Érase una vez una obra maestra llamada "Tigre y Dragón". Una bella historia de amor adornada con espectaculares e innovadoras escenas de artes marciales. Esta combinación triunfó a nivel de crítica e increiblemente a nivel de público.
Así que el bueno de Zhang Yimou, harto ya de recibir palmas , leones de oro y demás premios, decidió que, en vista de que los dramas sociales chinos ( por ejemplo la excelente Ni uno menos) no los veía ni la portera de su edificio, la fórmula del triunfo era hacer copia tras copia de la película de Ang Lee.
Porque esto es lo que ofrece "La Casa de las dagas voladoras". Otra historia de amores imposibles y trágicos con artes marciales. Para disimular se ofrece un mini-argumento de fondo, esta vez la lucha de un grupo de rebeldes contra un gobierno corrupto, que sirve de bello envoltorio para un producto repetido hasta la saciedad.
Eso sí, la película está muy bién rodada, la fotografía es de indudable belleza y las actuaciones están muy por encima de lo que un guión tan endeble nos podía hacer esperar. Es decir, se actua con la ley del mínimo esfuerzo, ofreciendo lo justo para no aburrir pero sin alardes que deslumbren.

Lo mejor: Su belleza estética
Lo peor: Que no ofrece nada nuevo