Haz click aquí para copiar la URL

El salón de música

Drama Principios del siglo XX. En un palacio de Bengala, un terrateniente, al oír la música de la fiesta que celebra su arrogante vecino con motivo de la iniciación de su hijo, recuerda el gran recital que organizó con motivo de la de su propio hijo, así como los importantes acontecimientos que sucedieron después en su vida. (FILMAFFINITY)
1 2 >>
Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
17 de octubre de 2008
38 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinaria obra maestra de Ray que reafirma el inmenso talento del director, haciendo un conmovedor retrato sobre la decadencia de la nobleza, la muerte de la tradición frente al progreso, la obsesión y la soledad. El relato corto que narra la caída de un noble (Roy) que representa a la tradición frente a la subida de su vecino, un prestamista convertido rápidamente en nuevo rico, sirve a Ray como excusa para bombardear al espectador con una espectacular muestra de puesta en escena rica y sutil (véase el plano de del elefante y el coche), que aporta matices y detalles, que se vale de constantes simbolismos y metáforas esenciales en la narración (la lámpara, el insecto, el caballo…) y cuyo manejo de la cámara se muestra imaginativo, ágil y enormemente fluido (como el largo plano que recorre el salón de música vacío). Y de paso es todo un derroche de elegancia, logrando momentos de gran belleza plástica. Una de las claves del efecto final es la magnífica interpretación de Chabi Biswas como Roy, en un papel difícil pero al que dota de credibilidad y dignidad en sus distintas fases emocionales. En cuanto al retrato que hace de la caída del poderoso y la nobleza India, tiene puntos en común con obras emblemáticas del calibre de El Cuarto Mandamiento de Welles (y por extensión con otros personajes de su obra) o El Gatopardo de Visconti, a las que ciertamente no tiene nada que envidiar. Sin embargo tal vez el motivo por el que más se recuerda el film es por el rendido homenaje que hace el director a una de sus pasiones: la música. Todas las escenas musicales delatan a un autor enamorado de la música, logrando convertirnos en uno más de los privilegiados invitados al salón de música de Roy. Jalsaghar es una lección superlativa de cine, una profunda reflexión sobre el ser humano y en definitiva, un autentico placer para los sentidos. Obligada.
cineoptero
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4 de mayo de 2006
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un drama, pero también un documento musical. El director concede mucho protagonismo a este último aspecto, y por el salón pasan numerosos maestros de la Raga hindú. Esta música tradicional rebosa vitalidad y ritmo (¡atentos al viejo de la barba y a sus portentosas cuerdas vocales, y también a esa bailarina del final!), pero hace que la película se aleje de la triste historia de Roy, en la que está presente la desgracia familiar característica del cine de Ray, pero que ofrece nuevos matices de soberbia y envidia.

A este director no le hace falta mucho para conseguir planos sublimes. La magistral integración de la música de Vilayat Khan y los delicados movimientos de la cámara son suficiente.
Lo mejor son las tiernas miradas de la mujer y la parte final, en la que la oscuridad de un salón cuyas velas se han consumido llevará a Roy a la locura.
jastarloa
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
2 de abril de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película exótica que, vista hoy, parece alejada por estructura y contenido del cine que se hacía en Estados Unidos y Europa en los años 50, y al que estamos más acostumbrados. El relato se nos presenta quebrado, con un larguísimo flashback que sirve de planteamiento y de nudo, y que nos prepara para un desenlace contundente. En cuanto a la temática, los paralelismos con “El gatopardo” se antojan evidentes, aunque merece la pena recordar que este film es casi coetáneo a la novela de Lampedusa y anterior a la versión de Visconti. Ray muestra la decadencia de la aristocracia hindú con condescendencia. La película contiene un discutible mensaje de defensa de los valores tradicionales, y muy crítico contra la burguesía emergente y la mecanización. Pero, sobre todo, hay que destacar la minuciosa manera de rodar de Ray: planos largos, elementos simbólicos, largos silencios… La puesta en escena es elegante y sutil, y gracias a ello el director consigue crear un clima de nostalgia y melancolía. La tragedia personal del protagonista se integra en el proceso de caída en picado en la escala social. El esplendor del gran salón contrasta con los paisajes desérticos que se ofrecen en los planos de exterior.

Y en este escenario juega un papel decisivo la música, símbolo de la felicidad pasada y refugio ante la adversidad. Las secuencias musicales tienen un magnetismo hipnótico que me ha dejado pegado a la pantalla. Cuando el protagonista cae en desgracia, todo su palacio entra en un proceso de deterioro irremediable. Los patios y las terrazas se llenan de maleza. Sin embargo, el gran salón se mantiene cerrado, guardando celosamente su magia, a la espera de abrirse de nuevo y mostrar su encanto como una caja de música.
rober
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 de febrero de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 1958 se estrenó Vértigo de Hitchcock y también este Salón de música de Satyajit Ray que creo que es no solo su mejor película( al menso de las que conozco de él) sino también una de las grandes películas que nos ha dado el cine. Esta película que al parecer no tuvo mucho éxito en la India sí que la tuvo en Estados Unidos y posteriormente en Europa. Aquí Ray supo atrapar muy bien el concepto de nostalgia por un tiempo pasado mejor, una nostalgia autodestructiva, que la definía Tarkovski más o menos como el "sentimiento de quien lejos de lo se ama es consciente de depender de su propio pasado de un modo inexorable, insidioso y tan difícil de sobrellevar como si fuera una enfermedad"; pues de alguna manera es lo que le pasa a este noble terrateniente arruinado que recuerda los grandes fastos de iniciación a su hijo y que poco a poco va cayendo hacia su autodestrucción: siente que lo que le rodea se va derrumbando, sino se ha derrumbado ya, que las tradiciones en que se ha apoyado y que ha vivido van cambiando, sólo le queda la música el amor a la música. Los temas preferidos, el conflicto entre lo nuevo y lo viejo y los cambios de la sociedad, temas recurrentes en sus películas también aquí se dan. Pero aquí de una manera más visceral, se ve, se nota, se siente como la vida moderna, " lo nuevo" va perforando e invadiendo el mundo en el que habita dejando su arruinado palacio, prácticamente en un solar.
El estilo de la película es muy elegante toda ella, con unos travelling, y planos secuencia que recuerdan a las películas de Ophuls y en particular a El placer. Unos planos rebuscados pero a la vez nada abruptos a diferencia de Wells; se me viene a la cabeza El gatopardo, películas de Ozu, las Hermanas de Gion de Mizoguchi.......
y cuando estoy escribiendo estas líneas, creo que también a mí me pasa de alguna manera lo mismo que al noble Roy, añorando una manera de hacer películas como las de antes, que muy a mi pesar nunca volverá.
Ketman
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
22 de julio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente el que quedó enamorado con la trilogía y la vida de Apu llegará hasta aquí buscando algo parecido, cine de calidad, profundamente humano a la vez que culturalmente tan distante. Ray nos lleva a principios del S.XX para presentarnos el drama del inevitable avance de lo moderno, que se merienda a una nobleza arcaica y desgastada. Y lo cierto es que a mí no me ha embelasado como esperaba. Quizás se deba a que he llegado aquí queriendo participar de un drama humano semejante al de Apu y eso no es posible. No tiene nada que ver con la casta del protagonista de "El salón de música", tan empobrecido que su posición queda desfigurada. Hablo del drama humano, que es lo que buscaba, y que no he encontrado con el dolor profundo que esperaba.

La música, que debería ser un acompañante, aquí es demasiado protagonista. Es una lástima que el drama familiar no quede suficientemente subrayado. Sí nos queda clara la caída en la miseria del noble protagonista (y su locura, que avanza de igual manera): es algo maravilloso ver a ese elefante y a esos caballos enfrentarse al avance del tiempo y a los coches... Los candelabros, las velas, la electricidad y el honor del noble, que seguirá siéndolo de por vida, aunque ya esté tan solo como los cuadros de sus antecesores. Creo que Ray sabía hacer bien las cosas, la película atrae lo necesario como para no aburrirte. No es una obra maestra, pero es fácil quedar prendado por su exotismo.
Luisito
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow