La dimensión desconocida: Un santuario de 16 mm. (TV)

Este episodio se sustenta sobre una buena idea, sin embargo estropeada por el hecho de que Ida Lupino era demasiado joven para el papel que interpreta, una actriz en decadencia que vive de las glorias de su pasado, cuando era una estrella.

Versión poco sutil –en realidad, nada sutil- de “El crepúsculo de los dioses”. Vieja gloria del cine trata de aferrarse al esplendor de un tiempo pasado. Ya saben: no hay nada malo en tener cincuenta a menos que quieras aparentar veinte. El resultado es un episodio un poco soso, algo teatral, añejo en el peor sentido, cuyo final se ve venir a kilómetros de distancia.

De protagonista absoluta tenemos a la gran Ida Lupino, y también aparece Martin Balsam (“Psicosis”, “El cabo del terror”). Dirige Mitchell Leisen, cineasta que se hallaba al final de su carrera, responsable de títulos como “Midnight”, de 1939, y bajo cuyas órdenes rodaron actores de la talla de Marlene Dietrich, William Holden, o Joan Fontaine, entre otros. Es responsable de tres capítulos de la primera temporada, de los cuales quizá el más rescatable sea el tercero (“People are alike all over”).

Otro capítulo más que no consigue remontar el vuelo del bajón que supone el tercer episodio. No me malinterpretéis, ni este ni el anterior son malas historias, pero sí que es cierto que tanto el tercer como el cuarto episodio de esta serie están, en mi opinión, eclipsados por los dos primeros.

Aun así tiene algunos momentos muy buenos, si bien el final no me convence nada. Espero que el próximo capítulo me devuelva a la grandeza de los dos primeros.