The Quatermass Experiment

Ésta película, que ví de niño, fué culpable en su tiempo de terrores nocturnos prolongados, que de cuando en cuando aún merodean en mis sueños. Fué también la responsable de mi afición a la Ciencia-Ficción.
Es un film que tuvo un gran éxito en la taqulla inglesa en el momento de su estreno, siendo ésto la causa de que la Hammer se especializara en el cine fantástico y de terror, y creando incluso escuela para el cine en general.
Los efectos especiales son sencillos, casi podría decirse pobres, pero la historia está impecablemente narrada, con un magnífico blanco y negro y una realización extraordinaria por parte de Guest. Si a todo esto le añadimos una eficaz interpretación coral y la muy notable de Richard Wordsworth en el papel del "monstruo", tenemos una pequeña obra maestra del cine de terror-fantástico.
En un un revisionado actual, lo que más me ha desasosegado del film ha sido la ocultación sistemática a la población, por parte del gobierno, de temas vitales.

La base del pensamiento de Quatermass es que la ciencia y el avance del conocimiento van por delante de todo. Lo que hace singular a Quatermass es la práctica de su teoría, que va a tener consecuencias graves y pondrá en peligro la existencia propia de la humanidad. No son cuestiones insustanciales. Val Guest propone un drama que no es fácil tomar en serio en nuestro ya avanzado siglo XXI, pero cualquier cinéfilo curioso que sea tentado por esta película no podrá valorarla del todo mal, es mi parecer, porque tiene suficiente ritmo como para no aburrir y cuenta con una historia bastante atractiva. Desde 1955 se realizarán muchas películas que traten el tema de una hipotética invasión extraterrestre, sin embargo, mi mirada condescendiente no puede desligarse de la realidad de esos años cincuenta, así que entiendo que "El experimento del Dr. Quatermass" no podría ser mejor para la época.

Ese cohete espacial existía así en la mente de los guionistas porque era como se imaginaban, eran así en los cómics y en los dibujos, sus formas, su interior, corresponde a la imagen de entonces. Ir más allá y tener la valentía de enseñar un monstruo físico (¿pulpo?, ¿ameba gigante?, realmente da igual...) con todo un razonamiento sobre su reproducción y su muerte, es de mucho mérito. Y además dura poco más de una hora, tiempo que muchos usan sólo como introducción de sus películas. Yo no le pido más. Para no ser un fiel seguidor del género quedo satisfecho, los que simpaticen con estas rarezas seguro que podrán decir mejores cosas.

Ciertamente llegué aquí gracias al nombre de la productora. La Hammer inglesa tuvo éxitos que han llegado frescos a día de hoy, también aparecieron títulos olvidables... Este Quatermass, que nadie lo dude, fue un bombazo, y sólo por eso ya merecía mi atención.

La calidad no conoce de épocas ni contextos temporales. Tampoco sabe de grandes o mínimos presupuestos. Sí, en cambio, puede engalanarse, sentirse parte de una mano diestra en el arte de producir arte. Val guest fue uno de los principales dires de la Hammer y el Dr. Quatermass una de las primeras pelis en hacer disparar al estudio como uno de los pioneros de un género. O dos, puesto que la obra que nos ocupa posee una sabia mezcla de ciencia ficción con terror, más de la primera que de la segunda, si bien que tampoco estoy del todo convencido, puesto que el terror que infunde la cinta puede verse mermado por el paso del tiempo.

Algo llega del espacio, algo sale mal y ahora un alienígena amorfo consume todo a su paso, creciendo, haciéndose fuerte so riesgo de colonizar el planeta. En el medio está la policía local y el Dr. Quatermass para investigar e intentar frenar al enemigo. Lo de la policía es una intervención lógica y esperable, en cambio la postura del doctor Quatermass si merece más atención: representa ese lado oscuro de la ciencia. ¿Para qué enviar un cohete al espacio, si luego tendremos que lidiar con sus nefastos hallazgos? Sentimientos versus frialdad académica parece querer proponer esta cinta. Luego, obviamnete, deriva en persecuciones y un final amoldado a los típicos desenlaces de una peli de ciencia ficción.

Dr. Quatermass fue pionera de una forma de hacer cine dentro de un género. Si tomamos la idea en paralelo a los humildes recursos que utiliza, pues no tiene desperdicio.

Una cinta bastante vanguardista sobre experimentaciones científicas y fenomenología venida del espacio exterior.
Este filme inglés nos habla desde su trasfondo sobre la búsqueda del hombre –obsesiva y enfermiza en este caso- por encontrar indicios de vida en otros planetas.
La historia no tiene gran complejidad desde su estructura narrativa, se aboca a desarrollar un acontecimiento enigmático en donde una misión espacial fallida trae serios inconvenientes a su vuelta.
Las variantes se circunscriben al desarrollo de investigaciones sobre lo desconocido y también tenemos una sugerente mutación humana-alienígena de fondo como para mantener intrigados y atrapados a los espectadores.
Pero la elaboración del guión está más orientado al entretenimiento masivo que al reparar en detalles científicos de alta rigurosidad. Por ende hay situaciones exageradas y otras en donde se evidencia bastante el carácter naif e improvisado del trazado de las situaciones que dan vida al conflicto.
Lo que sí es atrayente es la impronta estética de la cinta, bien oscura, con buenos efectos lumínicos y con una sugestiva fotografía donde el blanco y el negro contrastan a la perfección para dar un clima misterioso e inquietante.
Los efectos especiales son normales para una cinta de la década del cincuenta, si bien podrían ser mejores tampoco son demasiado gamberros como para desilusionar. Se nota además que la cinta es de bajo presupuesto, y desde esa mirada es digno el trabajo técnico de recreación de lo “monstruoso” que hay en el desarrollo narrativo.
Brian Donlevy da vida al científico encaprichado con sacar adelante un proyecto peligroso para la humanidad y es quizás la única interpretación que se destaque más por su porte y aplomada presencia que por los dotes artísticos en sí. El resto del elenco apenas cumplen los requisitos mínimos para sacar adelante desde las actuaciones este proyecto de horror-ficción.
En fin, merece un seis donde lo mejor es su estética y el visionario tema del traer algo siniestro indirectamente desde el espacio exterior.

La mítica productora Hammer Films, imprescindible en el devenir del género fantástico y de terror de los sesenta y setenta, ya se daba a conocer en los cincuenta con este clásico de Val Guest, basado a su vez en una serie de televisión muy popular entre los británicos.

“El experimento del Dr. Quatermass” narra la historia de un cohete del que se pierde todo contacto y se estrella en medio de Inglaterra. De su tripulación, compuesta por tres astronautas, sólo parece quedar uno de ellos, pero su estado de salud es delicado, ya que parece estar en estado catatónico. Después de varios análisis y de mantenerlo retenido en el hospital, la mujer del astronauta decide ir a por él y consigue sacarlo de allí, pero su marido ya no es el que era antes y se produce en él una extraña metamorfosis…

El filme contiene todos los clichés que se podían esperar del cine fantástico de los cincuenta, con un misterio inicial, datos científicos y alienígena incluido, pero la cinta de Guest además tiene ese toque “british” propio de la Hammer y sus monstruos, alimentado además con exteriores y localizaciones como Westminster. El desarrollo cuenta con una tensión contenida en base a los diálogos, explotando hacia la última media hora con una persecución trepidante, incrementándose así el interés del filme.

El hecho de que Quatermass sea un personaje tan conocido en Gran Bretaña ayudó a la buena acogida de la película, provocando que se rodaran dos secuelas más, de la misma calidad que la original: una dirigida de nuevo por Guest dos años después, y la tercera dirigida por Roy Ward Baker en 1967, otro director fetiche de la Hammer pero a años-luz de su principal representante: Terence Fisher.

Quede esta “El experimento del Dr. Quatermass” como otra obra clásica de la prehistórica ciencia-ficción de los cincuenta, que hoy se ve con una sonrisa cómplice y que no se menosprecian para nada sus buenas intenciones: dar un entretenimiento más que aceptable, algo que ha heredado sólo una pequeña parte del cine comercial actual.

Recomendable.