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La suerte en tus manos

Drama. Comedia. Romance Uriel trabaja en el sector financiero y es un jugador de póker online. Atraviesa un periodo de descontento vital hasta que se cruza con Gloria, una joven recién llegada de España, con la que vivirá un romance enmarcado en el mundo del juego. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
24 de abril de 2012
16 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
La suma de buenos elementos no necesariamente da una buena película, y aquí tenemos un ejemplo clarísimo. Un muy buen elenco de actores, haciendo un bodrio tremendo.

No me quiero extender demasiado en una película que realmente no vale la pena, totalmente superficial, con muchas sub tramas que en lugar de empujar o redondear la idea del film, están totalmente de relleno (ej. La carta que saca el personaje de Bertucelli de la casa del padre y esconde misteriosamente WTF!), haciendo que la película se extienda por casi 2 horas de manera totalmente innecesaria.

Amigos españoles no se dejen engañar y no la vean!!!!!
Francisco Franco
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2 de abril de 2012
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El juego en sus formas adultas e infantiles es la clave y leit-motiv en la última película de Burman, menos densa pero no superficial, que aborda el tema de las segundas oportunidades.
Los protagonistas principales de "La suerte en tus manos" están generacionalmente sobre el filo de los cuarenta, con ex parejas a sus espaldas y con hijos para convivir los fines de semana (en el caso de él) o (como en el caso de ella, hasta ese momento cerrada voluntariamente a la idea de ser madre), transitando las últimas posibilidades biológicas para serlo.

Uriel/Drexler y Gloria/Bertucelli han sido novios cuando eran muy jóvenes y después la vida los llevó por distintos caminos, hasta que se reencuentran en situaciones no demasiado diferentes, ya que tienen en común -además del pasado- una presente cuota de alta soledad y un disconformismo camouflado de seudoadaptación a un sistema al que no parecen incorporarse ciegamente.

Más comedia y menos drama, es lo que predomina en esta nueva obra del director Daniel Burman, uno de los mejores realizadores que ha dado el cine nacional en los últimos años. Y como ocurre (y está bien que así sea) en cada autor con sello definido, se reconocen una vez más algunos temas recurrentes de su cine, como la relación padre/hijos, los conflictos de pareja y las preguntas metafísicas y existenciales sazonadas con un humor especial. Sin embargo, la historia busca esta vez otros climas, alejados del tono más bien crepuscular de sus dos últimos filmes "El Nido Vacío" y "Dos Hermanos".

Es evidente que el relato busca circular por aguas superficiales y gozosas, a pesar de que por debajo se intuye cierta melancolía persistente. Pero los personajes de Burman nunca son totalmente conformistas y siempre están a la búsqueda de señales, al menos a través de preguntas o de acciones contundentes, para construir o mejor dicho re-construir su destino. En medio de los gags de puro efecto cómico, quedan suspendidas explicaciones a preguntas fundamentales, como la que contesta el rabino sobre la postura de la religión ante el azar y que da origen al título de la película.
La actitud de juego, para la que siempre están dispuestos los niños y difícilmente los adultos, parece ser la clave, o mejor dicho el umbral para saltar hacia un futuro con mucho a reconstruir, para disfrutar con lo que quede.

Desde un punto de vista formal, la película es visualmente impecable con una estetica más transparente y accesible, aprovechando las posibilidades surreales de un contexto verosímil como son los peloteros o los juegos de agua.
El vestuario, los objetos, las miradas de los personajes, la banda sonora, todo suma encantamiento en esta comedia más ligera y menos trascendente pero también menos pretenciosa, por lo cual resulta contundentemente sincera y convincente, donde todo lo que inicialmente parece gris devuelve finalmente un brillo disfrutable, un guiño de complicidad donde es posible en algún punto sentirse identificado.
rouse cairos
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9 de julio de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el principio uno duda de lo que está viendo pasar por la pantalla en la nueva obra de Daniel Burman, que pese a su veteranía da la sensación de novel, de no controlar en ningún momento la esquizofrenia de su película. La suerte en tus manos asalta todas y cada una de las disyuntivas que encuentra por el camino para, al final, cerrarlas de golpe con una escena casi inverosímil que ejemplifica a la perfección un problema que afecta todo el metraje. Esto es una deriva que lleva a la trama por senderos caprichosos en busca de lo original perdiendo de vista la unicidad y cayendo en algunos tópicos de bulto en la concepción de sus personajes.

La película se centra en dos personas, Uriel, trabajador del sector financiero y jugador de póquer interpretado por el cantante Jorge Drexler, y Gloria, treintañera indecisa que llega a Argentina después de pasar un tiempo en España encarnada por Valeria Bertuccelli. Ambos se encuentran en un punto de inflexión que no saben muy bien cómo afrontar, erráticos y perdidos ante las inmensas puertas del cuarentañismo. Burman transmite con maña este patetismo existencial; desde las dudas paternales hasta las inseguridades fálicas están presentes en el día a día del protagonista, en un ejercicio propiamente woodyalleniano con aciertos pero irregular. Y es que esta referencia al director estadounidense no es baladí, pues con él el director comparte no sólo el emblemático comportamiento del protagonista, sino también algunos rasgos muy concretos que conforman la personalidad del de Nueva York, como las relaciones sentimentales patosas y problemáticas, la predilección de los personajes hacia lo ridículo y su inherente carga humorística, y hasta las inevitables referencias a la cultura y religión judías. Pero Burman no es Allen y se nota. Su Uriel nunca se sale del topiquísimo esquema del padre desastroso que llega tarde a todas las citas importantes de sus hijos y su Gloria de la mujer a la que el amor no ha sonreído a pesar de ser bella y encantadora.

Si juntamos todo ello con la masa de elementos que contiene el film, el resultado es obviamente difícil de cuadrar, embutido de póquer y vasectomías, piscinas de bolas y rabinos, peces e hijos, amores de juventud y conciertos de rock folklórico que se disuelve en su propia diversificación y no proporciona más que un entretenimiento curioso y banal. Sí cabe destacar, más allá del guión, su correcta propuesta formal, que juega con los tempos de cada momento y escena transmitiendo al espectador sensación de estrés o calma implícita, desprendida de las evidencias del texto. En todo caso, la obra de Burman es fallida por ambiciosa, y aunque ni emocionante ni hilarante, sí que es por lo menos un efectivo pasatiempo.

Lo mejor: a pesar de todo, la película de Burman entretiene.

Lo peor: su guión, arbitrario, disperso y cursi.

[Tupeli.es]
TPA
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8 de abril de 2012
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
SE FUERZA LA MAQUINA

Burman crea una comedia liviana dirigida casi con exclusividad al segmento clase media urbana de entre 40 y 50 años tanto por lo evocativa (la Trova Rosarina) como por la pareja central y su problemática (separación, hijos, regreso al amor adolescente, inestabilidad emocional, muerte de los padres, trabajos mediocres, la mentira como única salida ante la no aceptación de la propia naturaleza).
Independientemente de algunos diálogos no muy creíbles, situaciones forzadas y subtramas que se pierden ,el film termina siendo divertido, con algunas escenas de gran poder visual y otras de gran poder evocativo (el final con "Se Fuerza la Maquina" cantada por los rosarinos, Baglietto, Garré, Goldín y Abonizio en la cima de estos).
Los protagonistas están todos bien, aun el propio Drexler, a quien le terminamos creyendo que es un gran mentiroso obsesivo del poker. Una mención aparte para le visión siempre desprejuiciada del judaismo que hace Burman y al nombre del grupo soporte de la Trova: Los Rabinos de la Nada.
gabie0001
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13 de agosto de 2012
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pareciera ser que el principal problema de esta película es que todo es tangencial. Mientras la vemos sentimos que vamos transitando por un carril paralelo al de la historia, pero siempre estamos afuera y nunca en la historia misma. No son asibles los personajes, ni la trama. Su protagonista es un ser medio estúpido que no tiene, ni él ni ninguno de los que lo rodean, salvo el espectador, conciencia de su idiotez.
Hubo algo en el cine de Burman, que llegó a su punto más alto en “El abrazo partido” y “Derecho de familia”, que consistía en poder plantear con cierta gracia, propia de la comedia, los conflictos familiares o humanos más profundos, dándole aire a cada personaje y encontrando las soluciones que estaban dentro de las posibilidades de cada uno de ellos. Eso le proporcionaba madurez a la obra y permitía que los actores resultaran creíbles. Aquí, los actores parecen estar representando una farsa. A pesar de algunos méritos individuales (Brandoni y en alguna medida Bertuccelli) todo a su alrededor se desluce tanto que quedan fagocitados por la inconsistencia del entorno. Es increíble que Burman haya logrado que Norma Aleandro nos resulte indiferente, encarnando un personaje que nada aporta.
Los diálogos sobre sexo que tienen las mujeres entre sí son vulgares y además, innecesarios. Con respecto a la vasectomía, el contenido de esta película induce a que el espectador crea que se trata de un procedimiento reversible (en varias oportunidades se hace esa aseveración) ¿Qué le pasa a Burman? ¿No sabe que también el cine es cultura y que no puede estar difundiendo ese mensaje falso respecto de un procedimiento quirúrgico con consecuencias por demás trascendentes para cualquier hombre que se lo practique? ¿O simplemente no se molestó en consultar con un médico antes de escribir el guión? Tal vez, el director/guionista haya sido mucho más sofisticado y lo que quiso transmitir es que el personaje de Brandoni es un médico descerebrado que no tiene idea de lo que dice, pero creo que esta hipótesis es demasiado elaborada considerando el contexto general de la obra.
Trato de encontrar un patrón que aglutine los elementos tomados aparentemente al azar para construir la trama; no lo encuentro. La película parece una coctelera en la que pusieron el poker, la vasectomía, la dualidad mentira/verdad, la trova rosarina, el duelo, los telos, el judaísmo, la pecera vacía y, para rematarla, un niño cuyo padre ni siquiera sabe que tiene una guitarra y que literalmente de la noche a la mañana se transforma a los ocho años de edad casi en músico sesionista. Innumerables cabos sueltos, nada tiene sentido y no hay ninguna historia dentro de esta película que merezca ser contada y mucho menos si la forma de hacerlo es la que han elegido: sensiblera, cursi y elemental.
Crotalus
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