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Críticas de GonzaloyGracias
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Críticas 208
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
25 de octubre de 2021
9 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi cuenta personal de películas que deberían haber sido premiadas por el jurado de turno de la SEMINCI (y que no lo fueron) se halla ente otras (y casi en primer lugar) una película de Schrader: “Afliction”, del certamen de 1997.
Tras la delirante “Como perros salvajes”, 2016, inició Paul Schrader un nuevo rumbo en su cine con “El reverendo”, 2017, que a mí me interesa mucho más. La trama de “El contador de cartas” es conocida: un exmilitar que ha participado en las torturas ejecutadas en Abu Graib (invasión de Iraq por Bush júnior), purga en prisión sus delitos y culpa, como un pringado, mientras sus superiores jerárquicos siguen en libertad. En prisión aprenderá a leer libros y a jugar a las cartas. De esto último vive ya puesto en libertad, recorriendo casinos y garitos, y alojándose en moteles impersonales donde forra los muebles con sábanas, símbolo, en mi consideración, de las capuchas que utilizaban los torturadores estadounidenses.
La historia de este excabo, interpretado por Óscar Isaac, lo es de culpa y redención: una redención exigente con él mismo, en la que el silencio, la distancia con el resto de personas, es fundamental. En uno de los garitos, conocerá a un hijo de un antiguo torturador que se suicidó como consecuencia de sus actos: el hijo quiere vengarse en la figura del instructor que les instruyó en la técnica de las torturas. Los giros que se producirán en la trama de la película son sorprendentes para el espectador, aunque responden a una lógica aplastante.
El guion de Schrader está medido, como maestro que es en este oficio, con una puesta de escena gélida, sosegada, que consiguen el objetivo de perturbarnos, y de interrogarnos sobre la clave de esta historia: ¿merece la pena la venganza? O, con Marco Aurelio, es mejor no dejarse arrastrar por sus demonios.
GonzaloyGracias
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7
25 de octubre de 2021
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película ha sido hecha, por parte de su director, desde la pasión y el amor al cine. Biográfica en parte, nos cuenta la fascinación de un niño por el cine: un niño que vive en una aldea remota de la India, en una familia pobre (pobrísima), y que tiene un síndrome o mal tipo Stendhal: su fascinación por las películas, por esas imágenes proyectadas en un pantalla de un cine de una ciudad cercana a su aldea. Un niño que sabe que el cine es su destino contra viento y marea: contra su padre, contra el propietario del cine y contra las autoridades.
Es una tema contado por otras películas que todos tenemos en la memoria, pero Pan Nalin quería contarnos la suya, que es personal y diferente a las demás. No hay dos personas iguales ni dos situaciones semejantes.
Considero que es una película de un bendito desequilibrio: las aventuras del niño y su amigos, sus alucinantes travesuras construyendo una cámara portátil, la relación con el proyeccionista, o el tono documental para narrarnos el fin de ese mundo con la sustitución del celuloide por el soporte digital, a mí me han interesado y emocionado por momentos.
Esa aldea, donde pasan trenes que dejarán de pasar, o ese campo donde viven y conviven con los humanos ciervos y leones, me llegado al corazón. Y también esa metáfora sobre la luz, el empeño por atrapar la luz, esencia del cine, o ese baño entre la cintas de celuloide que van a ser convertidas en pulseras…
Por si quedan dudas: a mí me ha gustado. Una obra no tiene que ser perfecta. Hay obra fallidas que son un maravilla (valga el ripio final).
GonzaloyGracias
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5
20 de octubre de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película imposible.

A pesar de lo cual Max Ophüls la rueda.

Me cuesta hacer esta reseña, pues considero a Max Ophüls unos de los directores que llevó el cine a sus más altas cotas como expresión artística durante el siglo XX. Un cineasta integral que aun adoptando textos ajenos, dejaba un estilo propio en el guion y en la puesta de escena, como es visible en los desplazamientos de cámara en esas casas de juguete que parecen las viviendas japonesas

Un film Imposible en el sentido de que no siendo factible su rodaje en Japón (por cuestiones de producción y presupuesto), resultaba poco verosímil que actores franceses, europeos, con el añadido “exótico” de algunos actores japonés, pudieran dar un aire de autenticidad a lo que nos quería contar. Ni el uso de un jardín japonés ni las secuencias en el foso de una fortaleza, ayudan a dar esa sensación de verosimilitud.

La historia de una muchacha de estirpe samurái que tiene que ingresar en un prostíbulo de Yoshiwara (barrio de Tokyo de mala nota) para salvar a su familia arruinada, es un buen punto de partida. Como la pasión que siente por ella uno de sus antiguos sirvientes, ahora culí de un rickshaw, y que desea salvarla de esa vida de esclavitud no deteniéndolo ni la ruina ni el delito. También lo es la aparición de un teniente de la marina rusa, serio, poco juerguista, que se enamora perdidamente de la geisha y paga un dineral al “monsieur” del burdel para que nadie más solicite y use los servicios de su amada.

Estamos en Japón, a finales del siglo XIX o principios del XX (en todo caso antes de la guerra ruso-japonesa), donde modernidad y tradición coexisten se cruzan. Un periodo donde dos potencias como Rusia (occidental y expansionista) y Japón (“amarilla” y recién llegada al imperialismo) se disputan el predominio sobre el Extremo Oriente. Todo esto se halla en la trama de la cinta, de forma más o menos implícita o explícita, incluido el espionaje. Como en el el caso “De Mayerling a Sarajevo”, 1940.

Pero al cineasta le importa (como en la película citada) el melodrama: contarnos el enamoramiento al borde del abismo de un oficial zarista (y espía) y de una geisha encerrada en un lupanar. Con el añadido de ese sirviente que quiere salvarla (por amor), y que no es correspondido por su amada. Es lo mejor de la película, como es habitual en Ophüls.

Se ha destacado con acierto los recursos que utiliza Ophüls para “airear” el film (que se desarrolla en lugares cerrados en general), en decorados, como esa excursión por el futuro feliz de la pareja realizado desde una habitación cerrada: un futuro donde ambos se ven en un teatro de la ópera, felices, viviendo una vida dichosa que en el presente es imposible, y aventuramos que improbable en el porvenir. Asombroso es también el montaje en paralelo de doble final trágico de esta historia.

Película imposible, decía al principio, porque todos esos recursos, tan sabiamente manejados, chocan contra la verosimilitud desde el principio. Es un contraste que yo, como espectador, no puedo salvar. A lo que contribuye también, unos actores principales limitados en sus recursos o sobrepasados por sus papeles.
GonzaloyGracias
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6
20 de octubre de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El año de producción de la película es 1940, año de la invasión y ocupación de Francia (y de una parte de Europa) por la Alemania nazi. Las vicisitudes de ese año infausto hicieron que se añadieran a la cinta, tras la derrota del nazismo en mayo de 1945, un prólogo donde se relacionan los horrores de la I Guerra Mundial, desencadenados por el atentado de Sarajevo, con los horrores de la II Guerra Mundial, y un añadido de circunstancias al final de la película que resume el tránsito entre las dos guerra, el ascenso del nazismo, y la liberación de Europa por las tropas aliadas.

En medio este film sobre Francisco Fernando, heredero de la corona austro-húngara, y sobre Sophie Chotek, mujer de la pequeña nobleza checa. Ambos enamorados y que mantienen su relación a pesar de la oposición del emperador Francisco José (el padre del heredero), y del aparato político del Imperio, que desaprueba y torpedea una relación y un matrimonio contrario a los intereses del Estado.

Hay que reconocerle a Max Ophüls el talento como coguionista y como director para construir una galería de personajes identificables, con psicología, y perfectamente imbricados en la trama de la cinta. Nos interesan los protagonistas, pero el papel del emperador, de su mujer desterrada, de los cortesanos, entre los que destaca Montenuovo, (una especie de primer ministro), o alguno de los criados, es fundamental en el desarrollo de la trama.

Las vicisitudes, por tanto, de la Historia de Europa, del Imperio Austro-Húngaro, de la dinastía de los Habsburgo, de las circunstancias que provocaron el atentado de Sarajevo y la Gran Guerra, son descritas con suficiente rigor histórico y narrativo, sin pretender el guion ser una clase de Historia ni constituirse en el núcleo principal de la cinta: el aborrecimiento del emperador Francisco José a su hijo y heredero por su "rebeldía", tanto en aspectos de su vida personal, como ante todo, por su ideas políticas sobre el futuro constitucional de Austria-Hungría, que concebía (parece ser) como unos Estados Unidos de Austria, con estructura federal.

Pero la película no quiere contarnos esto, el director no quiere darnos una lección de Historia: quiere contarnos una historia de amor entre dos personajes, uno de ellos heredero de un Imperio, y condicionado por esta circunstancia y el desprecio de su padre y emperador.

A Ophüls le interesa esta parte: el resto es circunstancial. Y es esta parte la que interesa, también, al espectador: desde el momento que Francisco Fernando conoce a Sophie, joven checa y "contestataria" que se atreve a contradecir al heredero y de belleza contrastada, evidentemente. Las conversaciones, el inicio del amor, las rebeldías de ambos contra los deberes de la Corte son rodados con la maestría y la delicadeza del cineasta para estas secuencias, a la vez que nos cuenta las circunstancia que las rodean, como hemos comentado.
Ver esta historia de amor es una delicia, aunque no tiene la misma intensidad de, por ejemplo, esa maravilla que es "Suprema decisión (Sans lendemain)", de 1939. La propia historia en una ambiente aristocrático lo impide, aunque el director subraya cada elemento de humillación a la pareja, que resiste en su amor y en su relación: el ofrecimiento o chantaje para que Sophie sea solo la amante del heredero, el matrimonio morganático (los hijos del matrimonio quedan desheredados), el alejamiento del heredero de su palacio con cargos inútiles que le exigen viajar…
Una película de interés, de un maestro de la puesta en escena y que nos cuenta un melodrama bien urdido, con actores que no son carismáticos pero sí solventes, aunque falte a esta historia la intensidad de otras de sus historias.
GonzaloyGracias
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7
15 de octubre de 2021
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Omito cualquier referencia al argumento. Mejor dejarse llevar por el misterio, la intriga, que desde la primera secuencia nos mantiene en la duda, en la incertidumbre sobre lo que está ocurriendo, de qué es lo nos están contando.
Porque la película se permite una extensa introducción para presentar a los personajes: una mujer traumatizada por cierto hecho, que exorciza su frustración mediante el espiritismo. Y un hombre calificado por su mujer como “débil”, que se deja manipular o es cómplice del delirio de esta.
De la primera parte, rodada en el interior de una casa, en una habitación, que nos da a conocer a los personajes, a sus almas atribuladas y delirantes, la película salta a secuencias de calle, de suburbios o en el metro de Londres. Unas y otras rodadas con maestría, con sentido del tempo narrativo. Me parecen admirables.
La intriga avanza, a partir de un momento, sin respiro, hacia su conclusión lógica, otra vez en el interior de la casa, de una de esas habitaciones. Sin truculencias, de forma muy realista, pero perturbadora.
Desconozco la filmografía de Bryan Forbes como director, no así como actor, pero en esta cinta, adaptación de una novela de Mark McShane, consigue una obra mayor. Importante es la fotografía en blanco y negro de Jerry Turpin, tanto en interiores como exteriores, para conseguir el tono sombrío comentado.
Y fundamentales las interpretaciones de Kim Stanley y de Richard Attenborought, que hacen creíble lo aparentemente increíble.
GonzaloyGracias
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