La máscara submarina

Peter van Eyck es el sofisticado cazafortunas que pretende hacerse con los bienes de su esposa, a la que acaba de asesinar (no es spoiler: sucede en la primera escena). Entre los millones y él sólo se interpone un pequeño problema: la hija de la fallecida, quien está convencida de que su padrastro es un asesino de tomo y lomo. El relato gira en torno a las mentiras que urde nuestro psicópata y sus intentos de acabar con la vida de la jovencita. Cine al estilo clásico, suspense muy bien dosificado, excelente fotografía en B/N y comedidas interpretaciones del reparto (salvo van Eyck; no era un buen actor, y se nota. No basta con tener distinción y cierto toque empaque). Es una producción Hammer cuando ya se había lanzado a la resurrección de monstruos, y dirige Guy Green con su proverbial corrección. Agradable.

Cuanto más cine de la Hammer veo, me doy cuenta que su mejor filmografía, es la que ha pasado más desapercibida, ya que cualquiera que conozca de los trabajos de la productora inglesa, lo primero que mencionará, serán las películas de Drácula o Frankenstein, historias sensacionalistas, con una fotografía chillona, etc.
Pero la Hammer, también tuvo sus joyas, películas de suspenso discretas, realizadas con sencillez, pero a las que no les falta ni les sobra nada, con historias muy bien logradas, que en ningún momento caen en los excesos por los cuales luego se hizo famosa la empresa.
Aquí una historia de lo más simple, un hombre mata a su esposa y lo hace parecer un suicidio, esto lo logra echándole un somnífero en la leche, y luego cerrando puertas y ventanas y llenando la habitación de gas, mientras él respira por medio de una mascara de buso, y luego escondiéndose en un pequeño hueco que había en el piso.
La hijastra del tipo, sospecha de él, y se pasa toda la historia tratando de probar la culpabilidad del mismo, con esos elementos, el director logra crear una atmósfera muy hitchconiana, con un villano elegante, una victima a la que nadie le cree, y todo en torno a un lugar paradisíaco de Italia.
Una buena muestra de que menos a veces es más.

Un sencillo cuento de encanto preeminente debido a la acertada interpretación de la niña. Los niños son jodidos para el cine más por resultar creíbles que por la dificultad de dirigirlos. En este caso la niña, Mandy Miller, es la artífice del éxito del argumento, a la par que el cínico padrastro Peter Van Eyck, con una inquietante actuación que hace que la película vaya de la intriga al terror más evidente; contando además con la indispensable presencia de la institutriz, la pizpireta Betta St John, tan deseable que incita a la sospecha.

Mandy Miller convierte la película en un oscuro cuento y ese puede ser el motivo que la nota no se dispare con más justicia, confunde la sencillez narrativa del film con rigidez, o algo que está bien fabricado pero con mano inexperta, pero no es así. También está el querido Gregoire Aslan en su firme personaje de policía de buen corazón pero que nos desbarata con su poca perspicacia, y un funcionario de la embajada un poco de convidado de piedra pero con su peso en la historia. Una historia de ardua maquinación en el tiempo, que avanza hacia un terrible desenlace; alguien puede estar con nosotros pero invisible porque está en un plano diferente.

En concreto, un meritorio trabajo, disfrutable, un desesperado intento juvenil bien plasmado de hacerse oír en el mundo de los mayores, que sólo son capaces de mostrar paciencia en vez del apoyo y la fe necesaria que piden a voz en grito.

Guy Green fue el realizador de “THE SNORKEL” (La máscara submarina, 1958), película situada dentro de una filmografía en la que Green que daba sus primeros pasos como director de cine, tras una andadura previa como operador de fotografía. No se puede decir que Green haya pasado a la historia como un gran director, pero ello no impide reconocer que el título que evocamos se brinda como una de las aportaciones más interesantes dentro de ese grupo de estupendos thrillers y propuestas de misterio que se fueron elaborando desde los últimos años cincuenta hasta incluso mediado el decenio siguiente en el ámbito de la productora Hammer Films.

La película, rodada en la pequeña ciudad costera de Alassio, próxima a la conocidísima San Remo, transcurre enteramente en la ciudad en un ambiente veraniego que permite no pocos exteriores magníficos, como los de la propia villa donde tiene lugar el crimen; la costa, donde algo terrible está a punto de suceder, y las calles de la ciudad, y su paseo marítimo, un mundo latino que contrasta con la triple historia que se va trenzando: la seducción de la acompañante de la joven protagonista, los intentos de asesinato de la misma a cargo del padrastro y la investigación infructuosa de la huérfana, quien incluso pierde a su perro, envenenado también por el padrastro, en el transcurso de su investigación amateur.

La puesta en escena nos recuerda ese ambiente hasta cierto punto sofisticado de las clases adineradas en las costas de Francia e Italia, y que veremos en cintas de mayor recorrido estético y argumental como “Atrapa a un ladrón”, de Hitchcock, por ejemplo. “La máscara submarina”, sin embargo, es un fantástico ejercicio de precisión narrativa y de historia magníficamente contada, a lo que se añade un doble final extraordinario y que me abstengo de revelar, por supuesto. La historia fue escrita por Anthony Dawson, un reconocido actor británico especializado en papeles de villano y al que todo el mundo recordará por interpretar el asesino de “Crimen perfecto”, de Hitchcock.

Una pequeña delicatesen con el sello de la Hammer. Breve en su metraje (hora y media justa) y de facilísima digestión, personajes sencillos y sin demasiados condimentos. Si el primer plato y el segundo son buenos, espérense al postre, menudo final…

Buena cinta de la entrañable Hammer Films. Las conspiraciones de un asesino para no verse descubierto, son puestas a prueba por una persistente muchacha que insiste en señalarlo como el criminal. La historia mantiene el interés durante todo el metraje, y la locación escogida (Villa della Pergola, Italia) es realmente espectacular. Me hubiese gustado que se rodara en colores. Aun así, me gustó muchísimo. Mención aparte para el inteligente perrito "Totó".