Después de llegar del súper y comprarme por 10 eurazos "Excalíbur" y esta película me dispongo a probar los DVD para ver que no están defectuosos. Hace unos años que no veo "Negociador" pero recuerdo que me la compré en VHS y la vi 3 o 4 veces. Parece que el DVD está en perfectas condiciones y cuando me doy cuenta ya he visto más de una hora de película y estoy enganchado así que me veo de un tirón sus 135 minutos de metraje.

Creo que me sé hasta los diálogos pero no deja de maravillarme este magnífico thriller encabezado por dos monstruos (Jackson y Spacey) y secundados por un elenco de auténtico lujo, incluyendo a Paul Giamatti, al cual ni recordaba actuando en este filme.

La historia es tópica a más no poder: policía acusado injustamente tiene que demostrar su inocencia antes de que sea encarcelado. Sin embargo, a diferencia de otros films de similar argumento el reparto es de categoría, las interpretaciones ajustadas y el montaje es ágil sin ser efectista, así que al que no la haya visto se la recomiendo.

John Landis nos deja una de sus más memorables trabajos en esta fábula acerca del intercambio de posiciones (de ahí el título original) entre un alto ejecutivo especializado en bolsa (Dan Aykroyd, quizá en su mejor papel) y un buscavidas de los bajos fondos que sobrevive a base de trapicheos (Eddie Murphy en una de sus mejores interpretaciones, debido a que no se desmadra en demasía).

La película se beneficia de los veteranos Denholm Elliott, Don Ameche y Ralph Bellamy en los principales papeles secundarios, así como de una estupenda (en todos los sentidos) Jamie Lee Curtis.

La película empieza con una larga secuencia que ilustra la aburrida actividad diaria que lleva el personaje de Aykroyd, cambiando de tercio en cuanto aparece el personaje de Eddie Murphy en escena, momento en el que el ritmo de la trama te atrapa y no te suelta hasta el final.

Llena de momentos memorables (la salida del juzgado o el viaje en tren, entre otros), puede considerarse una de las mejores comedias americanas realizadas en los años 80, obra de un director cuya carrera prometía (Granujas a todo ritmo, Desmadre a la americana o el título que nos ocupa), pero que acabó instalándose en la mediocridad (Oscar, quita las manos o La Familia Stupid, entre otras).

Tercera vez que veo esta modesta película de John Carpenter, un director con grandes obras (La cosa, La noche de Halloween o Asalto a la comisaría del distrito 13) y con películas menos afortunadas (Fantasmas de Marte o Memorias de un hombre invisible).

Aquí nos entrega una notable película, teniendo en cuenta el poco presupuesto y el nulo talento actoral de los protagonistas. Si se va más allá de estos elementos, el espectador encontrará una fábula distópica de increíble actualidad que te hace pensar acerca de cómo se desarrolla el sistema económico y la manera en que se intenta manejar a las masas.

Es una pena que el señor Carpenter no dispusiera de mayores recursos, para desarrollar una premisa tan interesante, a pesar de lo cual el film se pasa en un suspiro, dejando escenas para el recuerdo, como el descubrimiento del gran secreto por parte del protagonista, y otras un tanto ridículas, como la interminable pelea en el callejón, metida con calzador para ver en acción a un sorprendente Roddy Piper (pena de casting low cost).

En resumen, obra de mucho mérito con una velada crítica al capitalismo en una época en la que todavía se podía realizar una película de género con trasfondo crítico, algo impensable hoy en día.

No sé por dónde empezar para expresar el sentimiento que me invade cada vez que vuelvo a ver este grandioso clásico del cine de aventuras, ambientado en un campo de concentración durante la II Guerra Mundial en el que el único objetivo es fugarse del mismo.

El reparto es inigualable, comandado por un estelar McQueen al que le secundan un puñado de magníficos secundarios que bordan sus papeles.

La verosimilitud de su ambientación, tema polémico en muchas críticas a este film, evidentemente brilla por su ausencia, aunque la película en ningún momento intenta recrear los auténticos campos de concentración que existieron, sino que nos propone zambullirnos en un colosal espectáculo de 3 horas de duración en el que uno sólo desea compartir barracón con Bronson, Garner y cía para formar parte de ese ambicioso plan de fuga.

Lo que Sturges nos propone es que nos evadamos de la realidad durante 3 cortísimas horas en las que te comes las uñas cada vez que están a punto de ser descubiertos y en las que deseas que todos ellos logren escapar, y a fe que lo consigue.

He visto en mis 32 años de vida más de 7000 películas, muchas de ellas indiscutibles obras maestras del cine, pero si me tuviera que quedar con una, siempre elegiría ésta porque, desde el momento en el que la vi, el séptimo arte se convirtió en mi gran afición.

¡Qué sencillo parece hacer una buena película cuando es Clint Eastwood el que se pone al frente! Si a eso le añadimos a un actorazo bastante desaprovechado normalmente como es Morgan Freeman el resultado cuanto menos tiene que ser bueno.

Toda la historia que antecede al Mundial de rugby es sencillamente magistral, estamos ante una película made in Eastwood, es decir, una buena historia narrada con sencillez, sin alardes de ninguna clase pero con un pulso inigualable.

Capítulo aparte merece la interpretación de Morgan Freeman, simplemente alucinante su forma de hablar, su acento sudafricano, su pose, es una de esas interpretaciones que pasarán a la historia del cine.

El problema de la película es su parte final, excesivamente centrada en los partidos de rugby (incluso el mismo autor de la novela se ha mostrado extrañado de que el partido final dure tanto) y en la que Mandela (digo, Freeman) pierde algo de protagonismo, es entonces cuando la historia se resiente, aunque hay que resaltar que las escenas están muy logradas.

Con todo y con eso, Clint prosigue con su catarata de buenas películas como si estuviera haciendo rosquillas.

Y que nos dure muchos años.