No sé por qué la presencia de Colin Farrell me hizo pensar que la película valdría la pena. La producción es muy pobre y no mejora si consideramos el resto: el final es previsible, pero no por eso podemos dedicarnos a disfrutar del camino hacia esa revelación; los personajes son planos, Colin Farrel no conmueve ni un poquito, parece un androide forzando un gesto que parezca de dolor límite. Si no fuera por Cristopher Lee que le da algo de verosimilitud a la cosa el resultado sería nefasto. La historia daba para más, pero no contada de esa forma.

Madre adolescente, negra, obesa, víctima de incesto, habitante del Bronx, analfabeta, pobre, portadora de VIH... (enumeración desordenada, sin ánimo de gradación) sueña con ser una Barbie y casi milagrosamente va superando algunos obstáculos y logra sacar un poco la cabeza del pozo. ¿No es demasiado? Para una fábula me parece un exceso. Prefiero pensarlo como una puerta que se abrió frente a un "¿por qué no?". Casi una expresión de deseo. Al final, y por la desmesura de las desgracias, los logros de la protagonista parecen ser otra fantasía de las que pueblan el mundo glamoroso al que ella se evade más de una vez. Pero, vamos, que en medio de lo que vemos a diario alrededor no viene nada mal un poco de confianza extrema en la humanidad de algunos seres.