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Llámame por tu nombre

Romance. Drama Elio Perlman (Timothée Chalamet), un joven de 17 años, pasa el cálido y soleado verano de 1983 en la casa de campo de sus padres en el norte de Italia. Se pasa el tiempo holgazaneando, escuchando música, leyendo libros y nadando hasta que un día el nuevo ayudante americano de su padre llega a la gran villa. Oliver (Armie Hammer) es encantador y, como Elio, tiene raíces judías; también es joven, seguro de sí mismo y atractivo. Al ... [+]
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Críticas 246
Críticas ordenadas por utilidad
30 de enero de 2018
519 de 807 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos a jugar a una cosa: vamos a hacer que no sabemos nada de las nominaciones y premios de esta película, que nadie ha leído ninguna crítica antes de verla ni se ha empapado de opniones creadas. Vamos a jugar a que la vemos "vírgenes", atraídos por su trailer , o por el nombre de James Ivory tras el guión (como me ocurrió a mi), o por un par de datos más que pueden llamar tu atención sobre ella...sin más información.

Ya sé que es difícil, pero vamos a intentarlo.

"Call me by your name" ("llámame por tu nombre" en español, que no sé por qué narices no lo han traducido), pretende ser una película sobre el despertar sexual, el primer amor, el amor prohibido, la aceptación, el deseo, la seducción, los convencionalismos, la sensualidad y la represión. Una propuesta ambiciosa para una película aparentemente sencilla.,
Digo "pretende", porque al final (siempre desde mi punto de vista) se queda en una fantasía homoerótica burguesa bastante simplona:

- En la fantasía de un adolescente sin más preocupaciones que decidir qué libro leer, o si tirarse a un melocotón, a la francesita liberal que veranea en su mismo pueblo idealizado, o al profesor buenorro que sus padres acogen en su palacete veraniego de la Toscana para ayudarles en sus investigaciones arqueológicas....Todo muy de andar por casa, vamos.

- Y también en la fantasía de un madurito despampanante que ve la oportunidad dar rienda suelta a sus pasiones ocultas, de quemar su último cartucho, desde una posición de poder, antes de ceder definitivamente a una vida convencional y aburguesarse irremediablemente.

Una especie de "Lolita" gay en la Toscana, pasada por el tamiz moralizante de Disney, o peor, de Dreamworks.

Una historia mil veces contada (como todas), que se nos intenta vender como si fuese el último gran triunfo del cine anticomercial frente al todopoderoso y perverso cine comercial. David frente a Goliath, el bien frente al mal. Gran trampa, pues estamos ante una cuidada labor de marketing y promoción, para un tipo de público muy sensible a ese tipo de promoción y marketing camuflados, que nos vende un producto manufacturado , como si fuese una obra de artesanía (que no de arte).

Si el gran atractivo , para mí, de esta película era el guión de James Ivory, ni siquiera eso consigue convencerme. Su narración se pierde en miles de detalles meramente estéticos que no hacen sino ralentizarla. Entre plano y plano de paisajes, o de rincones hermosos o de una mosca que pasaba por allí, avanzan a trompicones y con lagunas imperdonables las relaciones entre los protagonistas y entre éstos y el resto de personajes. Un guión quizás en demasía literario.
Uno de esos casos en que 100 minutos son mejor que 130.
Apenas consigue rascar la superficie de los sentimientos, de los temores o los deseos de los personajes. Coloca al espectador en posición de mero "voayeur", en vez de hacerle partícipe. Desperdicia el gran potencial erótico y sensual de la historia y de cada encuentro con agotadores alardes de esteticismo.

La cámara se empeña en demasía en que nos enamoremos del jovenzuelo Timothée Chalamet (al que no hay nada que reprochar), desaprovechando e incluso dejando sin sentido (por esas lagunas de que hablaba) la sólida interpretación de Armie Hammer. Sí que le regala a Michael Stuhlbarg esa confesión imposible, y un poco Disney, que para mí es la mejor escena de la película y con la que se debería haber cerrado. Pero una vez más se empeñan en alargar la historia sin sentido y darnos dos finales que por separado podrían funcionar, pero consecutivamente restan más que sumar.

No, no hay riesgo, no hay sorpresa, no hay novedad, no hay maestría, no hay nostalgia ni tampoco hay verdad. "Call me by your name" no consigue traspasar la barrera de la emoción y se queda en mero entretenimiento, banal y esteticista con muchas pretensiones.
No molesta, no incomoda, no enfada y ni siquiera aburre. No provoca rubor, ni deseo, ni rechazo, ni empatía.
No, no nos cuenta una historia universal de manera personal. Sólo se esfuerza demasiado en parecer que lo hace.
No me parece, en definitiva, una gran película, y ni siquiera me parece que sea mala. Es casi , lo peor que se puede ser: una película sin más. Una de tantas. Una que en breve ni recordaré.
piensaencines
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25 de septiembre de 2017
241 de 370 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando toda la crítica y el público se rinden en elogios hacia una película, a mí me echa atrás. Este año que por diversas cuestiones no puedo disfrutar del Festival de San Sebastián tanto como en años anteriores he sido muy cuidadoso en elegir dos películas, las únicas que veré. Una de ellas, tenía que ser la que para la gran mayoría de críticos y afortunados que la han visto en diversos festivales está siendo la película del año: ‘Call Me By Your Name’.

La película cuenta la historia de amor entre Oliver, un joven estudiante que pasa un verano junto a una familia italiana, y Elio, el hijo de esta familia. De una forma totalmente sutil, con miradas, pequeños gestos y un guion al servicio de un amor que traspasa la pantalla, el espectador se enamora junto a ellos de esta relación sobre la que habla ya todo el mundo. Ha pasado por Melbourne, Sundance, Berlín, Toronto… y ahora San Sebastián. Trata de buscar una crítica negativa, ya llegarán por los tristes de siempre, y no encontrarás ninguna.

Como película no encontraremos novedades en ningún lado. Seamos sinceros, hay miles de películas con más derroche técnico, planos más originales y que aportan una revolución mayor al mundo del cine. Lo que hace diferente a ‘Call Me By Your Name’ no es su forma de estar rodada, la película consigue crear uno de esos amores que no se quedan en la pantalla, inundan el corazón del espectador y se van con él una vez que ha abandonado la sala. Es una de esas películas eternas, y eso que todavía no se ha estrenado en salas de cine.

Comienza de forma muy muy pequeñita pero no para de crecer en ningún momento. La evolución es continua, pero lógica y totalmente coherente, se cocina a fuego lento, como los mejores guisos. Llega hasta tal punto ese crecimiento que como espectadores nos caemos rendidos al final igual que los propios personajes. Es sensual, emotiva, especial, inocente, vulnerable, potente, poderosa, brillante… No podría escatimar en elogios hacia esta película que ya es un clásico sin haberse estrenado y que está llamada a ser una película de culto.

Como gran virtud, ‘Call Me By Your Name’, la película, consigue redondear de forma mucho más eficaz que el libro la historia de amor. En la novela de André Aciman falta concreción, sobran elementos y faltan otros que nos sitúen realmente en el tiempo y el lugar que narra la cinta. El guion de Luca Guadagnino (director también), James Ivory y Walter Fasano, elimina toda la paja, hace crecer la historia con pequeñas pinceladas que nos transportan al momento histórico y le aporta la vivacidad y rapidez de la que carece en ciertas ocasiones la obra de Aciman.

Es de agradecer también que el guion no haya omitido los grandes momentos de la novela. Especialmente interesante es el tercio final, muy diferente a la novela, pero que sigue manteniendo los momentos álgidos de la misma. La charla final que mantiene el personaje de Timothée Chalamet con su padre, Michael Stuhlbarg, es absolutamente impresionante. Me podría arriesgar y decir que es la mejor escena de toda la película.

En el plano actoral, Armie Hammer aporta la parte sensual a la cinta, y su actuación enamora. Pero si hay alguien que se destapa como toda una revelación, se come la pantalla y al resto del reparto es el joven Timothée Chalamet. El joven actor resiste sobre sus hombros todo el peso emotivo de la película. No haré spoiler, pero el plano fijo de los títulos de crédito bien merece un Óscar. El juego de miradas y gestos entre los dos es una delicia difícil de rechazar.

Es tan veraz la cinta que uno no puede resistirse a querer verla una vez más. En el pase al que pude asistir en el Zinemaldia escuché a varios espectadores que comentaban que ya habían visto la película y que estaban allí repitiendo experiencia, y pagando su correspondiente entrada. Tras verla, uno entiende cómo la cinta sobrevive en uno mismo, tanto que no pude dejar de pensar en sus paseos en bicicleta, sus paisajes, sus diálogos, sus melocotones, su sencillez y su vivacidad durante horas. Simplemente, brillante, apabullante, imprescindible.

Me voy a repetir, pero para concluir no puedo hacerlo de otra manera. Si todo el mundo habla de ‘Call Me By Your Name’ es por algo, es por derecho la mejor película del año. La cinta que ha recibido el aplauso más estruendoso y duradero de todas aquellas películas que he visto estos últimos tres años en el Zinemaldia. Es una obra maestra, y sin haberse estrenado todavía es ya un clásico y una película de culto.

Lo mejor: Consigue traspasar la pantalla, es uno de esos amores de película que durarán generaciones y generaciones.

Lo peor: Que habrá que esperar a febrero para volver a verla cuando se estrene en cines.

Más críticas como esta en: http://blogs.diariovasco.com/fotograma/
eurofan93
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27 de enero de 2018
174 de 276 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, debo de ser muy insensible, porque la película me ha parecido interesante, pero bastante pedante y aburrida. No me creo la historia de amor de sus protagonistas, el que hace de americano me parece un guaperas de libro sin morbo alguno. Que este treintañero petulante se ligue a un chaval de 17 tampoco me parece muy creíble. En definitiva, no entiendo estas puntuaciones a menos que todos los gays y culturetas del universo se hayan puesto de acuerdo para darle bombo. Eso sí, la interpretación del chico protagonista es sublime y el final está muy logrado, sobre todo el discurso del padre. Solo por ese final la película merece un visionado, pero ni mucho menos es la obra maestra que nos quieren colar.
Marceando
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27 de enero de 2018
94 de 130 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no he tenido una casa señorial en Italia donde pasar los veranos y, sin embargo, he conocido esa borrachera estival de días interminables de ocio que me envolvían como una lujuria de los sentidos y parecía presagiar mi despertar sensual y afectivo. Yo no he tenido unos padres idólatras de la cultura clásica y, sin embargo, he sido acogido con afecto y cariño por su inefable protección y generosidad, sin nada que ofrecerles por mi parte más que mi apática y torpe indolencia. No obstante, también he conocido la confusión de los sentidos, la idolatría de lo imposible o de lo improbable, he transitado el alboroto desordenado de la sexualidad embrollada y caótica, la búsqueda egoísta de mi satisfacción a toda costa y a cualquier precio, pero me ha faltado el acompañamiento juicioso y salvífico de un adulto que me supiera desbrozar el camino, sin por ello tratar ni de manipularme ni de coartarme… Es decir, me veo retratado en el relato y recorrido que me proponen tanto James Ivory (en el guión) como Luca Guadagnino (en la dirección) y les estoy agradecido por ello: Han sabido expresar lo sublime sin caer en lo cicatero.

Una vez más la trama parece deambular sin un destino concreto ni aparente por derroteros que basculan entre lo tópico y lo previsible, entre una belleza edulcorada y el desapego de lo preciosista, deteniéndose en unos acontecimientos y unos pormenores que parecieran presagiar un anuncio ardoroso de colonia o una mercadería insípida de moda veraniega, pero lo relevante es todo aquello que sucede por debajo de la piel, entre los recovecos y claroscuros del deseo y los pliegues y fabulaciones de la ilusión. Una cosa es lo que hacemos y otra bien distinta es lo que anhelamos hacer. Y en esa paradoja entre lo simulado y lo real se mueve como un pez en el agua esta fábula intemporal que disecciona un amor de verano más allá de los tabúes y de las convenciones. Busca incendiar una bacanal de la pasión cuando nadie, en apariencia, ni tan siquiera ha pretendido avivar ni un mínimo rescoldo de erotismo. Pero la ternura y el apego tienen muchas máscaras y toman rumbos inesperados…

Más allá de su excelente guión, de una dirección tan primorosa como certera, de una música sibarita y evocadora, de unas imágenes inmarchitables y de unos diálogos certeros en su fecunda transparencia, el mayor mérito corresponde al trío protagonista. Ojalá Timothée Chalamet tenga una larga carrera porque su asombrosa interpretación ya forma parte de la historia del cine. Armie Hammer está muchísimo mejor de lo que su portentoso físico pudiera hacernos negar. Y Michael Stuhlbarg, como el atolondrado padre, tiene una intervención tan inolvidable como conmovedora. Gracias a ellos asistimos al sincero embrujo en estado puro.
antonalva
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26 de diciembre de 2017
99 de 141 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente, no esperaba mucho de esta película.
No he sido nunca de películas sobre historias de amor, y menos cuando son tan normalizadas que si cambiaras el término homosexual, la mismo historia sobre un hombre y una mujer no tendría mayor repercusión. Y lo cierto, es que me he sentido así en la mayoría de la película.

Muchos momentos de tensión sexual que recuerda al comienzo de una película erótica gay. Historia dificilmente introducida que en algún momentos pierdes la localización de los personajes. Personajes secundarios desdibujados, e incluso los protagonistas cambian algo en su parecer de escena a escena...

Y a pesar de todo esto (que no es poco), me ha conseguido trasmitir muchas cosas que otra película no había conseguido. Pero, creo que sin duda ha sido gracias a la GRAN escena final. Enhorabuena por conseguir tocarme el corazón con tan poco.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mario Cuesta Argos
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