pistas no me han parecido nada del otro mundo y creo que había mejores elecciones.
En resumen, una joya no apta para todos los públicos y una historia que puede hacer sentir mal al propio espectador, ya que es muy dura, pero creo que se debe contar y no quitar importancia como ocurría hace años con el tema del acoso.
Nota: 9/10
Los encargados de dirigir esta miniserie son "Richard Gadd" junto con "Weronika Tofilska", "Josephine Bornebusch" los cuales nos presentan una dirección muy trabajada a todos los niveles donde se puede apreciar lo que está ocurriendo tanto en la escena como lo que sienten los propios personajes de esta historia tan dura y que llega hasta el punto de dejarte mal cuerpo al espectador. Pese a que se repiten varios escenarios donde ocurrieron los hechos narrados, creo que la dirección está muy bien y se debe aplaudir su trabajo.
El guion íntegramente corre a cargo de "Richard Gadd", quien es la persona que vivió estos hechos tan duros para él, donde lo acosaron de todas las maneras posibles y hasta llegaron a violarlo, drogarlo para aprovecharse de él.
Su trabajo para traer esta historia tan dura a los espectadores me ha parecido excelente y ha tenido mucho valorar al contar esta historia a todo el mundo con todo lujo de detalles.
A nivel actoral debo destacar el gran trabajo de todo el elenco de actores que han participado en dar vida a todos estos personajes sobre todo a "Richard Gadd", quien se interpreta a sí mismo en una historia que vivió de primera mano es sus carnes y su cabeza porque seguro que no ha sido fácil para él.
La fotografía y la ambientación ha sido muy buena a nivel de trabajo, donde se nos traslada a una época anterior donde se puede ver en la propia tecnología, vestuario para dar al espectador una mayor ambientación, además de esa oscuridad de esta historia tan dura.
La música tiene presencia cuando es necesaria, pero algunas pistas no me han parecido nada del otro mundo y creo que había mejores elecciones.
En resumen, una joya no apta para todos los públicos y una historia que puede hacer sentir mal al propio espectador, ya que es muy dura, pero creo que se debe contar y no quitar importancia como ocurría hace años con el tema del acoso.
Nota: 9/10
18 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abordar la serie sin información previa generan una montaña rusa de sensaciones y sentimientos: comparación, lástima, risa, indignación, resignación, sorpresa y más. Los buenos no son tan buenos, los malos no tan malos, los superficiales no tan superficiales pero todos atrapan por igual.
Como una pelea de fondo, donde lo único que podemos esperar son golpes y más golpes, solamente nos queda prepararnos para lo que viene. De donde venga y como venga. ¿Saber que el protagonista es quien escribió y dirigió la serie en base a su experiencia real aliviana el peso sobre nuestros sentidos? No, lo hace más crudo porque las argumentaciones ya no las buscamos en el guion y en la cabeza de los creadores sino en lo que nos rodea y con lo que convivimos cotidianamente.
Audiovisualmente logra una estética muy particular, rica en recursos y actuaciones descollantes (en un punto muy alto está Jessica Gunning).
Seguro tendremos mejores elementos para (no) entender este mundo luego de ver esta historia.
Como una pelea de fondo, donde lo único que podemos esperar son golpes y más golpes, solamente nos queda prepararnos para lo que viene. De donde venga y como venga. ¿Saber que el protagonista es quien escribió y dirigió la serie en base a su experiencia real aliviana el peso sobre nuestros sentidos? No, lo hace más crudo porque las argumentaciones ya no las buscamos en el guion y en la cabeza de los creadores sino en lo que nos rodea y con lo que convivimos cotidianamente.
Audiovisualmente logra una estética muy particular, rica en recursos y actuaciones descollantes (en un punto muy alto está Jessica Gunning).
Seguro tendremos mejores elementos para (no) entender este mundo luego de ver esta historia.
24 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente, «Mi reno de peluche» es una de las (mini) series más inquietantes en mucho tiempo. Sórdida y feísta a machamartillo, combina comedia —cierto que negra como el betún— y terror psicológico con corrosiva eficacia. Richard Gadd se inspira en sus propias y traumáticas experiencias para entregar una historia durísima, bastante ajena, por ende, al común de los productos de Netflix y que, no obstante, se ha convertido en una de las revelaciones de la temporada.
«Mi reno de peluche» aborda sin paños calientes y con ese punto mordaz característico de la idiosincrasia británica temas de un jaez especialmente turbador. Además del consabido acoso —y casi derribo, en cuantos aspectos se quieran—, encontramos abusos sexuales —violación incluida— y un variopinto muestrario de sustancias nefandas. Todo lo cual pespunteado por una denuncia de la precariedad que sigue lastrando a una generación entera —hemos normalizado lo de compartir piso pasados los treinta, cuando se trata de una inexcusable aberración sociológica— y un subtexto de masculinidades equívocas que va a dejar con el culo torcido a más de un varón heteronormativo. Son tantas las advertencias a que Netflix se ve obligada antes de cada capítulo, que llega a faltarle espacio en pantalla.
Ahora bien, salvando un puñado de pasajes algo pasados de rosca, la clave del hondo desasosiego que provoca «Mi reno de peluche» estriba en que buena parte de lo que expone podría sucederle a cualquiera. A fin de cuentas, todos, alguna vez —por lástima, narcisismo, inseguridad o simple y cuestionable crueldad—, le hemos dado carrete a alguien en quien no estábamos en absoluto interesados sin pararnos a pensar en las consecuencias que ello pudiera acarrearnos (a ambos).
Originalmente un monólogo (a priori) humorístico, ritmo y argumento se resienten un poco de su alargamiento hasta los siete episodios de más de treinta minutos de media. Seguramente hubiera resultado más redonda ciñéndose a los 90-120 minutos de los telefilms al uso, pero ya se sabe que los gustos dictados por el algoritmo no atienden siempre a razones estéticas. En cualquier caso, conviene insistir en la valentía de sus responsables, así como en la de Netflix para salir de su zona de confort —no es la primera vez que lo hace este año; echen un vistazo, si no, a la estupenda «Ripley» (ídem, 2024)— y sazonar su (mayoritariamente) insípido contenido original con una obra que no se anda con medias tintas.
Mención aparte merece el trabajo de Jessica Gunning. Vista en «Lo que queda en el desván» («What Remains», 2013), otra miniserie que tampoco nos reconciliaba precisamente con el género humano, nos desarma aquí con una interpretación donde el desamparo y la psicopatía se dan la mano con escalofriante naturalidad. Sencillamente superlativa. El alma rota de una fiesta insalubre.
«Mi reno de peluche» aborda sin paños calientes y con ese punto mordaz característico de la idiosincrasia británica temas de un jaez especialmente turbador. Además del consabido acoso —y casi derribo, en cuantos aspectos se quieran—, encontramos abusos sexuales —violación incluida— y un variopinto muestrario de sustancias nefandas. Todo lo cual pespunteado por una denuncia de la precariedad que sigue lastrando a una generación entera —hemos normalizado lo de compartir piso pasados los treinta, cuando se trata de una inexcusable aberración sociológica— y un subtexto de masculinidades equívocas que va a dejar con el culo torcido a más de un varón heteronormativo. Son tantas las advertencias a que Netflix se ve obligada antes de cada capítulo, que llega a faltarle espacio en pantalla.
Ahora bien, salvando un puñado de pasajes algo pasados de rosca, la clave del hondo desasosiego que provoca «Mi reno de peluche» estriba en que buena parte de lo que expone podría sucederle a cualquiera. A fin de cuentas, todos, alguna vez —por lástima, narcisismo, inseguridad o simple y cuestionable crueldad—, le hemos dado carrete a alguien en quien no estábamos en absoluto interesados sin pararnos a pensar en las consecuencias que ello pudiera acarrearnos (a ambos).
Originalmente un monólogo (a priori) humorístico, ritmo y argumento se resienten un poco de su alargamiento hasta los siete episodios de más de treinta minutos de media. Seguramente hubiera resultado más redonda ciñéndose a los 90-120 minutos de los telefilms al uso, pero ya se sabe que los gustos dictados por el algoritmo no atienden siempre a razones estéticas. En cualquier caso, conviene insistir en la valentía de sus responsables, así como en la de Netflix para salir de su zona de confort —no es la primera vez que lo hace este año; echen un vistazo, si no, a la estupenda «Ripley» (ídem, 2024)— y sazonar su (mayoritariamente) insípido contenido original con una obra que no se anda con medias tintas.
Mención aparte merece el trabajo de Jessica Gunning. Vista en «Lo que queda en el desván» («What Remains», 2013), otra miniserie que tampoco nos reconciliaba precisamente con el género humano, nos desarma aquí con una interpretación donde el desamparo y la psicopatía se dan la mano con escalofriante naturalidad. Sencillamente superlativa. El alma rota de una fiesta insalubre.
3 de junio de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escrita y protagonizada por Richard Gadd, sobre su propia historia de vida. Un acoso apuntalado por un abuso de una persona frágil y vulnerable.
Nicolás Bianchi
Richard Gadd era un comediante medianamente conocido en Gran Bretaña y pasó a ser un abusado y acosado famoso a nivel global. Esta transformación fue posible gracias a Baby reindeer (2024), la miniserie de 7 capítulos que es uno de los últimos éxitos de Netflix. Las 4 primeras entregas están dirigidas por Weronika Tofilska, mientras que las 3 restantes están a cargo de Josephine Bornebusch.
La serie está basada en una historia real, algo que por la repercusión mediática y social de esta serie seguramente sabe la mayoría de los que dan play a este contenido. O sea, el espectador, salvo un pequeño puñado, es consciente de que se va a enfrentar a algo que efectivamente pasó. También es muy probable que haya escuchado o leído que Gadd se interpreta a sí mismo (no sucede lo mismo con el resto de los personajes).
Por algún motivo, en su serie Gadd se cambia el nombre. El personaje se llama Donny Dunn. Se trata de un aspirante a comediante de stand up que comienza a vivir una situación de acoso un tanto inverosímil. Donny trabaja detrás de la barra de un bar y una noche cualquier ingresa una mujer, que aparentemente sufre algún tipo de problema o está en una situación vulnerable, y se sienta en una de las banquetas. A modo de cortesía, Donny le ofrece un té.
Martha (Jessica Gunning) lo interpreta como un acto de seducción y lleva esto a un extremo que en principio parece absurdo. Donny la rechaza pero nunca del todo, siempre dejando un resquicio abierto. A propósito de esto, no es enfático ni eleva la voz. Tampoco la repele físicamente. Incluso sin llegar a un extremo violento Donny podría haber hecho algo más para sacarse de encima a Martha. Esto es lo que deja entrever la serie.
Este encuentro desata una situación extrema. Donny recibe mails de Martha a toda hora. Su presencia en el bar se repite noche tras noche. Además, lo persigue por la calle, se inmiscuye en su vida y, queriendo o no, lo tortura. Lo acosa hasta llegar a un punto insoportable. Mientras tanto, Donny alterna su trabajo con unos primeros encuentros con Teri (Nava Mau), una chica trans que conoció por una aplicación de citas para conocer chicas trans.
Nicolás Bianchi
Richard Gadd era un comediante medianamente conocido en Gran Bretaña y pasó a ser un abusado y acosado famoso a nivel global. Esta transformación fue posible gracias a Baby reindeer (2024), la miniserie de 7 capítulos que es uno de los últimos éxitos de Netflix. Las 4 primeras entregas están dirigidas por Weronika Tofilska, mientras que las 3 restantes están a cargo de Josephine Bornebusch.
La serie está basada en una historia real, algo que por la repercusión mediática y social de esta serie seguramente sabe la mayoría de los que dan play a este contenido. O sea, el espectador, salvo un pequeño puñado, es consciente de que se va a enfrentar a algo que efectivamente pasó. También es muy probable que haya escuchado o leído que Gadd se interpreta a sí mismo (no sucede lo mismo con el resto de los personajes).
Por algún motivo, en su serie Gadd se cambia el nombre. El personaje se llama Donny Dunn. Se trata de un aspirante a comediante de stand up que comienza a vivir una situación de acoso un tanto inverosímil. Donny trabaja detrás de la barra de un bar y una noche cualquier ingresa una mujer, que aparentemente sufre algún tipo de problema o está en una situación vulnerable, y se sienta en una de las banquetas. A modo de cortesía, Donny le ofrece un té.
Martha (Jessica Gunning) lo interpreta como un acto de seducción y lleva esto a un extremo que en principio parece absurdo. Donny la rechaza pero nunca del todo, siempre dejando un resquicio abierto. A propósito de esto, no es enfático ni eleva la voz. Tampoco la repele físicamente. Incluso sin llegar a un extremo violento Donny podría haber hecho algo más para sacarse de encima a Martha. Esto es lo que deja entrever la serie.
Este encuentro desata una situación extrema. Donny recibe mails de Martha a toda hora. Su presencia en el bar se repite noche tras noche. Además, lo persigue por la calle, se inmiscuye en su vida y, queriendo o no, lo tortura. Lo acosa hasta llegar a un punto insoportable. Mientras tanto, Donny alterna su trabajo con unos primeros encuentros con Teri (Nava Mau), una chica trans que conoció por una aplicación de citas para conocer chicas trans.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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