El río que nos lleva

Alfredo Landa protagoniza está película considerada de interés cultural por La Unesco, la cual narra la historia de los gancheros, un oficio totalmente desaparecido debido al avance de las nuevas tecnologías.
La interpretación de Alfredo Landa le valió la nominación al Goya como mejor actor, pero en mi humilde opinión su interpretación es bastante pobre. Creo que él ha realizdo actuaciones mucho mejores, y en esta ocasión me parece que solamente pone cara seria y nada más.
La película resulta interesante en diversos momentos, pero es cierto que en otros resulta un poco pesada. No obstante, la historia que narra atrae en un principio debido al desconocimiento que se tiene de esta profesión; pero a mitad de película ese interés se pierde, y es el momento en que resulta más pesada. Lo bueno es que el guión da un giro y hace que la atención deje de centrarse en el traslado de la madera, y uno muestre todo el interés en la situación crítica que viven sus protagonistas debido a la política de posguerra que se vivía en España.
La música es interesante y acompaña muy bien a esos troncos que bajan río Tajo hacia Aranjuez. Un río muy bien retratado con la cámara, el cual está cubiero por un manto de troncos, los cuales sufrirán inconvenientes durante el viaje al chocar con diferentes rocas, al igual que sus encargados al chocar con diferentes personas.
En fin, una película interesante de ver sobre todo por el retrato de una profesión que dejó de existir al realizar este último viaje.

En 1988 el director Antonio del Real adaptó al cine la novela de José Luis Sampedro "El río que nos lleva". La historia se centra en la actividad de unos madereros que transladan troncos por el río Tajo, actividad que era común en la zona alta del río durante los años 40.

Precisamente el gran acierto de la película es que se translada a los mismos parajes que se describen en la novela, la gran mayoría de las escenas transcurren en exteriores, en escenarios naturales, por la tanto casi podemos respirar el aire puro de la naturaleza.

En el reparto encontramos actores míticos de nuestro cine como Alfredo Landa o Fernando Fernán-Gómez. Además, interviene Tony Peck (hijo de Gregory Peck) en el papel de un "forastero" irlandés que llega al pueblo.

A pesar de que el argumento de la novela es altamente cinematográfico, su translación al cine carece de emoción y es bastante irregular, llegando a diluirse el interés durante sus casi dos horas de metraje. No obstante, los valores humanos que se desprenden de la cinta, los bellos paisajes y la creible recreación de la España rural de los años 40 constituyen las mayores virtudes de "El río que nos lleva".

Lo mejor: el escenario.
Lo peor: dirección irregular, Antonio del Real no triunfa en su intento de desvincularse de la comedia española.

Una historia muy buena, basada en el libro de Sampedro sobre los últimos transportistas de madera por el río Tajo, en una suerte de Quijote en grupo que atraviesan la España castellana del postfranquismo. La voz en off, como suele ocurrir en las adaptaciones literarias, perturba el bienestar del espectador.

Sin embargo, la película tiene esbozos de clásico al estilo “El Último Mohicano”, con preciosas imágenes naturales, de pueblos y del río, el auténtico protagonista de la película.

La imagen y el sonido han envejecido mal con el paso del tiempo, por lo que una nueva revisión en una copia restaurada puede que ser de agradecer para el aficionado al cine español clásico.

Es una satisfacción asistir a una obra en la que todos los actores realizan una actuación espléndida.
Presenciamos un trabajo coral difícil de encontrar.

Cada personaje enmarca y completa el trabajo de los otros.
Incluso la música es un elemento perfectamente integrado en la narración: no distrae de la acción sino que la completa.

Me sorprende que las críticas profesionales no sean más positivas.

Ciertamente se podría haber dado más relevancia al papel de Alfredo Landa o introducir situaciones con más intensidad dramática o proporcionar menos detalle en el descenso de los troncos por el río.
Pero esa sería otra película.

Si se hubiera hecho como reclaman esas críticas se habría sustraído lo que hace que esta obra resulte verdad: su elemento realista, su poesía.