Un cine sin escrúpulos. Una autopsia de estética exquisita y de disección lenta de la Europa actual en plena deshumanización. Los protagonistas son tan solo seres que luchan por sobrevivir por todas las vías posibles. Al fin y al cabo, las carreteras generales y las secundarias pertenecen al mismo mapa.

En 1972 Ford rediseñó su Torino tanto desde el punto de vista técnico como visual haciéndolo más potente, más agresivo pero exteriormente sofisticado y agradable. Todo esto concuerda totalmente con la naturaleza en esencia de Kowalski que, a pesar de su edad junto con sus problemas de salud y de su aspecto abatido, conserva su energía y su fuerza que nada ni nadie puede apagar y que le impulsa a algo crucial: atravesar su muro de prejuicios destruyéndolo por completo desencadenando una profunda admiración por sus vecinos.

Gran Torino es todo una metáfora de la vida cotidiana llevada a cabo por el magnífico Clint Eastwood, un todoterreno indiscutible.

El atrevido Steve McQueen va directo al grano con un plano general de Brandon, un hombre con un trabajo prestigioso, un buen piso y una adicción a la pornografía. Desconocemos su pasado, su futuro, solo importa el presente. No sabemos como ha llegado hasta ese punto. Todo está sin contextualizar pero, ¿Acaso importa? El caso de Brandon, en concreto su adicción, es el pretexto perfecto para adentrarnos en algo que va mucho más allá de la pantalla, una investigación que engloba que es la vida humana dentro de la trampa en que se ha convertido el mundo. Todo esto nos abre camino hacia a la auto-confesión, a ser honestos con nosotros mismos. Son luces de neón que nos invitan a adentrarnos en el misterio más paradójico de los seres humanos: la condición humana. ¿Qué nos deshumaniza? Nos sumergimos en aguas turbias. Oscuridad. ¿ Hay alguien allí? Sí,. su nombre es Brandon y es la encarnación de la condición humana proyectada durante 90 minutos.

¿Es mejor gritar y acelerar así la propia muerte? ¿O callar y lograr así una muerte más lenta? En este caso no hay respuesta, solo indiferencia. La indiferencia es el peor de los sentimientos porque implica abstención, nadie está en contra de nada, simplemente está en un espacio vacío que está fuera de todos los planos. La indiferencia es un voto en blanco por la vida. La vida, algo que puede parecer un boceto, pero no lo es porque no es un borrador para algo. La vida es el eterno borrador de una obra que jamás se estrenará. El hombre lo vive todo a la primera sin preparación, improvisando como un músico de jazz. La vida humana acontece sólo una vez y por eso nunca podremos averiguar cuáles de nuestras decisiones fueron correctas y cuáles fueron incorrectas. No hay posibilidad de comparación, y es contradictorio porque la descripción implica comparación. La vida es indescriptible. ¿Qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Lo que sólo ocurre una vez es como si no ocurriera nunca (Einmal ist keinmal) reza un proverbio alemán. Entonces, si el hombre sólo vive una vez es como si no viviera en absoluto. ¿Por qué conseguir unos estudios, una pareja, un trabajo? Porque somos mucho más que un saco de carne y hueso con unos componentes nada atractivos; somos humanos pero podemos degradarnos, todos en mayor o menor medida estamos degradados, ya sea por nosotros o por la sociedad. La cuestión de los tiempos modernos es conservar la integridad. La vida no es conseguir, la vida es dar. ¿ Qué probabilidad tiene el fenómeno de la vida? ¿Somos afortunados o desgraciados? Nunca lo sabremos, ¿Y acaso importa?

El espíritu luchador no conoce límites. Una lucha por una causa, una lucha en peligro de extinción. No hay mayor apuesta que jugarse la propia piel a un todo o nada. Esto es el cine y aquí todo vale ncluso hacer una película bellamente desgarradora.

Todo una sinfonía visual donde el brindis por la vida y la rendición de culto al destino fatal son dos caras de la misma moneda: el tan poco poder que tenemos sobre la realidad está al rojo vivo más que nunca. Más de dos horas que pueden resultar una carga sublime o una experiencia casi mística. Melancolía ha dado mucho de que hablar haciendo que se cuestione si es simplemente genial o una basura, incluso por el propio director. Pero ¿Acaso hay algo genial que no sea cuestionable?