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No tocar a la mujer blanca

Comedia. Western Ésta es la historia revisada de la guerra exterminadora del General Custer contra los indios de América, aunque ambientada en las calles de París de los años 70. El resultado es un western satírico sobre el nacimiento de los Estados Unidos. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
12 de febrero de 2007
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Western paródico realizado por el director de “La gran comilona”, para el que reunió al elenco masculino de esta última (Marcello Mastroianni, Philippe Noiret, Michel Piccoli y Ugo Tognazzi), acompañados esta vez por una Catherine Deneuve inusitadamente pelirroja e imperdonablemente desaprovechada en un personaje-florero.

Cuando escribía lo de “western paródico” me vino a la mente Chiquito y su Condemor, así que aclaro que nada que ver… pero tampoco es que estemos ni mucho menos ante una buena película.

Se trata de una crítica a los Estados Unidos del momento (hay referencias a Nixon) parapetándose tras la ambientación en otra época y tras las licencias de la comedia, una comedia basada en contrastes demasiado subrayados, que ni de lejos es tan graciosa como pretende.

Rafael Azcona colabora en el guión, demostrando que el tándem Ferreri-Azcona también tuvo sus puntos bajos.
Sahar
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22 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales de los 60 y buena parte de los 70 se puso de moda la desmitificación del western. No hacía mucha falta. Languidecía como género desde hacía años.
La mayor parte de las parodias tenían su veta cómica más o menos divertida, aunque maldita la gracia que nos hacía a los aficionados al género.
Esta de tocar o dejar de tocar a la mujer blanca es un auténtico engendro. En pleno París contemporáneo hacen desfilar a Buffalo Bill, al general Custer con su 7º de Caballería y al mismísimo Sitting Bull y sus indios, andando por allí entre automóviles, trenes y rascacielos.
Un guion y una realización penosa, sin la menor gracia y con unos personajes bufos. No entendemos qué pudo atraer a semejante reparto.
Total una mamarrachada de película que parece talmente la casa de Tócame Roque.
Si el western no da más de sí, por lo menos que muera con dignidad. A reírse vayan ustedes a otra parte.
Huir.
Lafuente Estefanía
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19 de julio de 2005
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marco Ferreri convocó para la realización de la película a un extraordinario elenco de actores franceses e italianos y a un número elevado de figurantes. La obra parodia desde una perspectiva satírica e irónica las batallas del general Custer contra los indios y las andanzas de Búfalo Bill. Los personajes son caricaturescos, la acción contiene episodios excesivos y el lenguaje emplea expresiones desmesuradas. La ironía y la sátira habitualmente se combinan mejor con la moderación que con el exceso. El resultado es una extraña comedia del oeste, ubicada en exteriores del París de los años 70, inverosímil y surrealista. Forma parte de una trilogía junto con "La gran comilona" y "La otra mujer".
Miquel
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24 de agosto de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El paso del tiempo ha eliminado cualquier rasgo de mordacidad que originalmente pudiese tener esta película, y sólo ha dejado sal gorda y una caricatura absurda y sin gracia. No es lo mismo la sátira que el humor inteligente, ni todo lo absurdo es brillante. La crítica es demasiado explícita y no basta para sostener 100 minutos. Grandes actores desaprovechados en una gran bufonada sin más historia. Quizá lo pasaron bien haciendo esta película, pero desde luego "No tocar a la mujer blanca" está muy lejos de las mejores obras del tándem Ferreri-Azcona. Se me ha hecho muy larga, y sólo podría salvar pequeños detalles. El conjunto es zafio e insustancial.
rober
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10 de junio de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había en Salamanca un cine clásico que en mis años universitarios visitábamos a menudo. Era el Teatro Cine Bretón, próximo al cuartel de Colon, que proyectaba películas muchas de las cuales eran estrenos. Además, las localidades del tercer anfiteatro o “gallinero” eran muy baratas y las pesetillas había que administrarlas como fuera y alargarlas hasta final de mes. Era una tarde-noche invernal con un cielo cuajado de estrellas y caminaba al lado de la mujer que me encauzó en mis estudios, me brindó amor y apoyo, y me hizo feliz durante años. Justamente por su blanca piel, durante largo tiempo recordamos esta película cuyo título aludía a no tocar a la ‘mujer blanca’. Y yo, de pensar que alguien la podía tocar, sentía unos celos infinitos. Aquella suave y nívea piel era propiamente la de una campesina de cuento. Así la llamaba yo: ‘mi campesina’.

Pero hablemos de la peli, aunque para mí, la mayoría de los filmes que he visto están asociados a las salas donde los vi, con quienes me acompañaron y las incidencias que ocurrieron antes, durante o después de la proyección. Y esta cinta siempre será la de mi amada campesina de blanca piel. Pues bien, la película es una especie de revisión entre surrealista, sainetera y crítica en torno a la conocida batalla de Little Bighorn librada por el 7º de caballería al mando del General George Armstrog Custer contra una coalición de tribus indias lideradas por Jefe Gall y Caballo Loco. Este enfrentamiento se produjo en 1876 y concluyó en una gran derrota de los soldados norteamericanos entre los cuales Custer resultó muerto junto con cerca de trescientos hombres de su batallón. Yo ya había visto otra versión de esta batalla en una obra anterior de 1970, gran película por cierto de Arthur Penn con Dustin Hoffman como protagonista principal: “Pequeño gran hombre”.

Esta obra, como he dicho, deviene western sarcástico ambientado en las calles de París nada menos, que apunta al nacimiento de los EE.UU. Con una dirección curiosa de Marco Ferreri y guion suyo junto a Rafael Azcona, los poco más de 100 minutos narran la famosa batalla en forma de parodia que es una crítica a la Norteamérica del momento, parapetada por el fino telón de una comedia medio loca e inverosímil, que en su momento nos pareció interesante. Un visionado posterior ya no me pareció tan sugestiva e incluso me resultó desmedida y caricaturesca. Como si el transcurrir de los años le hubiera restado la mordacidad contra el imperio yanqui que antañazo, en su estreno, nos pareció ver.

Lo que más destaca de este intento más o menos fallido de Ferreri-Azcona es la presencia de un cuadro de actores de primera magnitud que son un valor de primer orden. Así, se pueden ver en esta especie de mojiganga a una ¡pelirroja! Catherine Deneuve, al siempre carismático Marcello Mastroniani, el pérfido Michel Picoli, Philippe Noiret o Ugo Tognazzi, entre otros. Un reparto de gran magnitud solo aprovechado a medias.

Finalizada la sesion, a la vuelta a casa, con un frío que pelaba, mi amada MT y yo nos fuimos a un Bar que se llamaba Mi Vaca y Yo, en la calle Prado, donde ‘el vaquero’, o sea, el dueño y camarero de aquel diminuto Bar salmantino, siempre nos trataba de lujo. A mi me llamaba ‘Kiki l’amoroso’ ¿Por qué sería?
Kikivall
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