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El divorcio de la señorita X

Romance. Comedia Tras asistir a un baile benéfico en un hotel, Leslie Steele, una joven de buena familia, se ve obligada a pasar la noche en el mismo, debido a la densa niebla de Londres. Las circunstancias le harán compartir habitación con un apuesto y cínico abogado divorcista, Everard Logan. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
8 de agosto de 2006
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producción de la casa Korda, dirigida por Tim Whelan ("El ladrón de Bagdad", 1940). Se rodó en color en los London Studios. Se basa en la obra de teatro de Gilbert Wakefield, que había sido objeto de una adaptación anterior al cine, poco conocida, titulada "Consel's Opinion" (1932), de Allan Dwan.

La acción tiene lugar en Londres en 1937, a lo largo de varios meses. Narra la historia de Leslie Steele (Merle Oberon), joven, hermosa, soltera, de familia aristocrática, desenvuelta y de fuerte personalidad. Asiste a un baile benéfico de disfraces de época que se celebra en el Hotel Royal Park. A causa de la niebla, los asistentes al baile se ven obligados a pernoctar en los salones del hotel, que no dispone de habitaciones libres. Leslie decide intentar que el joven huésped de la suite 317, Everard Logan (Laurence Olivier), abogado matrimonialista, acepte cederle la habitación.

La película es una comedia de enredos, confusiones y malentendidos, rica en lances cómicos, cuyo principal atractivo se basa en el desarrollo de una sugestiva guerra de sexos. La tensión dramática encuentra su principal apoyo en las ideas manifiestamente antifeministas de Everard, que levantan las iras de Leslie. Indignada y enamorada, decide demostrar con hechos al abogado que anda equivocado. A tal fin se sirve de desaires, confusiones, ocultación de su verdadera identidad y otros recursos. La adpatación cinematográfica, a cargo de Lajos Biró, conserva un intenso aroma teatral, que determina que la mayor parte de la obra se desarrolle como sucesión de diálogos a dos (Leslie y Everard, Leslie y el abueno, Warren y Everard, etc.). Son escenas destacadas la larga secuencia de la suite del hotel, el interrogatorio de la sirvienta, el descubrimiento de la verdadera identidad de Leslie (la señorita equis) y la inesperada defensa de la dignidad de la mujer en la vista final, símbolo de la victoria de Leslie. Muestra y critica la sociedad aristocrática inglesa de la época.

La música, de Miklós Rósza, aporta una composición lúdica, divertida y graciosa, muy apropiada, a la que añade la intervención de un grupo folclórico húngaro y la canción "My Fair In May", de Vivian Ellis. La fotografía presta especial atención a la comicidad visual, la observación de los rostros, los desaries de Leslie y el aturdimiento de Everard. El color, pese a la rematerización, presenta deficiencias por problemas de conservación no resueltos. La imagen se beneficia de los excelentes decorados de Lazare Meerson. El guión aporta unos diálogos ingeniosos, sutiles, elegantes y muy cuidados. La interpretación de Olivier llena la pantalla de emoción y maestría. Merle Oberon aporta encanto y decisión. La dirección sobresale por una acertada y pulcra puesta en escena y por el ritmo intenso que imprime a la acción.

Película cómica y deliciosamente entretenida, basada en la guerra de sexos y la inversión de roles de la mujer, en línea con otros films del momento, como "Arizona" (1939).
Miquel
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18 de junio de 2006
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El divorcio de Lady X me ha sorprendido gratamente. Es una película que recuerda inevitablemente a las screwball comedies americanas. La película es muy ligera. No pretende hacer otra cosa que no sea entretener. Para ello cuenta con un guión que utiliza el enredo, la confusión y diálogos ingeniosos con doble sentido para provocar la carcajada, y todo ello en un ambiente de glamour propio de la mejor comedia romántica americana. Sin ser ningún prodigio en cuanto a guión y dirección, al menos entretiene de forma constante debido a la rapidez con que se desarrolla y que no da un momento de tregua.

Seguramente sería una comedia romántica al uso si no fuera porque tiene al frente a uno de los más grandes. Olivier está inmenso. Su personaje recuerda al David de La fiera de mi niña, se ve inmerso en una situación en la que no puede controlar nada, en manos de una mujer que le controla en todo momento. Él solo ayuda a levantar la cinta, siendo clave en el buen funcionamiento de la mayoría de los gags, y que sin duda está a la altura del mejor Cary Grant, maestro de comedias. Merle Oberon, la chica blandita con nombre de leñador de Massachussets también está bien, aunque al igual que el resto del reparto, no tiene nada que hacer ante el magnetismo que irradia Olivier, que se come él solo la película. La película retrata también a la alta sociedad inglesa, esa de los lord y las ladys, a la que estamos tan acostumbrados, la nobleza con todos sus tópicos, vistos siempre desde una vertiente paródica, y cómo en cada situación diferente, siempre se las ingenian para montar un lío entre los protagonistas.

Un aspecto que me ha chocado ha sido el uso del color. Se nota mucho que en el 38 no lo controlaban aún, porque en algunos momentos parecía que Olivier tuviera los labios pintados, y la señorita Oberon parecía más pálida que de costumbre, aunque quizás a ello también ayuda que la fotografía a veces sea excesivamente luminosa...

Bastante recomendable y entretenida siempre que uno esté acostumbrado al género de la buena comedia que no utiliza chistes zafios y cutres para provocar la risa.
Tony Montana
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26 de septiembre de 2008
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y que él duerma en el suelo y ella en la cama.
Partiendo de una situación un tanto forzada, debido a la niebla de Londres y al comportamiento de una mujer un tanto extraño, ella pasa la noche en la habitación de un Hotel reservada a un duro abogado especialista en divorcios.
El caso es que se levantan por la mañana y se dan cuenta que están enamorados.
A continuación ella, no obstante, aprovechando una confusión, engaña al abogado haciéndole creer que es otra persona. Y lo hace como castigo ya que él profesionalmente no duda en ser despiadado con el género femenino.
El divorcio de la señorita X es una comedia romántica en la que poco a poco logra interesarnos sobre todo debido a la espléndida interpretación de sir Laurence Olivier.
Un film en el que destaca el tono pastel rosa en modos y color, con un guión medido con exactitud para no despistarse con el enredo, una cuidada dirección al igual que una presentación de escenarios acertada, incluyendo alguna escena de comicidad de altos vuelos.
Después de ver en montones de ocasiones a caballeros llegar a casa completamente borrachos y acostarse de cualquier manera, aquí hay uno que se mete en la cama no sólo de etiqueta, sino que además con sombrero de copa y paraguas.
Muestras de fino humor. Interesante.
floïd blue
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4 de diciembre de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante una nebulosa noche de hotel, una joven casquivana irrumpe en la vida de un abogado misógino. El flechazo es mutuo.

Divertida comedia de enredo fundamentada por la guerra de sexos, con el protagonismo de Merle Oberon y Laurence Olivier, secundados por un divertidísimo Ralph Richardson como marido celoso. Una producción Korda, de generoso presupuesto para la época, que goza de la consabida elegancia 'british'.



"Creo que la mayor virtud de la mujer moderna es su total sinceridad."
CINECLUB
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4 de noviembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una sesión de maquillaje y peluquería a altas damas de la sociedad:
- ¡Uhy, pues no dicen los hombres que las mujeres solo pensamos en divertirnos, en cazar a un hombre rico, mentir, seducir, engañar y pintarnos las uñas a la menor ocasión...!
- ¡Ah! Pues es cierto, ¿no? (comenta otra mientras le están pintando las uñas de los pies).

Muy agradable comedia, muy bien interpretada y dirigida.
Es deliciosa pues está llena de estupendos diálogos, gags verbales muy estimables y una puesta en escena sutil, elegante y llena de pequeños detalles que hacen que el espectador se involucre en la divertida historia.
Una historia llena de equívocos, con los personajes jugando a despistar al otro, pero sacando a relucir sus verdaderos sentimientos cuando es necesario.
Los personajes se tornan entrañables, con un protagonista, el extraordinario Laurence Olivier, aquí en un bastante inusual papel involuntariamente cómico, y una exquisita Merle Oberon, una brillante actriz que, no obstante, está hoy en día, casi olvidada. Por su parte, el siempre excelente Ralph Richardson compone con maestría su simpático y atribulado personaje de marido presuntamente engañado por su ya tres veces anteriormente divorciada esposa.
Además, es en color la película, con un Technicolor hoy en día kitch, incoloro casi en televisión en algunos momentos, pero que le da un aire mágico a algunas escenas.
Gusta bastante y podría haber sido magnífica si no fuera por su parte final, quizás un poco deslucida, excepto el irónico epílogo, con esa diatriba de Olivier comentando acerca de una presunta casquivana mujer acusada de ello, que "la pobre mujer solo es culpable de eso: de ser mujer". ¡Toma ya!
Pero que conste que no es, en contra de lo que pudiera parecer, una película misógina, sino que, al contrario, rinde un claro tributo de superioridad a la mujer, que siempre, siempre, es la que tiene el sartén por el mango, quien se hace cargo verdaderamente de la situación. El hombre, en sus manos, es un pelele.
Algo que todavía puede ser objeto de polémica, pero que nunca ha dejado, en el fondo, de ser cierto.

http://filmsencajatonta.blogspot.com.es/2007/03/divorcio-de-la-seora-x-el-divorce-of.html
Constancio
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