Me esperaba otra cosa después de haber jugado a unos cuantos Need for Speed en mi ordenador. Algo así como Fast & Furious, sin más. Léanse coches rápidos, tíos petados sin amigos, señoras "buganvilla" y tal. ¡Pero no!

Need for Speed me ha gustado bastante porque tiene personalidad a pesar de una historia que ya nos sabemos. Tiene cosas muy malas, por ejemplo el tipo desquiciado y, por qué usar paños calientes, gilipollas que organiza la carrera De Leon. También falla el principio de la historia con un montaje un poco raro, llegando a pensar que estaba viendo el tráiler de la película.

Pero las escenas de coches molan un huevo. Están bien rodadas, dan sensación de velocidad, hay piñazos creíbles y menos explosiones de las que cabría esperar en los inflamables productos norteamericanos. Y lo mejor, amigos, hay gente fea. Muy fea. El protagonista es feo. No es que yo me considere más guapo que él, pero tampoco creo que sea el típico actor que pueda presumir de ser guapo. Tiene papada. Y sus amigos son muy feos también, pequeños y feos. Y la chica tampoco es que sea como para ponerla en un anuncio de colonia, y menos cuando pone cara de susto. De todas formas, quizá porque son feos, sus caras cuando van conduciendo me encantan. Especialmente la del protagonista. Me creo sus reacciones cuando hace una barrabasada al volante y pone cara de "oh dios ahora sí que me mato". Al final todo es muy tópico pero entretiene. Y si a uno le gustan los coches en general, vale la pena perder el tiempo con esta inocente historia de pequeños bastardos.