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El programa final

Ciencia ficción. Thriller Jerry Cornelius, un físico multimillonario, trata de encontrar un proyecto de su padre, un físico que ha recibido el premio Nobel y que acaba de morir. Es el denominado "programa final": se trata del diseño de un ser humano perfecto, capaz incluso de autorreproducirse. En una Europa en pleno caos, la Señora Brunner y otros científicos, piden ayuda a Cornelius para encontrarlo. Cuando lo consiguen se aplican a sí mismos el programa en ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
12 de marzo de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi esta película hace muchos años y he sido incapaz de encontrar subtítulos para efectuar un segundo visionado, pero recuerdo que en su momento me pareció una curiosa bizarrada. Está basada en un libro de Moorcock. El personaje protagonista, Jerry Cornelius, inspiró al gran Moebius para la construcción de su comic "El garaje Hermético". Es una especie de personaje a caballo entre el mesianismo y la androginia, violento, sexual, una especie de estrella del rock psicodélica. La trama es delirante y tiene diálogos agudos, un ritmillo respetable y un final, a mi juicio, antológico, que obviamente no desvelaré. Además de transmitir mucha frescura y libertad y entretener, tiene una puesta en escena molona y gusto a la hora de componer el plano. Muy recomendable pero difícil de encontrar traducida.Salud!
Balthuso
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13 de abril de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Programa Final podría enmarcarse en esa categoría de películas setenteras que pintaban bastos para la humanidad de no ser por un fresco espíritu pop –Robert Fuest estuvo inmiscuido en la serie de Los Vengadores, y se nota no poco- en su diseño de producción y muy especialmente por la omnipresencia de un sentido del humor durante todo el film que es muy de agradecer. Se expone una situación no dispar a la de Soylent Green o El Planeta de los Simios, pero el guión, lejos de remarcar en cada página un ”diga esta chufada fatalista con cara de acelga”, iba más bien con un ”weeeeee, jolgorio, suelta alguna parida, titi”. Y tan a gusto, pues hace que la cosa funcione a nivel parodia de las películas de espionaje y superagentes secretos además de lo dicho antes sobre la antesala de lo apocalíptico. Aunque esto parece ser que disgustó a Michael Moorcock, autor del libro original, pues el finalazo de aquí diverge por completo del que él urdió en su saga de libros sobre Jerry Cornelius, el protagonista de la movida. Unos libros, dicho sea de paso, que están escritos a lo holístico, de tal manera que la gente se reencarna de contínuo -viviendo atrapada en un eterno retorno para luchar contra el mal o contra el bien, según sean buenos o trigo sucio- y que parece ser que exploran la metaficción y lo de los universos paralelos de forma excepcional, habrá que buscarlos.

Jerry Cornelius es un joven que viste a la manera de quien es inmune al arbitraje de la moda. Tiene un Nobel de física pero lejos de ser un gafas vive a lo Brian Jones, el Rolling Stone aquel que era un juergas. Churra del frasco en uno de cada tres planos. Tiene un romance incestuoso con su hermana. Su viejo palma y abandona el funeral en Laponia en su helicóptero con la firme idea de hacer estallar su casa en UK. Lo típico en esas situaciones, vaya. La casa tiene unas defensas que ríete tú de una feminista con camiseta de No Means No a la que te quieres follar cualquier sábado noche. La casa, de hecho, es un puzzle viviente, un The Seventh Guest antes de haberse concebido siquiera la aventura gráfica de ordenador. Su hermano custodia un microfilm por el que una organización algo sombría le acompaña. Su hermano, además de yonqui, es un poco hijo de puta, pues con un truco fulero consigue que Jerry mate a su propia hermana-amante y encima se ríe y hace bromas al instante, sin guardar luto ni nada. Al final el drogas huye con el microfilm y funda Barricada. No, es broma. Es decir, huye, pero nada más. Jerry al hospital. Y aquí vienen giros raros.

La mujer de la misteriosa organización le convence para seguir buscando el microfilm, y Jerry accede. Una cosa muy rara es que ella se lía con su ayudanta y luego se da un diálogo de esos de doble sentido que parece aludir al sexo sáfico pero que realmente habla de que esta buena señora absorbe a la gente, a lo Mathilda May en Lifeforce. Esas son las compañías de Jerry e igual un motivo clave para que Mick Jagger considerase raro el guión de la película y declinase protagonizarla, el tío fulas. Luego al final hay un enclave secreto en Laponia donde unos científicos mazo de brillantes cuentan literalmente con los mejores cerebros de la humanidad –no en vano están en peceras conectados a una supercomputadora muy semejante a la primera NES, todo un hallazgo en una época donde el cine, si te mostraba una supercomputadora, abogaba más por el nº de habitaciones que era capaz de ocupar que por el nº de operaciones de coma flotante que podía discernir en paralelo- y también con un plan que supone invertir aquello de que dios creó al hombre a su imagen y semejanza, ya que implica que del cobete entre Jerry y la señora esta que absorbe a la gente saldrá una deidad hermafrodita e inmortal capaz de autorregenerarse y blablablao. Intentan hacer una especie de edad de Acuario forzándola,y claro, estas cosas ya se sabe. Al final les sale un Austin powers en su versión hirsuta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jark Prongo
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23 de octubre de 2017
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Ya desde el cartel se ve que esta película está muy influida por el brit-pop de los 70, pero en cuanto hace aparición el protagonista con su camisa con chorreras, no queda ninguna duda.

La trama recuerda mucho a las películas de James Bond, con un protagonista más chulo que un ocho y todos los medios a su alcance, y un malvado al que perseguir. Como en las primeras películas de James Bond, alguien quiere dominar el mundo, en este caso, con un programa informático que transmitirá la información contenida en los mejores cerebros del mundo, a un único individuo.

Los personajes no están bien definidos, ni la trama se explica a tiempo. Eso provoca que el espectador no esté centrado en la historia y tenga que ir tragándose lo que se va improvisando. Pierde mucho interés por esto.

Tiene algunas escenas eróticas que son de agradecer, y una parte dentro de una casa con puzzles y trampas, que debió ser más desarrollada. En contraposición, tiene algunas escenas rodadas en medio del monte y en casas a las afueras de un pueblo andaluz, que le quitan todo el glamour por lo desangeladas que son. Aunque el lugar me ha recordado a Antequera, no he encontrado información al respecto, pero sí que algunas escenas se rodaron en Almería.

La idea era buena, pero la puesta en escena, no tanto.
echulin
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