Cassandro

Vi esta película con reservas porque me imaginé a la típica película oportunista que sólo quiere aprovechar el momento político de inclusión que hoy en día prevalece. Y quizás sea un tanto así, pero eso no significa que no se pueda hacer una buena obra y no una torpe ocurrencia sólo para aprovechar el momento.

La película conmueve y cautiva, pero sobre todo me ha gustado porque cuenta una historia. No sé muy bien cómo argumentarlo, pero creo que muchas películas de hoy en día ya no cuentan historias. Cualquiera me diría que lo que digo es absurdo, pero creo que muchas historias que narra el cine se inventan, no se cuentan, por lo que se adornan, se dramatizan y se valen de recursos muy sofisticados a la vez que tramposos y manipuladores para hacerlas muy emocionantes e interesantes. Por el contrario, en el caso de Cassandro, hay una historia sencilla, de personas sencillas sin grandes atributos o cualidades y que no obstante se convierten en héroes a pesar de sus vicios y defectos. En esta película no hay buenos ni malos; sólo gente que vive y sobrevive en el mundo que les tocó vivir; las drogas, como la pobreza o la prostitución, no son un vicio o una "mala" elección, sino una realidad que simplemente acontece y que se hace presente en los que no tuvieron privilegios. En el mundo virtuoso, moralino y feliz de gringolandia, aquel que vende o promueve drogas sería un villano con una muerte digna de su maldad, pero en este caso es solo gente normal que también puede sufrir y ser generosa como cualquiera.

Tiene inevitablemente sus defectos técnicos, como el sonido. Hay varios diálogos que no se entienden, y eso que soy mexicano, sobre todo cuando hablan luchadores con máscara. No me quiero imaginar el esfuerzo que tendrán que hacer los hispanohablantes de otros países para comprender lo que dicen, y ya no digamos los innumerables modismos mexicanos, mismos que no obstante también son muy necesarios para alcanzar ese retrato tan fiel que hizo el director de México. Evidentemente hay otros defectos, pero como he dicho otras veces, estos se perdonan frente al conjunto del resultado final.

Creo que merece muchos elogios. Una buena película. Me gustó y la disfruté.

Algunas notas más en spoilers.

El debut del documentalista Roger Ross Williams en un largometraje no podía ser de mejor presentación que con un consistente y sensacional encuentro a la vida de Cassandro el "Liberace de la Lucha Libre".

El trabajo de su director para entregarnos un biopic que se va cocinando a fuego lento y que nos presenta un cautivador mundo sobre el amor de madre e hijo y la aceptación personal en un mundo en donde el machismo estaba por sobre todas las cosas. La manera sincera y pausada en que Williams nos va relatando la vida de Saúl hacia su ascenso al estrellato en el mundo de la Lucha Libre lo realiza de manera delicada, dando momentos para hacer brillar un personaje con el cual vas generando conexión desde su primer contacto.

Mucho en ello ayuda la deslumbrante actuación de Gael García Bernal, que se perfila como uno de los grandes candidatos a la temporada de premios. El actor mexicano vuelve a darnos una de sus mejores interpretaciones en mucho tiempo, apoderándose de la pantalla con todo su talento interpretativo para llenar todos esos tiempos en que su director dedica a que apreciemos en naturalidad a Cassandro.

El actor no solo llena de vida a su personaje, sino que lo hace brillar con todo su esplendor, desde los movimientos en el ring hasta dar esa naturalidad de un hombre que encuentra su destino y su camino para celebrar su propio yo. Lo transporta hacia sus dolores, hacia el amor y hacia su simplicidad, con las medidas exactas para quedarnos con una interpretación sincera y sin caricaturizar a un personaje que realmente tenía mucho de exótico y eso Bernal lo brinda con una medida justa e impresionante.

Si bien la película se queda corta en ciertas conclusiones en donde no permiten que se sienta completamente redonda, la sinceridad con que aborda una historia icono hace que podamos dejar de lado esos ciertos aspectos y nos quedemos con la mayoría de las buenas intenciones que se plasman en pantalla entregándonos varios caminos por donde abordar nuestras emociones como la relación de amor, de hijo y de representante de una comunidad en la que el director entrega momentos realmente bien logrados y que llegan a ser los momentos más potentes de la película.

El triunfo de la emotividad y lo divertido dan el gran espectáculo a un biopic que se instala como una de las gratas sorpresas en este 2023 y nos brinda una esperanzadora transición al mundo guionizado de un director que muestra sus credenciales en la ficción con una gran presencia.

Cassandro vale la pena ver para todos no solo a una comunidad que puede sentirse identificada con ella, es una muy buena película que se presenta con todas sus virtudes al espectador para conquistarte con mucha inteligencia.

Cassandro (2023) se trata de una película estrenada en Prime Video este 22 de septiembre que cuenta con la interpretación de Gael García Bernal como protagonista, en una película basada en hechos reales que cuenta la historia del luchador mexicano Cassandro (Saúl Armandáriz de nombre real), quien se convirtió asimismo en un icono de la comunidad gay. La obra está dirigida por Roger Ross Williams y fue preestrenada en Sundance.

La película acierta completamente al retratar la vida del personaje protagonista. Un luchador que a priori lo tiene todo en contra para triunfar: pequeño, enclenque, sin aparente carisma y lo peor en una sociedad tan conservadora como la mexicana, homosexual. ¿Quién se va a tomar en serio un tipo así que dice que quiere ser luchador profesional?

Sin embargo, Gael García Bernal consigue conquistarnos el corazón con su Cassandro. Como se dice vulgarmente "media película es él" y es cierto. El actor sabe dotar de personalidad al personaje, y en apenas un cuarto de hora ya estamos vibrando con su particular forma de vida. Una mención especial merecen las canciones populares (famosas por ser himnos de la comunidad gay) que emplea la película cada vez que Cassandro entra en escena, como una versión de I Will Survive de Gloria Gaynor. 

Por otro lado, la película también se basa en gran medida en las relaciones entre la madre del protagonista y este. Esto le sirve al filme para realizar un gran retrato de la sociedad mexicana, tal y como esta es (o mejor dicho, como la presiente el guion). De hecho el nombre de Cassandro deriva de una telenovela que tanto el protagonista como su madre veían, y lo cierto es que ese tono (un tanto americanizado, al tratarse de una producción norteamericana) es una de las notas que más brillan en el filme.

Y es que es curiosa esta combinación entre Estados Unidos y México que se ve en la película. Por una parte tenemos el sabor mexicano, y sin embargo la estructura de la película así como muchos de los troppos narrativos que se emplean son claramente americanos. No hay que olvidar que se trata de una producción directa a Prime Video y parece notarse cierto dinamismo que no habría sido posible sin esta combinación.

Como aspectos negativos, sin embargo, hay que destacar para mal una fotografía que parece la misma que se puede ver en otras tantas películas que se han estrenado directamente en la plataforma. Y es que al igual que Netflix, la sensación es la de estar ante un mismo equipo técnico o similar que se dedica a cualquiera que sea la película que es necesaria ser rodada. Eso sí, la música de Marcelo Zarvos sobresale y le otorga a la película una atmósfera bastante particular.

Por supuesto, a nivel metafórico la película tiene un segundo mundo. Cassandro, un luchador sin máscara (algo poco habitual en la lucha libre mexicana) es todo lo que el protagonista quiere ser o desea ser representado. Se trata de algo inherente a la lucha libre (la creación de un personaje, como el nuestro, que pasa de ser el topo a Exótico) y que obviamente en la película queda reflejado.

Conclusión

Cassandro es una película que a pesar de ser entretenida y de consumo rápido, como la propia lucha libre, tiene en sus raíces un cine valiente en el que se cuenta la historia de un personaje tan peculiar como importante para entender la historia social de México y sus progresos en favor de colectivos históricamente marginados como la comunidad gay. 

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Se queda en la anécdota, la peculiaridad y exoticidad del personaje y no profundiza, termina siendo convencional y le falta intensidad, sin un drama concreto ni contexto, sin fuerza, queriendo dotar de épica y superación pero sin tener éxito, llegando a conformarse la típica historia sencilla que uno se pregunta si hacía falta una película para contarla.
Por suerte, contamos con el carisma e histrionismo de Bernal el cual te logra cautivar, haciendo que el filme se mantenga en pie durante la hora cuarenta de duración y se pase bastante rápido, sin caer en el tedio, salvo por los veinte minutos finales que los sentí forzadísimos y no aportaron nada, había que cerrar la historia antes.

Lo de derribar prejuicios y salir del armario sonaría algo exiguo para describir la odisea emocional, personal y deportiva de Saúl Armendáriz, hoy simplemente otros más de los iconos del espectáculo derivado de contratos publicitarios en que deriva la exposición mediática de los luchadores. En el cuadrilátero era Mister Romano, Andrómeda, Cassandro, Rosa Salvaje y (casi) todos fueron más allá del rol cómico que presuntamente deben asumir los mal denominados "exóticos": el de pavonearse, divertir y luchar con gestos amanerados para que el público se mofara de ellos. Y lo suyo no consistiría sólo en derribar prejuicios sino en derribar literalmente a sus rivales (física o psicológicamente, adornando sus contiendas con besos al público) o el propio armario al que lo condenaban sus primeras apariciones antes de luchar con atuendos de lentejuelas, lanzando flores al "respetable" y en erigirse campeón mundial peso welter de la NWA y ligero en la UWA.
Sí, El Hijo del Santo se interpreta a sí mismo. Pero como lleva máscara y se mantiene en forma no canta en exceso su edad como pasó con Jerry Lawler ('Man on the Moon') o el gran Máximo Valverde ('Torremolinos 73') cuando se han interpretado a sí mismos en su versión rejuvenecida.
Para la obligatoria transformación física en la que implica inmiscuirse en un biopic así, Gael García Bernal tira de gimnasio como no lo recordaba desde 'La mala educación' (2004, Pedro Almodóvar). No obstante, sí debe reconocérsele a Bernal cierta falta de recorrido atlético y unos cuántos cocidos para acercarse a la misma corpulencia física que el wrestler... o a su fotogenia, obviamente.
Para la obligatoria inmersión psicológica en la que implica inmiscuirse en la mente de una persona enfrentada a los prejuicios, las adicciones y altibajos derivados de ambos, podría decir exactamente igual, solo que cambiando ejercitación muscular por la de la pura versatilidad y el vendaval camaleónico de Bernal sin que precisemos dejar de compararle en esta interpretación con la de hace 20 años precisamente para el manchego.