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España España · Badajoz
Críticas de Orlok
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
9
9 de julio de 2008
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ocho años después de la brillante Drácula (Horror of Dracula, 1958) Terence Fisher dirige el segundo acercamiento de la Hammer al personaje de Bram Stoker en esta continuación superior en muchos aspectos a su antecesora. Si bien en aquélla el conde se introducía en la sociedad victoriana del momento para infundir terror y provocar la destrucción en esta ocasión son dos matrimonios británicos los que irrumpirán en las lejanas tierras de Transilvania, un mundo envuelto en la superstición y alejado de la civilización, tal como queda patente desde los momentos inciales de la película.
La espectacular aparición del conde se hará esperar mientras Fisher dirige con pulso firme la cámara por los pasillos, recovecos y rincones oscuros del castillo, recreándose en las sombras y lugares mal iluminados mientras aumenta la desconfianza de los protagonistas. Drácula, desprovisto del talante aristocrático del que hiciera gala en los minutos iniciales de Horror of Dracula aparece como un ser salvaje y asesino. Es significativo el hecho de que no llegue a pronunciar ni una palabra en todo el film, según el mismo Lee debido a la pobreza del guión si bien otras versiones lo consideran un castigo del guionista debido a su negativa a interpretar al personaje durante los ocho años anteriores. Destacan del mismo modo el enigmático personaje de Klove, el sirviente del Conde ;el padre Sandor (Andrew Keir) y la excelente Barbara Shelley.
Sin duda el resultado es una de las mayores joyas de la hammer y por desgracia la última película del maestro Terence Fisher sobre el conde transilvano.
Orlok
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7
31 de diciembre de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para todas las generaciones que hemos crecido alimentando el imaginario de nuestra infancia, adolescencia y juventud con el universo de La Guerra de las Galaxias asistir a una nueva entrega de la saga supone una mezcla de expectación, cierto miedo y una indudable emoción ante la experiencia de volver a ver en pantalla grande esa secuencia inicial de créditos que se alejan y se pierden en el espacio infinito al ritmo de la batuta del maestro John Williams.

Salvando el elemento nostálgico, creo que es necesario hacer, al menos, una consideración antes de entrar a valorar El despertar de la Fuerza tal y como es.
Los que hemos seguido la saga y todo lo relativo a sus personajes y la mitología del mundo Star Wars, recordamos aquello que se denominó El universo expandido, un conjunto de personajes y tramas argumentales que transcurrían fuera de las películas oficiales pero que ilustraban, entre otros, un desarrollo de la historia posterior a la trilogía clásica. En esa literatura "extracinematográfica" se narraba una nueva etapa del Galaxia marcada por el régimen político de la Nueva República, la Academia Jedi de Luke y Skywalker y otra serie de personajes interesantes, como la ecléctica Mara Jade.

Creo que es interesante tener en cuenta esto ya, que posiblemente, la posibilidad de ilustrar este Episodio VII en aquel mundo hubiera ofrecido un escenario sensiblemente diferente al de las dos trilogías anteriores y también al que exhibe El despertar de la fuerza.

La opción de los guionistas ha sido la de situar la acción en un tiempo, al parecer, algo posterior, donde nuevamente la contienda se establece entre el brazo militar de la Nueva República, la Resistencia (reducto de defensores del bien en la línea de la antigua Alianza Rebelde) y la oscura Primera Orden, que parece rescatar los resquicios del antiguo Imperio Galáctico y la herencia del magisterio del lado oscuro de la fuerza.

Este contexto determina que los términos argumentales en que se establece El despertar de la fuerza sean muy similares a los de la trilogía clásica y ahí reside, probablemente, uno de los puntos más flacos de este episodio: la búsqueda inicial de un mapa de información vital para la Resistencia, la posterior persecución de los protagonistas por parte de la flota de la Primera Orden y todo un desarrollo que recuerda irremisiblemente a La Guerra de las Galaxias: Una Nueva Esperanza y a El Retorno del Jedi.

Sin embargo, J.J. Abrams funde la cita con el homenaje y demuestra un gran conocimiento y respeto por la estética y el lenguaje de lo mejor del género de ciencia ficción de los 80. En ese sentido, frente al atragantamiento continuo de efectos especiales de los Episodios I, II y III, el director hace descansar, nuevamente, el protagonismo del filme en sus personajes y no en el fulgor frenético de las batallas y duelos.
El despertar de la fuerza es, eminentemente,una película de personajes y ahí reside lo mejor de ella.

Especialmente acertados son el cameo del veterano Max Von Sidow y el protagonismo femenino de Daisy Ridley, la nueva heroína de la saga, y Adam Driver, el oscuro y dialéctico villano que se debate entre las pulsiones de los dos polos de la Fuerza.

También el esperado retorno de Harrison Ford, Carrie Fisher y Mark Hamill está cargado de homenaje y ternura, pero no se queda en la mera aparición anecdótica y sus personajes recuperan importancia en la línea argumental de la nueva trilogía que se perfila.

En definitiva, El despertar de la Fuerza es una película que retoma la mítica saga de un modo más que digno, que peca de cierta falta de riesgo en el planteamiento argumental y que, a pesar de encontrarse lejos del nivel narrativo y artístico de la magna El imperio contraataca, mejor capítulo de la serie con diferencia, satisface plenamente a los fans y retoma la historia con el vigor de la novedad y la esencia de su origen.
Orlok
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9
2 de junio de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1972, la mítica productora de terror británico Hammer en un intento desesperado por modernizar y rentabilizar las ya exprimidas sagas que habían colmado sus dorados años 60, estrenaba Drácula 73, en la que el decimonónico vampiro transilvano aterrizaba en el Londres setentero más hippie, pop y alternativo. El terror que pretendía infundir el anacrónico Christopher Lee en la nueva era provocó una de las más frikis, risibles y decadentes aproximaciones cinematográficas al personaje literario.
Afortunadamente, Tim Burton es mucho más consciente que Alan Gibson de las propiedades del cóctel y por eso nos ofrece en sus Sombras tenebrosas una agitada mezcla de lo más gótico, oscuro, y burtoniano de su creatividad con la agitada cultura setentera, llena de humor.
Sombras tenebrosas aúna los vampiros decimonónicos y los hechizos de brujería ancestral con los sintetizadores y los hippies pacifistas.
El nuevo experimento del genio de Burbank tiene algo de esa pareja gótica y outsider enmarcada en el espíritu de los 70 de Harold y Maude (Hal Ashby, 1971) y también del delirio homicida de La muerte os sienta tan bien (Robert Zemeckis, 1992).
Quizá el personaje de Bella Heathcote queda poco desarrollado después del protagonismo que prometen los minutos iniciales y su historia de amor con Johnny Depp resulta algo desdibujada, pero no importa ya que Burton disfruta pasándoselo bien llenando la pantalla de celebridades que desatan sus pasiones, amores y venganzas en un espectáculo esperpéntico de psicodelia gótica.
La veterana Pfeiffer, la exuberante Green, la dulce Heathcote, la delirante Bonham Carter y, por supuesto el inconmensurable Depp.
Todos están estupendos en esta nueva fantasía del genio que, nuevamente, vuelve a arriesgarse y a apostar, renovando su estilo, siempre suyo, siempre Burton.
Orlok
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8
13 de agosto de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Origen no habla, en definitiva, de algo muy lejano y ficticio para nosotros.
Origen es el sueño que cualquier hombre que se precie puede anhelar: un hogar, el rostro de dos pequeños jugando en la hierba y una mujer bellísima y delicada a su lado.
Nolan es el arquitecto de esta historia original y diferente de universos oníricos enmarcados en proporciones físicas y leyes arquitectónicas, planos temporales y juegos subconscientes.
Nos presenta una narración ágil que desconcierta y absorbe a partes iguales pero acaba sumergiéndonos en su mundo donde esas rigidez y sistematización matemática imposible se acaban fundiendo con los deseos, recuerdos y emociones de los personajes.
Peca de ser demasiado pretenciosa y grandilocuente pero es condición necesaria para acariciar su propósito.
Sin duda se trata de un tipo de entretenimiento rompedor y original tras las manos de un artífice con personalidad propia y comprometido con el arte.
Orlok
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10
9 de agosto de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si en 1978 Richard Donner fue el encargado de llevar a la gran pantalla al mítico superhéroe de cómic Superman, después de estar diez años barajándose como proyecto en los cajones de la Warner, en 1989, y coincidiendo con el 50 aniversario del cómic de Bob Kane donde aparecía por primera vez el personaje, vio la luz Batman.

El joven y aún poco conocido Tim Burton fue el encargado de dirigir este primer largometraje oscuro y sin precedentes sobre el cruzado enmascarado. Atrás quedaba la delirante fantasía pop de la serie de Adam West de los años 60.

Burton contó con Michael Keaton, con quien acababa de filmar Beetlejuice, para el papel de Wayne/Batman, elección no exenta de crítica por parte de los fans acérrimos del personaje, por el hecho de tener que disimular la calvicie incipiente del actor y porque su forma física no era la del fuerte y vigoroso personaje del cómic.
Sin embargo, Keaton construye un oscuro personaje cuyo pasado se va elaborando y revelando a través de pequeños retazos a lo largo del film. Siempre está presente en su oscuridad, sobriedad e intimismo el dolor latente de la muerte de sus padres. Cuando se enfunda el traje, Batman es un justiciero de pocas palabras, misterioso e intimidador.

A pesar de todo el verdadero protagonista del film es Nicholson que campa a sus anchas por la pantalla como Joker, uno de los villanos más carismáticos de la historia del cine. "Soy el mejor artista homicida...hago arte cuando alguien muere".
Joker intenta sembrar el caos en Gotham City a través de la contaminación de productos cosméticos, mientras compite en protagonismo con Batman, en un duelo icónico que culmina con el final barroco en lo alto de la catedral de la ciudad, donde ambos descubren la trágica verdad que andan buscando y a la vez evitando: ambos son iguales, almas gemelas.

A su vez, Kim Basinger, mito erótico de los 80, aporta el contrapunto romántico en el film como la periodista Vicky Vale, que representa aquéllo que Wayne ansía pero su destino trágico de justiciero le impide tener.

También Michael Gough, secundario de las antológicas películas de la Hammer a quien Burton rescató para este film, supone el punto de veteranía, sabiduría y humor del mayordomo Alfred.

Si bien Tim Burton no estuvo nada contento con el resultado final de la película por las continuas reescrituras del guión y por la escasa libertad artística que le concedieron los productores, Batman supone un excelente acercamiento a la figura del hombre murciélago, con una acción que le debe más al cine negro que a las frenéticas peleas del cine actual, una estética sombría y gótica ganadora del Oscar y una banda sonora inolvidable, obra de Danny Elfman.
Orlok
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