Las novias de Fu Manchú

Tras una decente revisión del mítico personaje creado por Sax Rohmer en "El regreso de Fu Manchú", el responsable de la primera película; Don Sharp se puso manos a la obra con la secuela, una secuela que salió a tan solo un año de distancia de primera.
Repetían Harry Alan Towers en la producción y en el reparto Christopher Lee como Fu Manchú, Tsai Chin como Lin Tang y Howard Marion-Crawford como el doctor Petrie.
Como novedad, cambiamos de compositor y de protagonista, reemplazando a Nigel Green por Douglas Wilmer en el personaje del comisario Denis Nayland Smith.

A pesar de que el guión de la primera película no era nada del otro mundo, el de "Las novias de Fu Manchú" es aún más flojo. El ritmo es más lento, la historia es menos interesante y aunque las actuaciones continúen en la buena línea de la primera, siento que no sobresale para nada. Entre las mejoras, hay que mencionar que Douglas Wilmer me parece mucha mejor elección que Nigel Green para interpretar al comisario Nayland Smith.

El problema en esta película es que si has visto la primera, ésta se te hace ya muy predecible.
Así que en general puedo decir que la nota media que esta película tiene en filmaffinity le hace bastante justicia. Yo me estiraré un poco y elevaré su nota al 5 sobre 10.

Este segundo filme del Fu-manchú sesentero emplea un titulo de por sí engañoso y con un cierto morbo: "Las novias de Fu Manchú". En su inicio descubriremos un buen número de atractivas jóvenes atada a pilares, algo ligeras de ropa, a disposición del maligno doctor, que las tiene hipnotizadas. Sin embargo, no hay lujuria en sus ojos, ni son "sus novias", aparentemente no abusa de ellas, sino que son "secuestradas o prisioneras", como piezas de chantaje para sus planes de conquista mundial. Realmente debería haberse titulado "Las secuestradas de Fu-Manchú", pero hubiese tenido menos morbo y, en esos años, eso vendía mucho más. Una pregunta me viene ¿A quién secuestraba si los científicos no tenían hijas?

En este segundo filme, Neyland Smith es encarnado por un Douglas Wilmer más resultón que el anterior intérprete, aunque siempre parece ir un paso por detrás del maligno Doctor. La producción parece contar con algo más de medios y dispondremos de hasta maquetas y más efectos especiales, aunque modestos. La historia en sí, se repite de la anterior, ya que volvemos a tener como compañero de Neyland a un espontáneo - en este caso el novio de la secuestrada- que a base de tortazos y desparpajo entorpece los maquiavélicos planes del Doctor.

La ambientación absurda va a juego con el personaje, así su creador Sax Rohmer no conocía nada de la cultura china y en este filme la guarida del Doctor se halla en Marruecos, en un oculto ¡templo egipcio!

Película entretenida, dirigida por un Don Sharp que es capaz de sacar petróleo de presupuestos reducidos con una dupla, los protagonistas malvados, padre e hija, Lee y Tsai Chin, que son el alma de estos filmes.

El misterio oriental con aroma de exotismo, susurros esotéricos y ansia de poder inspiran esta nueva entrega de Fu Manchú.
Ciertos efectos especiales resultan ingenuos y lo mismo sucede con determinados pasajes del guión -sobre todo en lo que concierna a las peleas- y por eso el argumento queda algo desvaído a pesar del dinámico sentido de la narración y del interés intrínseco de la historia.
El argumento posee entidad seria pero el guión no sabe extraer el máximo partido.
Sobresaliente la actuación de un C. Lee con su porte hiératico y misterioso.