La lista de Schindler

He aquí un cuento mas de Spielberg, esta vez para niños grandes, aunque el autor insiste en contarlo como si fuésemos todos niños pequeños que no nos enteramos de nada, quizás sea ese mi problema con "Spielberg", a veces tengo la sensación de que toma al espectador por idiota.

Técnicamente la película es un cañón, la fotografía y la música son alucinantes. Las actuaciones, en casi todo momento, espectaculares y digo casi todo momento, por que cuando te hacen decir ciertas cosas en ciertos situaciones, es imposible salvar la escena, supongo que el pobre Liam no tenía la culpa, es lo que ponía en el guión. Es por todo esto, por lo que llego a valorarla con un 4, por que si no se quedaba en un 1.

El bueno de Schindler, básicamente era un hombre de negocios alemán, uno más de tantos que apoyo económicamente al partido nacionalsocialista. Hitler busco financiación en la burguesía alemana donde se acomodaba Oscar Schindler, para llegar al poder por medios democráticos en unas elecciones generales, después de fracasar un golpe de estado, que le llevaría a la cárcel, donde escribió su famoso libro en el que deja bien claro sus pensamientos hacia diversas etnias, estados y religiones, y en donde puede intuirse sus intenciones. A partir de aquí, cualquier cosa que pueda contarse de este personaje, que es el protagonista principal y héroe de la película, es un vaso de agua en el océano y carece de importancia.

A veces prefiero olvidar la exagerada duración de las secuencias y de la película en sí. Grandilocuencia.
Otras veces prefiero olvidar que no pasan diez minutos sin que un menor de 10 años se cruce delante del espectador. Sensiblería.
Prefiero olvidar, también, las ganas de hacerse historiador sin pisar la facultad correspondiente. Subjetivismo y falta de perspectiva. Existe un género precioso llamado documental, señor Spielberg.
Del mismo modo, renuncio a entender el personaje femenino que acompaña a Schindler, no entiendo su existencia ni su manera de actuar.

Tantas cosas quiero y consigo olvidar mientras veo la película que confecciono una lista que, sin llegar a ser tan larga como la de Oskar Schindler, es lo suficientemente molesta como para estropearme un bonito espectáculo repleto de nostalgia. Porque de lo que sí me acuerdo es de la primera vez que la vi, no llegaba a los 10 años y no me enteré de la misa la media, pero a la larga descubrí que todo aquello que permanece en tu memoria cuando una película que te gusta suele estar por encima, al contrario de lo que alguna vez he defendido, de la propia historia.
La magia en los ojos de Neeson, la bondad en el rostro (invariable) de Kingsley, el horror en cada gesto destila sufrimiento, dolor. Emociones que atraviesan la pantalla directas a tu interior, sin que lo puedas evitar con ningún tipo de análisis crítico.

Sin el más leve atisbo de raciocionio, las causas desaparecen y sólo quedan los efectos, más dolor. Esto es real y aquí ya no nos queda alegría. La gastamos celebrando aquel mendrugo de pan, viendo que caía agua en las duchas, con aquel disparo desviado.

Siempre que la veo, que ya será la cuarta vez, soy incapaz de conservar mi lógica, mi crítica, pese a que eliminaría los últimos 15 minutos, pese a que cuenta con numerosos, y no precisamente pequeños, errores en el desarrollo de los personajes, de la historia en sí. Pese a todo lo malo que puedo sacarle, me llega, me la creo. Y a veces con eso es más que suficiente.

Genial pelicula de la 2GM sin dejarnos ni un solo momento de dejar de meditar sobre las brutalidades acontecidas durante este conflicto. Momento a destacar las apariciones de la niña del traje rojo durante una pelicula en blanco y negro, simplemente genial.

Jamás he sido un fan acérrimo de SPIELBERG. Lo soy del buen cine en general. Lo que no soporto es la frivolidad de muchas personas que, sin atenerse a juicios objetivos sobre virtudes o defectos cinematográficos, desprecian ciertos productos o directores por considerarlos "comerciales" y temen alejarse de lo llamado de "qualité" o, más bien, snob.
SPIELBERG es uno de esos artesanos que, a diferencia de SCORSESE o COPPOLA, no cuenta con el consenso absoluto de la crítica, que lo considera en muchas ocasiones un oportunista y empresario, más que cineasta.
Pues bien, pocos saben dominar las técnicas narrativas (y cinematográficas en general) como él. Algunos de los títulos más grandes del cine de acción, fantástico o suspense se deben a su firma. Y en este caso, LA LISTA DE SCHINDLER supone todo un hallazgo en el género del drama histórico.
AMISTAD o SALVAR AL SOLDADO RYAN adolecían de alguna que otra inconsistencia histórica y se perdían por los derroteros de la moralina lacrimógena, sin dejar de ser, por supuesto, solventes y diestras producciones. En esta obra, no obstante, Spielberg se arma de valor al retratar las vidas de unos pocos personajes bajo el yugo nazi, homenajeándoles con una película arriesgada, magníficamente ambientada y terrorífica como pocas (la realidad es aún más horrible que la ficción).
Rodada en un sobrio blanco y negro, el maestro Stevie muestra pulso firme en todo el metraje, utilizando técnicas narrativas clásicas pero otorgándoles toda la destreza del cine documental, con esa frialdad más palpable y los enfoques menos esteticistas.
Actores portentosos, escenas realmente conmovedoras, diría que catárticas, y un relato impecable son las principales bazas de esta cinta de 180 minutos que bien debería ser de obligado visionado. No únicamente por sus aciertos dramáticos y fílmicos, sino como muestra del pasado y sus errores...un pasado que aún nos queda por superar.

Hay una escena en LA LISTA DE SCHINDLER que prefiero sobre las demás. En un momento de la cinta se nos dice que a las mujeres de los judíos cautivos en el campo de Amon Goeth, aquellas mujeres que tenían que haber sido llevadas junto a sus hombres a la fábrica-refugio de Schindler en Checoslovaquia, se las ha trasladado a Auschwitz a causa de un error burocrático. Schindler, sin perder un minuto, sale inmediatamente de viaje hacia el terrorífico complejo con la determinación de recuperarlas a toda costa. Para ello, en su cruzada divina, no duda en jugarse de nuevo la vida: chantajea, soborna, suplica y amenaza para, al final, lograr con no pocas complicaciones su objetivo.
A la mañana siguiente continuando con el hilo de la película, cada uno de los judíos a salvo en los barracones de la instalación de Schindler en Checoslovaquia, apostados tras los cristales de las ventanas, aguarda ansioso ver que su esposa, su hija, su hermana o su madre regresa sana y salva; Itzhak Stern, el contable interpretado maravillosamente por Ben Kingsley, espera junto a todos para, cuando ve pasar a Óscar Schindler, retirarse de la vanguardia a sus papeles sin hacer ninguna clase de aspaviento. Preciosa manera de explicarnos Steven Spielberg que Itzhak Stern, sabiendo que Schindler ha regresado de Auschwitz, puede respirar aliviado de una vez para todas: si usted está aquí con nosotros, herr direktor, nada puede ir mal.
LA LISTA DE SCHINDLER fue el taquillazo del año 1993 y una de las mejores películas del Siglo XX. Por si fuera ello poco bagaje, LA LISTA DE SCHINDLER supone una llamada de atención, una línea marcada con un vivo color verde en el texto de la Historia del Cine, o un timbrazo de alarma acentuado con el vivo color rojo del abrigo de una hermosa niña rubia en la moral de todos nosotros. LA LISTA DE SCHINDLER habla de vida en medio de la muerte, canta al amor desde la desolación, pinta la paz sobre el abismo insondablemente oscuro de la guerra. Y conviene que así sea.
Albert Einstein solía decir que si la Humanidad no destruía las armas las armas destruirían a la Humanidad. LA LISTA DE SCHINDLER, como ventana abierta a lo que el mundo debería ser, como obra maestra inspiradísima e inspiradora de uno de los más grandes directores del último tercio del siglo pasado, refuerza la tesis defendida por el premio nobel alemán y nos recuerda, en todo momento, la potencia que se esconde detrás de la palabra gracias y la potencia que se esconde detrás de los actos de perdón.
Si usted se queda con nosotros por un tiempo, señor Spielberg, si usted está aquí durante los próximos cincuenta años, herr direktor, nada puede ir mal.