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España España · Barcelona
Voto de LennyNero:
8
Drama Daigo Kobayashi, antiguo violoncelista de una orquesta que se acaba de disolver, acaba vagando por las calles sin trabajo y sin demasiada esperanza. Por ello decide regresar a su ciudad natal en compañía de su esposa. Allí consigue un empleo como enterrador: limpia los cuerpos, los coloca en su ataud y los envía al otro mundo de la mejor forma posible. Aunque su esposa y sus vecinos contemplan con desagrado este puesto, Daigo descubrirá ... [+]
13 de julio de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los temas peor tratados en la historia del cine es la muerte. Quizás por su condición de última frontera, de viaje desconocido, su tratamiento siempre ha oscilado entre un ejercicio de estética estilizada de sus causas, el chascarrillo fácil a su costa o directamente la aproximación mediante el melodrama más soez, más preocupado en provocar emociones reactivas básicas que en un análisis reflexivo sobre el fenómeno en sí.

Algo de esto último hallamos en Departures. Este film dirigido por Yojiro Takita supone una apuesta arriesgada para un director que hasta el momento había transitado, a lo largo de toda su filmografía, por caminos genéricos tales como el fantástico y la acción, géneros que le situaban en las antípodas de un film de naturaleza tan compleja como éste que nos ocupa. No cabe duda que, en el tratamiento formal de la cinta, el director ejecuta un peligroso ejercicio de funambulismo al transitar por una cuerda floja cuya caída al vacío del sentimentalismo más burdo constituiría un factor de riesgo importante.

Ésta es una historia que se articula en dos niveles argumentales básicos: el drama familiar y la actitud frente al tabú que supone la muerte. En el primer caso encontramos una serie de características que demuestran el actual interés del cine nipón en estudiar las tensiones, y en este caso ruptura, que se están produciendo en el modelo tradicional japonés. Sin embargo, y a diferencia de la también recientemente estrenada Still walking, el drama funciona como un fuera de campo constante en lo que respecta a la relación paterno-filial, mientras que en lo que respecta a la visión del matrimonio se sustituye la tensión silenciosa del film de Kore-eda por la más convencional resolución de conflicto mediante el diálogo. Una circunstancia que visibiliza más el conflicto, pero que a la postre le resta interés debido a la obviedad de lo sucedido y su poca sutileza en el tratamiento. Aunque no drásticamente separado, éste es un tema que parece funcionar siempre como un pretexto, una suerte de excusa de fondo para entroncar con el principal tema del film, la muerte.

Es en este aspecto donde Takita se enfrenta al mayor de sus retos, saber situarse a una distancia concreta del suceso sin caer ni en una lejanía que demuestre temor ni en una cercanía que roce la frivolidad. Es en este envite donde precisamente el cineasta consigue su mayor logro, afrontando el óbito humano con delicadeza, elegancia, se diría incluso que con belleza. Su cámara es un reflejo del propio trabajo del protagonista, un ejercicio repleto de matices donde el pudor, tan presente en la cultura japonesa, se muta en precisión respetuosa, donde la muerte es un acto dramático, cierto, pero que se antoja de una naturalidad absoluta, algo que no sólo se puede sino que se debe mostrar como un hecho tan cotidiano para el ser humano como bañarse. Dos actos que vienen a ser metáfora el uno del otro como forma de limpieza, descanso y purificación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
LennyNero
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