Hay un montón de aspectos que me interesaría comentar acerca de la mejor serie que he visto en mi vida. Pero la verdad es que buena parte de ellos ya los he encontrado en el conjunto de las opiniones vertidas en este foro (y en otros muchos): interpretaciones memorables, profundidad de los guiones, caracterización compleja y poliédrica de los personajes, etc... Por ello, sólo quiero añadir dos breves pinceladas al conjunto.
Para empezar, quiero destacar el absoluto realismo que rezuman unos personajes que carecen por completo de elegancia y grandeza. Son ordinarios. Son mediocres. Son contradictorios. Y además son malvados. En muchas películas del Hampa los gansters, sin dejar de ser unos asesinos, presentan en ocasiones una cierta grandeza dentro de su universo particular (saben cuáles son las reglas y el que no las cumpla, lo paga). En algunas hemos visto que se puede llegar incluso a matar a un hermano traidor. Es terrible, cierto, pero en el fondo -muy en el fondo- hay una suerte de "justicia" en un hecho semejante. En Los Soprano no hay casi nada de eso. Son infinitas las situaciones en las que Tony Soprano hace daño de forma injusta, innecesaria y gratuita. Sus vicios y la bajeza de sus instintos son superlativos. Pero lo mejor es que la serie no lo juzga, ni a él ni a nadie. Eso es cosa de un espectador que generalmente lo hará a disgusto, porque en el fondo lo admira. Ningún personaje es redimido con posterioridad para que el espectador se pueda sentir cómodo.
Tampoco hay lugar para lo políticamente correcto con respecto a las relaciones entre minorías. Los afroamericanos son tratados con el mismo desprecio con que, imagino, ocurre en muchos casos en la vida real en las comunidades italoamericanas de Jersey o New York. Y viceversa.
Estoy de acuerdo con lo dicho en algún lugar acerca de que a Gandolfini habría que darle una estatuilla dorada especial por su inmensa interpretación llena de matices y con todos los registros posibles. Borda un personaje que es enorme, abrumador, injusto, malvado, contradictorio, protector, inseguro, amable, terrible… Ya sé que era sólo un secundario hasta que se encontró con Tony Soprano, pero la verdad es que Pacino o De Niro deberían intercambiar autógrafos con él cuando se lo encuentren como invitado a la gala de los oscar a la que ellos, posiblemente, si estén nominados cualquier año de estos.
Lo que voy a decir sé que hará saltar a los cinéfilos de sus resortes, pero decir que esta serie está “en ocasiones” a la altura de los admirados (por mí también) Padrinos, Scarface, Scorsese, etc… me parece una enorme injusticia. Aunque sólo sea porque 4000 minutos –si son de calidad- dan para muchísimo más, en todos los sentidos que se quiera mirar, que los 90, 120, 180 o 400 minutos que puede tener cualquier peli o saga, lo cierto es que a Los Soprano habría que situarlos en el indiscutible número uno ante cualquier producto de cine/tele que a este tema se refiera.

Entourage es una oportunidad muy entretenida para entender el Hollywood contemporáneo: un fastuoso mundo abarrotado de jóvenes bellezas dispuestas a todo con tal de una pequeña oportunidad. Una industria multimillonaria movida por miles de ejecutivos, inversores, agentes, publicistas, secretarias, carpinteros, decoradores, y también actores y directores; estos no son los mejores, por supuesto, pero quizás si sean los que mejor han sabido o podido nadar en semejantes aguas turbias. En suma, unos pocos talentos, y una gran mayoría de mediocres de aspecto exhuberante y con la cabeza a medio amueblar, servidos en sus más ínfimos apetitos por un ejército de inmigrantes anónimos. Drogas y sexo a raudales, miserias personales, banalidades y caprichitos servidos antes incluso de desearlos.
Al principio los personajes me indignaron, aunque al poco empezaron a hacerme gracia. Es muy interesante la contraposición entre los papeles del protagonista triunfador, incapaz de hacer cualquier otra cosa que no sea mostrar su belleza y encanto, y su más que incompetente hermano, fracasado integral que a pesar de su edad se resiste a resignarse en su obsesivo deseo de alcanzar el status de joven ídolo del cine, aunque no tenga ya la edad adecuada, y desde luego carezca del más mínimo merecimiento ni aptitud para ello. El pobre está frustrado porque no lo consigue y sabe que hay cientos de incompetentes que han sabido buscarse su sitio dentro del star system. ¿Por qué no él?.
También es interesante el esfuerzo por salir de la dependencia y triunfar en el mundo de los agentes de otro de los personajes integrantes de este séquito parasitario, lo cual acabará consiguiendo ya que su falta de talento real se verá suplida por las continuas oportunidades que le brinda el ser miembro del círculo privado de una gran estrella juvenil.
Tortuga, otro personaje simpático, es simplemente el amigo para todo, aunque vale para muy poco. Y, como todos, disfruta de un tren de vida completamente por encima de sus reales merecimientos, que como mucho, le habrían llevado a trabajar de aparcacoches en cualquier restaurante de la ciudad, de esos a los que él acude vestido de rapero en su flamante Ferrari y en donde otro con menos suerte y quizás más méritos se lo aparca por unos pocos dólares.
El mejor personaje es, sin duda, Ari Gold. Empezó como un secundario importante, pero se ha terminado por convertir en la auténtica estrella de la serie.
De lujo los cameos de un buen puñado de estrellas interpretándose a si mismos: Scorsese, Cameron, Jessica Alba, LeBron James, Mark Wahlberg, Jay Leno, Matt Damon, Mandy Moore, Scarlett Johansson, Larry David, Bono, Lenny Kravitz, Myke Tyson, Jessica Simpson, Steve Nash, Ali Larter, Larry David, Kim Kardashian, Eminem, Christina Aguilera, etc, etc…, y Sasha Grey. Y en especial Jamie-Lynn Sigler (la inolvidable Meadow Soprano) haciendo de si misma, y convirtiéndose en la novia de uno de ellos.

Uno de los filmes más duros que he visto en mi vida. Cinco almas rotas en mil pedazos. La desesperanza lo inunda todo. El espectador no tiene un pequeño hueco donde cobijarse. Sin embargo, su último minuto es una gran ventana abierta radiante de esperanza y vida.

No está mal. Simplemente no está mal. Me ha dejado algo insatisfecho (hasta el capítulo 9), aunque reconozco que poco a poco me fui metiendo en la trama con algo más de interés... pero no demasiado. Una de las cosas que más echo de menos son los secundarios que había en Miami. Ahora, salvo la poli o la de los podcast (que tampoco demasiado) no hay prácticamente nadie interesante. No hay ningún secundario no digo ya arrollador como Debra (aunque sí lo haya, pero no es lo mismo) sino interesantes como LaGuerta, Doakes, Batista, divertidos como Masuka o fascinantes como Frank Lundy. Por otro lado, Dexter parece acartonado (él y el actor son diez años mayores) y parece carecer de la inteligencia y perspicacia que le permitía anticiparse a todos yendo siempre dos o tres pasos por delante. Al contrario, ahora es él el que parece ir detrás de los acontecimientos. Los personajes jóvenes son demasiado estereotipados. Y el malo... parece una historieta para rellenar los huecos de queja la trama entre Dexter y la poli. Me esperaba algo más a falta del último capítulo.