Me alegra leer que hay muchas opiniones que coinciden con la mía: la película es una muestra de que se puede ser muy feliz con uno sea como sea, dejar de verse los defectos como si fueran auténticos obstáculos (que lo son) y aprovecharse de ellos para hacer algo positivo, como contar historias. Me gustó, cuando la vi, mucho antes de encontrar esta web, porque los actores no tenían que ser auténticas bellezas, sino auténticos actores, adaptados a la realidad de lo que se quería contar. No dejé a ninguno de mis amigos sin la recomendación.

Cuando los niños se ven obligados a comportarse como los mayores de su entorno el ser humano roza la máxima depravación. Un niño tomando decisiones crueles contra los que debían cuidar de él, sin conciencia del dolor ajeno, porque sólo siente el suyo.

Si ni siquiera así somos capaces de despertar y hacer algo, no será porque los actores, directores y guionistas no hagan bien su trabajo. La música ha sido elegida con el mismo cuidado que algunas palabras de Buscapé.

Una sacudida a las conciencias acomodadas de los políticos, con gusto, ritmo y la dureza justa.

Los actores son totalmente desconocidos, y realmente buenos; no hay momentos de vacío, ni en la interpretación ni en el guión, a pesar de algunos silencios prolongados.
No se abusa de la música, pero sí del volumen, siempre en favor de la escena, de modo que acierta nuevamente. Además, es muy elogiable la forma de contar sin mostrar imágenes, logra un relato coherente y ameno de la vida de una familia trabajadora sin suerte.
Por otra parte, los últimos diez minutos del final, que evitan que salga uno con mejor sabor de boca del cine.