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España España · Lleida
Críticas de Ginho
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
7
29 de octubre de 2012
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es por lo menos una realidad discutible la costumbre extendida en la actualidad de no reconocer una obra si no contiene al menos algunos tacos, unas cuantas blasfemias y cierta dosis de perversión sexual. Se ha llegado a un punto en que se confunde la calidad estética con el mal gusto ético. Y en este sentido, donde el permisivismo y el escándalo se han erigido como criterios supremos de valoración cinematográfica, es en lo que nos tenemos que preguntar si A Serbian Film es una anomalía o una consecuencia lógica.
El receptor no puede cubrir su rostro ante la ominosa sucesión de imágenes. Queda profunda e impunemente azotado por la bacanal orgiástica de violencia sexual que transgrede, a un ritmo trepidante, todos los tabúes y límites posibles. Son imágenes plenamente explícitas, acompañadas siempre de una bestialidad animal. Los poco más de cien minutos que dura la película son insoportables, grotescos, monstruosos, de un sufrimiento inhumano. De hecho, el espectador acaba tomándose el filme como lo que realmente parece, una apuesta diabólica, un pulso con nuestros propios límites.
Cuando los títulos de crédito ocupan la pantalla se produce un maquiavélico y angustioso despertar. Hemos quedado contagiados por esta violencia, por este mal, y nos sentimos cuerpos sucios, marcados e intoxicados. Atónitamente abatidos, moralmente degradados y culpables de su consumo, nos asaltan mil reflexiones mientras la maquinal banda sonora tortura nuestros oídos.
¿No son el sexo, la violencia y la muerte los referentes del cine- y la cultura –actuales? Aquí tienen pues un film malo, de diálogos pobres e imágenes vergonzosamente vacías, pero cargado a más no poder de esos sempiternos referentes. Dejen a un lado el guión, la fotografía y los propios actores, para realizar una lectura productiva del film. Tómenselo como el kitsch del cine europeo y disfruten; o mejor dicho, no disfruten. ¿Para qué ver cine, pues, si no se da esa operación de empujarnos hacia la pantalla con cierto riesgo tauromáquico, acercándonos a asuntos peligrosos, ágiles y bicornes?
Ginho
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4
5 de noviembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un elenco de grandes actores conducen (y nunca mejor dicho) un film descafeinado, experimental, vacío, que avanza a trompicones por una resbaladiza y cenagosa tierra de nadie. La producción se convierte en un mareante meollo de violencia, aventura y romanticismo.
Drive baila meandrosamente en esa ambigüedad, en un ingenuo intento por recuperar un género concreto de thriller gánster-automovilístico, incorporando elementos de cierto impacto diferencial. El largometraje, salvo en breves y frenéticos periodos de lucidez donde la violencia explícita toma el mando, no consigue escapar del tedioso discurrir de su banal naturaleza genesíaca y queda indefectiblemente absorbida por los tópicos.
Una verdadera lástima los tediosos momentos de inanidad que lastran el film y desgastan al espectador; así como el poco jugo que se saca al sórdido y brutal personaje que conduce la joven promesa americana Ryan Gosling.
Ginho
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7
1 de noviembre de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente hay films juveniles. En ningún caso son films que estén, piramidalmente hablando, por debajo de las otras películas, pero si existe una categoría que esta dedicada especialmente a un público pubescente, cuyo impacto será muchísimo más explícito en su carácter infantil y lúdico. Quizás el público más maduro pueda tener la horrorosa sensación de predecir que va a ocurrir en cada momento, pero la misión del largometraje de Javier Fresser va, a mi modo de entender, por otra senda muy distinta. Hay que verlo con los ojos ingenuos y asombrados de un infante, y dejarnos enamorar por su cuotidiana beatitud. Tampoco debemos extrapolar otros temas metadiscursivos que se arrastran ineludiblemente, cual sombra atávica, en el torrente polémico, mediático y tendencioso. Dicho quede que no he visto una visión tan dramáticamente infame del Opus Dei en particular, ni de la religiosidad en general, en esta producción.
Aún con el riesgo de caer en tautologías, y dejando al margen toda presunción de originalidad, destacar, ante todo, el acierto celebérrimo el personaje de Camino. De este emerge el espléndido espectáculo de la belleza femenina, pura, virginal, inocente, que nos embiste fuertemente con esa concomitante sensación de amor y dolor. Ese rostro expresa mejor que nadie la beldad lírica de la belleza recién creada, recién estrenada, recién surgida de las simientes del dios, y el horror de torturar angustiosamente, de forma física y psicológica, su endeble cuerpo hasta la extenuación. La joven Nerea Camacho, una astuta banda sonora, y unos decorados trágicamente verosímiles, consiguen con pasmosa facilidad su hercúlea tarea.
Este gran trabajo se ve mancillado por un onirismo que devora impúdicamente el film. Las situaciones donde el personaje fantasea, sueña o imagina son de una pesadez apabullante y de originalidad más bien dudosa. Esas tediosas extremidades, que parecen cosidas por un taxidermista inhábil en el dolorosamente bello cuerpo de la niña, entorpecen el ritmo enérgico y frenético que logra en ciertas ocasiones.
Magnífico film para un público paradigmático que queda lacrado al sobrepasar el límite onírico del buen gusto.
Ginho
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