Emboscada en Extremo Oriente

Modesta producción de sello británico que mezcla cine de aventuras con relaciones paterno-filiales en el seno de una tierra en conflicto en que llega un profesor inglés, (David Niven) contratado para ser el tutor del hijo del embajador japonés (Toshiro Mifune). No pocas amenazas y peligros les esperan ya que están en el punto de mira de un escurridizo grupo revolucionario.

La cinta, ampliamente desconocida para el gran público, comportó uno de los trabajos más olvidables de un David Niven en decadencia profesional. Ni la presencia de un habitual de las películas de Akira Kurosawa como Toshiro Mifune, ni del alemán Hardy Krüger (muy conocido en su país y que en ese mismo año tendría un papel relevante en la épica "Barry Lyndon" de Stanley Kubrick) compensan el conjunto de un largometraje pasable, sin emoción y pocas aportaciones a un argumento que daba para más, dirigido por Ken Annakin (Aquellos chalados en sus locos cacharros).

El cine de los setenta, la década en que deslumbraron los Cimino, Scorsese, Spielberg, Coppola, Allen, Bogdanovic, Friedkin, Forman o Pakula, fue también el mausoleo alimenticio de toda una cohorte de viejas glorias de Hollywood, que malnutrían sus menguadas faltriqueras dejándose caer en películas corales del género de catástrofes, filmes de la serie B, telefilmes malosos de solemnidad y subproductos más insufribles aún, como el presente.

Un David Niven caduco, añejo y definitivamente cansado se arrastra, entre muecas de hastío, por esta tontorrona historieta sobre un tutor inglés que inventa su pasado de héroe militar (¿una torpe evocación de 'Mesas Separadas'?) y que es contratado por el embajador japonés en cierto país del sudeste asiático para que britanice a su espabilado retoño. Irrumpen en escena unos subversivos liderados por una apetecible terrorista oriental y raptan al mocoso y a Niven. Hay unos tiritos, unas pataditas de chinos y unas mini-aventurillas selváticas, aunque el bueno de Niven, que no estaba ya para muchos trotes, lo mismo la habría palmado en pleno rodaje si le obligan a a caerse al suelo sólo una vez más.

Ni siquiera se puede decir de esta cosa que sea una basura. Una basura es 'Doomsday', de Neil Marshall. Esto, lisa y llanamente, no es nada. Les juro que la sinopsis que hace Film Affinity de 'Emboscada en Extremo Oriente' ya tiene más arte y profundidad que la pelicula en sí.

Básica, sencilla, pasajera, interesante, edulcorada, profunda, entrañable y adorable producción en la que un hombre experimentado en diversas batallas y conflictos bélicos, le enseña conocimientos al hijo de un poderoso hombre de negocios japones que tendrá que confiar en la destreza del veterano de guerra cuando un grupo armado les secuestra.
La película se ve con agrado y se disfruta puesto que ofrece diversas cosas interesantes sobre el honor y la aceptación para afrontar los miedos y aprender de todo.
David Niven y el niño protagonista, consiguen despertar y mantener el interés sobre una historia de aventuras y peligros, con humor y un toque edulcorado, para el disfrute.
Emboscada en Extremo Oriente, queda como un edulcorado producto que deja lecciones de honor y valor con humor con el que poder disfrutar y aprender.

La copia que tengo se ve regular. Como si el color hubiera perdido potencia. Seguramente no es una copia de calidad. Se puede ver, y si la historia fuera realmente interesante, no te fijarías en estas cosas. Pero no es de las mejores cintas que he visto. Desde luego la peor de Annakin que he visto. Aunque sólo he visto tres: El día más largo (1962) (Codirigido con Andrew Marton y Bernhard Wicki), La batalla de las Ardenas (1965), y La selva blanca (1972).
Le tengo por un director de películas de guerra. Además sus mejores años ya habían pasado. Tras esta sólo hizo tres o cuatro cosas más, casi todas para la televisión.
El reparto es impresionante. No es fácil juntar a David Niven y a Toshirō Mifune, dos verdaderos grandes del cine ya entrados en años y que había filmados sus mejores películas. Les acompaña Hardy Krüger, un actor del momento.
El fondo de la historia tiene su aquel. Las mentiras, las relaciones con el niño pequeño, los líos diplomáticos. El cansancio de vivir de unos, el hastío de otros, la hipocresía de todos, el mundo de las relaciones entre países.
No parece que esté muy bien rodada, tiene algo de premura en sus planteamientos, de rapidez improvisada, de incipiente desatención, de encuadres que no funcionan, de planos quizá fuera de lugar. No sé. No me parece que técnicamente esté optimizado el guión.
La música, muy de la época, es de Roy Budd, autor de otras melodías de películas muy reconocidas en la época: Patos salvajes, Lobos Marinos, El molino negro, Contrato en Marsella, América Violenta, El oro de nadie y, sobre todo, Asesino implacable, la mejor de todas las citadas.
Es interesante, pero no deja mucho fondo, ni tiene recorrido.