Amor bandido

Por más que algunos críticos hayan querido ver una historia original, lo cierto es que no es original ni en el titulo que ya había utilizado Bruno Barreto en un filme de 1978. Repleta de situaciones cliché vistas hasta el hartazgo en cientos de otros filmes con anterioridad incluyendo la transformación de un alfeñique de 40 kg en un Rambo implacable, lo único positivo es su corta duración (que, a su vez, es su talón de Aquiles) porque impide profundizar en los personajes y sus motivaciones lo que hace que carezcan de empatía y la escena que figura en el afiche publicitario dando cuenta del excelente estado físico de la Ricci. Lo demás para olvidar apenas terminado su visionado.

Si bien como en el resto de cine con aspiraciones comerciales que se hace en Argentina, se ve una mejora, aunque no la suficiente para darle el aprobado.
A pesar de lo breve que es, se toma demasiado tiempo para explotar el thriller, prefiere regodearse en la primera mitad en lo sexual, cuando la verdad que no hay mucha química entre los protagonistas, pese a los actores que hay que decir le ponen voluntad. La segunda se va hacia el golpe bajo, lo que cambia la narrativa por completo pero tampoco funciona.
Lo peor: no tiene otra cosa que sexo, violencia y clichés. No aprovecha las situaciones para dar vuelta los lugares comunes, sino para seguirlos al pie de la letra, nadie puede decir que la segunda parte realmente les sorprenda. La violencia explícita es totalmente innecesaria.
El director se nota que estaba encantado con el cuerpo de Renato Quarttordio, sobre todo con su culo porque le dedica varios planos. También lo quiere vender como un adonis y ni ahí, el muchacho no es feo, pero tampoco la pavada.
De los únicos tres personajes que tiene más de dos escenas, Joan, Luciana y el de Ferro, de esos solo el de Joan tiene una "evolución" aunque sigue siendo un adolescente boludo y cursi.
Lo mejor: Rento Quattordio, brinda una interpretación pro encima del guion, se aguanta el peso de un protagónico, encima está casi todo el tiempo frete a cámara. Ojalá no lo encasillen en roles de eterno adolescente, más porque ya hace rato que no lo es, aunque lo siga pareciendo.
La fotografía es muy linda también.



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Werner nos trae una ficción que parece comenzar y desarrollarse como drama pero termina convirtiéndose en un thriller sumamente interesante e impactante que no se detiene hasta los minutos finales del film. Los 80 minutos de duración se pasan volando gracias al ritmo ligero de la película y cómo se va desenvolviendo la historia con el pasar de los minutos, llegando incluso a mostrar más que solo “haber caído en una trampa”. La intriga y la expectativa de qué es lo que le puede llegar a pasar a diversos personajes está muy bien trabajada y logra su cometido de tomar por sorpresa al espectador.

Las actuaciones también logran estar a a altura de lo que la historia necesita mostrar escena a escena. Renato Quattordio, teniendo el peso de tener nuevamente un rol protagónico, se roba el show con su intensidad aportada en cada una de sus apariciones. Los demás tampoco desentonan, sobre todo el gran Rafael Ferro interpretando a un tipo sumamente duro, extraño y con muchos secretos perturbadores dentro de la trama.

No suele haber tanta exploración en el género del thriller y con toques de intriga en Argentina, así que felicito también a Werner y todo el equipo detrás ya que han logrado un muy buen producto audiovisual. Si bien puede parecer que por momentos no avanza, a pesar de su corta duración, todo está lo suficientemente bien explicado dentro de la historia para que podamos entender finalmente el accionar de cada uno de los personajes presentados.