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España España · Madrid
Críticas de OsitoF
Críticas 2,101
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
3
5 de agosto de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie ha dicho que escribir guiones sea fácil. Y si alguien lo dice, debería demostrarlo o ponerse a ello y comprobar en primera persona lo fácil que es tener una idea y lo complicado que es redactarla de una manera comprensible y que mantenga la gracia o el interés. Y aún más si se trata de algo que luego tienes que leer o interpretar en voz alta. Yo lo descubrí en EGB. En mi casa se leía bastante, así que no tenía problemas para escribir redacciones que agradaran al profesor de turno (porque no tenían faltas de ortografía, usaba estructuras que había leído en otras partes y, más o menos, expresaba ideas)... pero ya me daba cuenta de que cuando me tocaba leerlas, pocas veces percibía la atención de mis compañeros. Un par de veces, sin embargo, se presentó la oportunidad de escribir algo gracioso, en forma de diálogo y eso sí que atrajo el interés de la gente. Desgraciadamente, de alguna manera, acabó constituyendo el guion de una obra de teatro infantil y aprendí, en mis propias carnes, que no basta con un par de situaciones divertidas o frases afortunadas. Por un lado, la obra va más allá de los dos sketches resultones y hay que generar material como para rellenar todo lo que dure. Por otro lado, los actores no sólo necesitan las frases sino un contexto e indicaciones sobre qué hacer mientras están en silencio.

Obviamente, salvo las risas de los dos momentos esperados, el resto fue un truño incómodo del que me costó pasar página… pero volví a pensar en ello al ver episodios de ciertas series en las que se mezclan varias producciones, por ejemplo entre los diferentes CSI, los spin-off de Anatomía de Grey o las diferentes series del Universo Chicago (Chicago Fire, PD, Med, Justice…). Me di cuenta de que los personajes que hacían el cameo, de alguna manera, no estaban a la altura que venían demostrado en “su” serie. Por ejemplo, la Doctora Pepita es la estrella en su serie y cada vez que abre la boca nos descojonamos con su ironía, nos deslumbra su competencia o nos emocionamos con su humanidad. Un día sale de invitada en una serie policíaca para colaborar en la investigación… y, joder, ¿qué ha sido de la brillante Doctora? Probablemente entre tímidamente por la puerta, vaya a su marca, suelte una frase genérica y se quede en plano sin saber qué hacer. Al principio me descolocó lo mucho que perdían los actores en esos cameos, hasta que me di cuenta de que el problema no es del actor ni del personaje, sino de los guionistas que no le han dado contenido. En su ambiente, la Doctora Pepita es la jefa porque toda la producción gira a su alrededor, le han escrito las mejores frases y le han adoctrinado sobre como hablar y gesticular. Pero fuera de su serie, las frases míticas se escriben para otros y nadie se preocupa de entrenarla.

Suelto todo este rollo para hacer entender por qué “Combustión” es un pufo a pesar de todas sus buenas intenciones. En su defensa, es uno de los primeros intentos del cine español por hacer películas fuera del género de la comedia, la Guerra Civil o los psicodramas failiares que resulten interesantes al público generalista. Incluso se puede ver el germen de ese cine español que no quería parecerse al ‘cine español’, ni siquiera al ‘cine europeo’ que quería tomar tramas y escenografías más propias del otro lado del charco. Su problema es que aún no sabe desenvolverse en esa clase de ambiente y se deja mucha de su personalidad. “Combustion” transmite una visión de la juventud propia de alguien que ha visto muchas películas americanas y que cree que sabe lo que el público demanda: un mundo de la noche plagado de pijos, macarras, apuestas, tuning, chicas guapas y carreras ilegales.

El conjunto recuerda a un videoclip de Rosalía, aunque con algo más clase. Un "Fast and Furious" cutre. Y como el director parece estar tratando de llevar a la pantalla lo que le dice un guion que habla de oidas, hay durante todo el metraje una sensación de ficción y de irrealidad que se hace difícil de llevar. Pero lo grave, la puñalada final, es que a ese guion le pasa lo que a mi obra de EGB: no dota de contenido a unos personajes que caen en continuos silencios y deambulan por el plano buscando réplicas que tardan en llegar. Cuando llegan. Calparsoro podia ser novato por entonces, pero no era tonto y trataba de subsanarlo no dejando que la acción se pause, saltando de una escena a otra casi de manera compulsiva, intentando sacar el máximo partido a cada frase. El resultado es una mezcla de frenetismo hasta el mareo y de arritmia asistólica cuando las escenas necesitan más de tres eternas frases para desarrollarse y Álex González y Adriana Ugarte ponen miradas y poses raras para mitigar los silencios incómodos.

El resultado global es de una película hueca que gira y gira continuamente sobre sí misma, buscando desesperadamente no parar y tener que proponer algo. Tiene un punto de experimento y de primeros pasos en un nuevo marco cinematográfico, pero poco más. Muy dura de ver.
OsitoF
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7
5 de agosto de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película curiosa, de esas que no tratan de esconder sus carencias o defectos al espectador sino de compensarle por ellos introduciendo un poco de ésto que nunca falla por aquí o un poco más de aquello que suele gustar por allá. A veces le funciona mejor, a veces peor, pero la intención es buena, se agradece y el resultado es una “La leyenda de Tarzán” que se ve de un tirón la primera vez y no pasa nada por volver a ella cuando no hay otra cosa en la tele.

De hecho, “La leyenda de Tarzán” está hecha con buena mano - como no cabría esperar otra cosa de un David Yates con el culo pelado de haber versionado la mitad de la saga de Harry Potter - y mejor ojo para manejar expectativas. Así, la película no reniega de los clásicos de Weissmuller ni de las bases escritas, pero tampoco se postula como adaptación de nada, lo que le evita comparaciones inalcanzables. Hay que reconocer mucho mérito a que la película, argumentalmente, con una duración de menos de dos horas, se atreva a mostrarse autocontenida y, además, sea capaz de orquestar una compleja aventura contra grandes corporaciones desde cero. Así, “La leyenda de Tarzán” recorre todo el camino vital del mito que una persona que nunca haya oído hablar de él necesita saber: la muerte de sus padres, su infancia entre monos, su contacto con Jane, su vuelta a la civilización… y le queda tiempo para montar un trama de complots internacionales que le lleven de vuelta a la selva a poner un poco de orden en casa y evitar una catástrofe.

Como era de esperar en un director tan competente como poco imaginativo, Yates no se anda con rollos líricos y aprovecha la épica que le sobra a la historia, para montar las tramas y las líneas temporales a través de flashbacks sencillos y directos, casi a hachazos, pero sumamente comprensibles. En una época en la que parece estar de moda desafiar al espectador a seguir la historia, hasta se agradece tanta simplicidad. Incluso me atrevería a decir, que cualquier otra implementación que jugara a confundir al espectador (en plan Nolan) se podría catalogar inmediatamente de pretenciosa ante un argumento que es una macedonia de tópicos, aunque no del todo desagradable. No todo el mundo habría sido capaz de maridar un Tarzán ecoguay, una Jane empoderada y un Samuel L Jackson metido con calzador, pero Yates ha venido demostrando ser un experto en integrar activos. Incluso sabe elegir como villanos a unos belgas acostumbrados a disimular y fingir desmemoria cuando se les echa en cara su pasado colonialista.

El conjunto es colorista, sabe sacar partido a un reparto verdaderamente estelar y los distintos paisajes africanos, logrando un ritmo muy alto, a pesar de estar continuamente volviendo al pasado. Hay mucha acción, muchísima y bastante bien coreografiada. Como es normal, abusa del CGI pero, en general, salvo algún detalle, está logrado. Por ejemplo, el tema animal, las estampidas y las muchedumbres están bastante bien montadas pero los paseos en liana no respetan las más elementales normas de la física y las leyes del péndulo, como si Yates aún pensara en términos mágicos. En todo caso, a pesar de ciertos automatismos y desarrollos previsibles, es de esas películas en las que el tiempo pasa volando.
OsitoF
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8
31 de julio de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy me puede la soberbia y voy a decir una serie de cosas sin ninguna clase de respaldo científico, cultural o histórico, simplemente porque lo pienso. Creo que “El renacido” es la película que nos merecíamos los que siempre habíamos reconocido el talento de Inárritu tras la cámara y, sin embargo, no nos interesaba su cine, películas reflexivas e intimistas sobre el lado más cruel y anodino de la vida. Es la película que se merecía su público para disfrutar del cine en lugar de sufrir o luchar contra el bostezo. La película que se merecía él para despejar las dudas de que, además de ser una persona con un don para contar historias a través del cine, para llevar la narrativa por lugares nunca vistos o desarrollar nuevas técnicas de revelar el lado más escondido de la realidad, también es un director capaz de sacar a la luz la grandeza de las personas o la majestuosidad de la naturaleza. “El renacido” es la película que me merecía yo para convencerme de que Inárritu, a su manera, es un genio. Me pasa igual que con Picasso (otra impopular opinion): no simpaticé ni simpatizaré nunca con su arte, pero el hecho de que hubiese mostrado en sus primeras etapas que tenía capacidad técnica para ser otro Velázquez u otro Goya y ELIGIESE como medio de expresión su vanguardista manera de concebir el arte, demuestra que estamos efectivamente ante un genio y no ante un cantamañanas que trata de hacer pasar como modernismo su falta de competencia.

“El renacido” es una epopeya del hombre contra la naturaleza, contra un entorno salvaje, hostil y mortal, y contra su naturaleza, contra la codicia y la falta de escrúpulos de otros hombres. En la piel de un soberbio DiCaprio recorremos las inmensas praderas, los bosques sombríos y los ríos salvajes del Norte de lo que hoy es Estados Unidos antes de la Guerra de Secesión y de la Conquista del Oeste y sufrimos en sus carnes la hostilidad de un medio frío, inhóspito y lleno de peligros naturales. A través de sus ojos también somos testigos de lo cruel de la especie humana, siempre dispuesta a matar al enemigo o traicionar al compañero por dinero, por honor o por puro instinto de supervivencia. Pero también asistimos al grandioso espectáculo de un amanecer en una llanura nevada sin un solo rastro humano hasta donde alcanza el horizonte o la inmensidad de ríos interminables que probablemente nadie haya cruzado nunca.

“El renacido” es una historia de venganza y supervivencia, de búsqueda y de pérdida contada a ratos con palabras y a ratos con imágenes por un inspirado Iñárritu capaz de mantener la historia siempre encaminada hacia su destino, hacia el enfrentamiento final de dos antagonistas con demasiadas cuentas pendientes como para que ambos puedan estar a la vez en la Tierra. Donde otros se hubiesen dispersado en mensajes ecologistas o de un humanismo barato, Iñárritu apuesta por una narración lineal, directa, que no necesita de retrospecciones con flashbacks o diálogos expositivos, reforzada por una fotografía que hace que los planos hablen por sí mismos. En lo técnico, hay numerosos planos secuencias que, esta vez sí, tienen sentido como medio, como herramienta para contar los sucesos con sensación de proximidad y naturalidad y no como un fin en sí mismos. La precisión en las planificaciones de cada coreografía son milimétricas y lucen en pantalla llevando la producción a un nivel que pocos directores, con los mismos recursos o más, podrían lograr.

Merecidamente, ahora sí, “El renacido” hace entrar a DiCaprio, a Inárritu y al oso en la Historia del Cine.
OsitoF
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8
31 de julio de 2022
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alfonso Cuarón pasa por ser, con razón, uno de los grandes realizadores contemporáneos, un director con el don de dominar el lenguaje del cine hasta el punto de manejar la técnica como para que proyectar en la pantalla lo que él ve en su mente y con la capacidad lírica de transmitir a sus obras la misma intensidad que un escritor consigue con palabras. Evidentemente, como pasa con todo, luego sus películas pueden gustar más o menos según el tema que toque y el interés que le despierte a cada uno, pero es complicado poner un pero a la parte puramente cinematográfica de sus películas.

Con “Gravity” consiguió por fin una obra que monetizaba en premios (innumerables Oscar, Globos de Oro y demás) los elogios gratuitos que siempre cosechaban sus películas y que se traducían, con suerte, en taquillas decentes. Y hay que decir que, por una vez, no puedo estar en desacuerdo con los jurados. “Gravity” lleva el concepto de realismo a otra dimensión y no precisamente en un ambiente de confort, cercano, sino nada menos que en la inmensidad del espacio. Cuarón lleva al espectador, literalmente, al espacio y le hace vivir una experiencia no demasiado inferior a la de muchos simuladores especializados en parques temáticos. Uno de sus grandes logros es que la película es impactante y sumerge al público en las complejidades del mundo de los astronautas y en el terror a lo infinito tanto si la ves en el cine, en una tele 3D o en una tele normal.

Con unos efectos visuales reforzados por su talento para colocar y hacer evolucionar la cámara de la manera más efectiva en cada momento, es imposible no sentir la claustrofobia del traje espacial, el pánico a vivir a merced de la inercia en un entorno sin puntos de apoyo, el vértigo de no tener nada a tus pies, la dependencia de estar anclado a un cable, el esfuerzo que supone cada mínima acción, la cuidadosa planificación del próximo movimiento. Y todo con una Estación Espacial que, desde abajo, parece la obra culmen de la tecnología humana, pero que de cerca, no es más que un oasis de aluminio, cables y fibra de vidrio que apenas te separa unos centímetros de la nada. Cuarón se merece cada uno de sus premios por ser capaz de hacer que, a los cinco minutos, olvidemos lo que tenemos a nuestro alrededor y nos quedemos embobados con el siguiente desafío o hipnotizados con la peligrosa belleza del infinito.

Si en lo técnico podría seguir repitiéndome y dorándole la píldora, también tengo que ser sincero y expresar algo de decepción en lo argumental. Totalmente personal, he de decir, porque cada uno lo verá seguramente a su propia manera. Creo que Cuarón tuvo en sus manos la oportunidad de hacer la obra de referencia del género espacial, del mismo modo que “El caso Bourne” cambió las reglas del cine de acción de espías o “Salvar al Soldado Ryan” estableció el nuevo paradigma del cine bélico y prefirió hacer “simplemente” una gran película de aventuras. Obviamente, “Gravity” no es un documental o una experiencia inmersiva, necesita conflictos y aventuras que la hagan avanzar y, durante más de la mitad de la película, lo consigue en el marco del rigor y del realismo. Tiene algún momento psicológico mejorable o se puede discutir si algunas situaciones de Bullock benefician al conjunto o sólo a su CV, pero en general hay un muy buen equilibrio entre realidad y ficción, entre rigor y aventura. Pero el último tercio de aventura riza el rizo, llegan las oportunas conveniencias que sí, quitan el aliento y dan más lustre a las hazañas, pero decantan la película hacia un entretenimiento simplón abandonando el camino de la epopeya espacial. La acción y el aplauso fáciles se comen a la épica y dejan por el camino las opciones de pasar a la historia como algo más que como la película de aventuras espaciales mejor hecha hasta el momento, hasta que venga alguien y use nuevos adelantos tecnológicos.

Gran película, sin duda. HIstoria del cine, de momento. Pero pudo ser un sobresaliente y se queda en el notable por no saber parar a tiempo. Por impopular que suene, mejor película que "Interstellar"... pero puedo ver la obra de Nolan cien veces y no sería capaz de volver a ver "Gravity" entera.
OsitoF
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5
30 de julio de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De todas las producciones que, desde los noventa hasta ahora, han intentado reinventar o actualizar las películas tipo “Arma Letal” o “Tango y Cash” -obras de acción con toques de humor protagonizadas por parejas de policías o similar con naturalezas distintas que al principio se odian pero luego se compenetran a la perfección- “Dos buenos tipos” no es la peor. Ni de lejos. De hecho, está bien hecha, es muy entretenida y, sin duda, el casting es todo un acierto al combinar un tío duro como Crowe con un tío con encanto como Gosling de los que, por sí solos, por verles decir cuatro frases chulas o repartir un par de yoyas, justifican la entrada o el tiempo.

Su problema es que lo hace todo bien, pero no contiene nada que la haga perdurar en la memoria como para distinguirla de otras docenas de intentos de reverdecer éxitos noventeros. La película despierta atención, las tramas tienen nivel, los protas se hacen simpáticos y nos sumerge en el Los Ángeles de los setenta, pero no consigue (probablemente ni siquiera trate de conseguir) acuñar una frase célebre, un diálogo memorable, una secuencia de acción inolvidable, un gag desternillante o un momento para el recuerdo que la identifique de películas similares, de modo que probablemente pase sin pena ni gloria por los catálogos de las plataformas de streaming o las parrillas de las televisiones generalistas. Y eso con suerte. Pertenece a un momento donde las películas no se hacían pensando en el futuro y no sabe venderse. Me imagino a los encargados de montar el trailer para anunciarla como estreno del fin de semana en TeleAlgo y no siendo capaces de encontrar momentos destacados.

Y lo peor es que esa misma falta de brillantez, repercute en las sensaciones finales. Transmite ser peor película de lo que es, sin chispa, algo anodina… en comparación con lo que prometía su reparto y sus propuestas iniciales. Curiosamente, gana al verla por segunda vez, ya prejucios ni expectativas, poniendo el foco en la película como tal.
OsitoF
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