El sospechoso número 12

Yo lo llamo "efecto Shyamalan", pero seguro que hay un nombre más técnico para este fenómeno: películas que, a la hora de distribuirse, ya sea en cine o en plataformas, se publicitan de manera incorrecta (a veces, directamente engañosa). El pobre Shyamalan lo sufre en sus carnes a cada nueva obra que saca, porque para los distribuidores todas y cada una de sus nuevas películas son "el nuevo trabajo del director de 'El sexto sentido'". Con "The last airbender" y con "After Earth" esta coletilla promocional alcanzaba el límite máximo de absurdo (pero bueno, son dos películas por las que Shyamalan debería haber sido condenado a galeras, así que bien).

Vender "El sospechoso número doce" como una peli de detectives es un error. Y no porque no lo sea, que tampoco, sino porque los distribuidores parecen olvidarse de algo tan importante como son las expectativas del público. Volviendo a nuestro director de origen indio favorito, vender como terror "El bosque" o, peor aún, "La joven del agua", hacía que el público que acudía a las salas a pasar un mal rato saliera de ellas muy enfadado. Con esta notable peli coreana pasa algo así. La parte detectivesca es anecdótica, en realidad va de otra cosa bien distinta. Y si ignoras la historia reciente coreana, con la ocupación japonesa, la invasión comunista y la intervención occidental durante la Guerra de Corea*, acabas con un cacao mental bastante importante.

*Algunos no os lo vais a creer, pero los coreanos a esa guerra no la llaman Guerra de Corea. Más lío si veis la película, aviso.

Toda la razón a la crítica que precede a esta- Con Ágatha, tal como la venden, no tiene nada que ver. No es policíaca sino una especie de ajuste de cuentas, si es que he entendido algo, de un criminal de guerra ahora convertido, según él en el gran patriota de la Corea del Sur, un país que aún se sentía amenazado por los comunistas del Norte, además en plena guerra fría. Los coreanos sabrán, pienso, de qué va todo, pero los no coreanos no historiadores se quedan un poco a dos velas.
Por lo demás, la película crea un suspense continuado e interesante durante casi todo el metraje, aunque, como sucede tantas veces, falla en lo más difícil, la resolución.

En plena postguerra coreana, estamos en un café que frecuentan artistas y escritores. Allí llega la noticia de la muerte de uno de sus clientes y también un detective que debe resolver el caso para el que hay doce sospechosos.
Doce sospechosos, como "Doce hombres sin piedad" (1957), "Doce del patíbulo" (1967), "Doce huérfanos" (2021) o "Doce en casa" (2022). Es más cinematográfico de lo que parece este número.
Ambientación teatral, prácticamente con el único escenario del café. Algo así como el ambiente claustral de los "Diez negritos" de Agatha Christie pero sin tanta tensión dramática.
No tenemos duda que el espectador occidental se pierde muchísimos detalles que no escaparán a los orientales. De hecho, significativamente, al presentar los personajes nos ayudan dando sus nombres y actividades con subtítulos.
La obra tiene indiscutibles valores cinematográficos como el drama que se representa, personajes interesantes bien trazados ("rosas con espinas"), interpretaciones, ambientación ... Pero debemos reconocer que no hemos terminado de entender muchos detalles. Y, sobre todo, que por momentos nos hemos aburrido.
En fin, una obra que disfrutarán especialmente los aficionados a las cinematografías orientales. Los demás no tanto.