Una de las obras más fascinantes que he visto nunca. De verdad, pocas veces había dado con algo tan adelantado a su tiempo. Es alucinante.

Siempre pensé que esta era una de esas películas secundarias de Disney lanzadas directamente a VHS o DVD. No la vi de pequeño, y francamente, creo que por aquel entonces ni sabía que existía. Con los años se fue convirtiendo en cinta de culto entre twitteros y algunos de mis amigos, así que unos meses atrás me puse el tráiler e inmediatamente supe que me iba a encantar. Ayer, con esto del confinamiento y después de cruzarme con ella en Movistar +, al fin la pude ver, y efectivamente, me ha fascinado.

Probablemente es la película de animación que más me ha gustado desde Inside Out. Me ha sorprendido mucho la profundidad que se les da tanto a Max como a Goofy. Trata sentimientos e ideas muy presentes en la vida adulta y lo hace a las mil maravillas. Sin lugar a dudas, lo mejor de ella es lo bien escrita que está.

Es de esas películas que, a pesar de estar enfocadas principalmente a un público infantil, las disfrutan más los adultos, capaces de ver en ella todo el mensaje con su experiencia, que los niños. Incluso las escenas de comedia física y gags clásicos de Goofy son aprovechadas para potenciar la trama de maduración y las dinámicas entre los dos protagonistas; por ejemplo, la torpeza de Goofy sirve para mostrar la idea del hijo que se avergüenza de su padre y teme ser como él.

Es cierto que la cinta no inventa la rueda. Tiene una estructura muy clásica y le sobran algunos momentos Disney, pero está tan bien llevada que no importa. Consigue muy bien que empatices con Goofy y con Max, entiendes sus preocupaciones y su forma de actuar, aunque cometan errores constantemente. Quizá es por eso que me involucré tanto en su historia, porque sus problemas son ley de vida para todos, y se puede llevar mejor o peor, se puede ser más o menos cretino con tu padre o con tu hijo, pero todos hemos pasado por ello. Sus arcos de transformación y sus aprendizajes personales son fantásticos.

El resto de personajes también están magníficamente planteados y caracterizados. Es sorprendente cómo todos los secundarios aportan y enriquecen enormemente a la trama, aunque sea con simples detalles. Solo le pongo alguna pega a Roxanne, el interés amoroso de Max, cuyas acciones son cuestionables con respecto a su personalidad por necesidades de guion. ¿Si supuestamente a ella le gusta Max, por qué le amenaza con buscarse a otro para la fiesta? Suena algo ruin e impropio de lo que se nos muestra de ella.

En el ámbito más formal y estético, el largometraje tiene sus problemas. Se nota que la animación no está al nivel de las mejores superproducciones de Disney, aunque se consigue defender. Destaca sobre todo la fotografía, que deja algunos planos preciosos y visualmente sorprendentes.

También creo que la película se queda algo corta. Dura 1h y 15 y considero que daba para más. Quince o veinte minutos extra habrían servido para profundizar todavía más y mejor en algunas de las semillas que se plantan.

Otros puntos negativos serían las actuaciones de voz y las canciones en español. Soy defensor habitual de estos, pero Goofy, tal vez por estar acostumbrado a su actor actual, me sonó extraño toda la película. Tampoco compro eso de que se cambien a los actores para las canciones. Entiendo que ellos no pueden hacer milagros, pero es algo molesto para la inmersión del espectador. Además, por problemas obvios, la traducción rítmica de las letras a veces se podía coger con alfileres. El resto del doblaje es bueno, pero esos aspectos son mejorables. No ayuda que la película no dispusiese de subtítulos.

En definitiva, el road trip que lleva a estos dos por todo EE.UU. nos deja una película tierna, dulce y emotiva, que por momentos trae sensaciones y reminiscencias de algunos de los mejores momentos de Los Simpson. Roza el sobresaliente.

Mala. Malísima. Un despropósito absoluto de guion. Liosa hasta decir basta y con giros estúpidos por todas partes que la hacen todavía más confusa. No consigue involucrarte en ningún momento con los personajes ni la historia. Nada parece tener sentido. Además, la ambientación de la época se basa únicamente en meter canciones míticas de los 80 cada diez minutos y poner a muchos punkis por las calles. Sólo se salvan ciertos aspectos de la iluminación y la fotografía, y aun así se ven diezmados porque les sobra la mitad de la parafernalia que llevan encima. Al final queda claro que esto consistía en 110 minutos de intentar mostrarle a la gente lo guay que es Charlize Theron.

Mi favorita de esta corriente tan de moda de películas tributo a grupos legendarios. En base a un concepto original fantástico (que, al menos personalmente, se me había pasado por la cabeza durante toda mi vida), Danny Boyle y los guionistas llevan a las mil maravillas esta comedia-romántica repleta de música. Es tierna, es graciosa, es sorprendente y es muy satisfactoria, y aunque en el fondo no se trata de la película más novedosa del mundo, sí que se les ha dado la vuelta a unas cuantas tuercas para insuflarle una corriente de aire fresco a una clásica rom-com.

A diferencia de Rocketman o Bohemian Rapsody, consigue un tono muy uniforme; está mejor montada, dirigida y pensada. Logra llevarme a donde quiere y no me tiene dependiendo y cuestionando continuamente la fidelidad de la historia original. A nivel estético también cumple muy bien. Llevada casi con estilo indie, pasamos por ver ciudades de todo el mundo de la mano de unos personajes de los que te encariñas, evolucionan y aprenden.

Es cierto que la película se deja en el tintero, inexplicablemente, eventos que te anuncian y luego nunca llegan, (¿¡Qué pasa con Oasis?! ¿¡Para qué se nos previene con letreros gigantes de una escena final con Wonderwall si luego no se va a incluir?!) y también es cierto que se incluyen algunas situaciones, escenas y personajes muy cliché, como la malévola e interesada manager de Ed Sheeran, pero no interfieren demasiado en la experiencia; acabé muy contento.

Con respecto al detonante de la historia, pues sí, es un evento sacado de la manga, mágico e inexplorado, sin ninguna respuesta, pero y qué. El cine sirve para soñar. Como decía antes, a quién no se le ha pasado por la cabeza cómo sería el mundo sin “X” cosa famosa. Todos nos hemos puesto en esa situación en la que somos los únicos que podemos recordar ese algo importantísimo, llámese película, canción, grupo… y Yesterday explora lo que supone ese don, responsabilidad y problema.

Si la tuviese que categorizar, a nivel formal, Yesterday se acerca más a películas como Begin Again que como Rocketman. Películas encantadoras, para irse feliz a casa, donde la música sirve como guía, más que como principal atractivo. A mí logró encandilarme.

La verdad es que Bienvenido, Mister Marshall se gana a pulso su estatus como una de las mejores películas españolas de la historia. En general, toda la película tiene un gran nivel, pero quizás el guion destaca por encima de todo en un film al que cuesta encontrarle ningún defecto.

Berlanga, Mihura y Bardem se las ingenian a las mil maravillas para crear un retrato en clave de humor del típico pueblo castellano en pleno franquismo y sumido en la miseria tras la Guerra Civil. Y no es algo fácil ni común, porque en este país estamos acostumbrados a las películas y series que intentan plasmar con gracia a la sociedad española y al final acaban siendo simples sátiras atroces y casposas sobre lo peor que tiene nuestro pueblo. Pero aquí no es así. Hay humor regional y se hace referencia a muchos de los defectos que caracterizaban a la España de los 50, pero está ahí de manera inteligente, generando y lanzando críticas suspicaces como quien no quiere la cosa. Y no se olvida de dar profundidad ni sacrifica a los personajes con tal de soltar un chiste vergonzoso, no. Aquí el pueblo está vivo, la gente tiene aspiraciones, y sueños. Y tienen problemas reales. Se trata de una película coral, pero todas o casi todas las personas del pueblo están maravillosamente caracterizadas. Los personajes son muy redondos, y es muy fácil empatizar y encariñarse con ellos.

En cuanto al tema de la crítica, la manera en la que se hila y se va tramando la historia para dar leña al franquismo, a los americanos y su plan Marshall, a las clases altas, e incluso a los propios pueblerinos, es de categoría. Es uno de los grandes pilares de la cinta, pero no se hace pesado ni molesto, no da la sensación de que te intente aleccionar de forma brusca, porque está escrito de forma brillante. Y más si uno piensa que tenía que pasar la censura.

También es digno de mencionar el ritmo que lleva y el montaje. Una maravilla y bastante original para la época. Solo hay que ver los 5 primeros minutos para darse cuenta. Con qué facilidad se te sitúa y se te presentan a los personajes. Con ese narrador y varios de los recursos parece que se esté viendo un fragmento de una película de Woody Allen de 30 años después. Es fantástico. La única pega, eso sí, es que al final del segundo acto, el tema de los sueños se plantea de forma algo repetitiva y cargante. Es una parte esencial y son perfectos para dar profundidad a los personajes y fuerza al desenlace (que, por cierto, es potentísimo), pero después de ver varios a esas alturas, se puede llegar a hacer un poco cansino.

Luego, la fotografía y la producción también están muy bien. Como mencionaba antes, el pueblo está vivo, y no es solo por unos personajes muy bien interpretados por actores de la talla de Pepe Isbert a la cabeza. La plaza, el campo, las clases... Realmente Berlanga y su equipo conocían lo que se traían entre manos.

En definitiva, un clásico con título merecido, divertido, con ese puntito de drama tras la crítica y el humor, y que te deja con un gran sabor de boca