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Voto de Sinhué:
8
6.4
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Drama
Leningrado, 1945. La Segunda Guerra Mundial ha devastado la ciudad y derruido sus edificios, dejando a sus ciudadanos en la miseria tanto a nivel físico como psíquico. El asedio, uno de los peores de la Historia, ha terminado, pero la vida y la muerte continúan combatiendo en el desastre que la guerra deja tras de sí. Dos mujeres jóvenes, Iya y Masha, tratan de encontrar un sentido a sus vidas para reunir fuerzas de cara a reconstruir la ciudad. (FILMAFFINITY) [+]
16 de abril de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Una gran mujer", que imagino (pero no comparto), aquí no se tituló "larguirucha" por cuestiones de marketing comercial, es una de esas patadas en el estómago que casi nunca reciben quienes deberían ser receptores de una descarga de realidad tan brutal.
Los que justifican las guerras, encuentran positividad en los conflictos y los consideran inevitables e incluso plenos de futuras oportunidades, aunque para aportar su dosis de corrección política, reconozcan molestos e indeseables efectos secundarios, deberían estar en el lugar de las víctimas, no digo empatizar con ellas porque este es un eslabón defectuoso, cuando no inexistente, en su ADN. Allí, de cuerpo presente. Ser un guiñapo, resultar herido y torturado, violado, pisoteado física y anímicamente... Y después, ¡quién sabe! si seguirían firmando ataques, exilios, cercos o bombardeos.
Esta segunda película de Kantemir Balagov duele, sobre todo porque sitúa la acción en la terrible cotidianeidad del ¿y ahora qué? ¿Qué pasa con los niños, los ancianos, los mutilados, las mujeres vilipendiadas, el pueblo asediado por hambre y enfermedad...? ¿Dónde están los grandes hombres de la Patria: políticos, generales, banqueros, aristócratas...? ¿Esto es la victoria?
Los que justifican las guerras, encuentran positividad en los conflictos y los consideran inevitables e incluso plenos de futuras oportunidades, aunque para aportar su dosis de corrección política, reconozcan molestos e indeseables efectos secundarios, deberían estar en el lugar de las víctimas, no digo empatizar con ellas porque este es un eslabón defectuoso, cuando no inexistente, en su ADN. Allí, de cuerpo presente. Ser un guiñapo, resultar herido y torturado, violado, pisoteado física y anímicamente... Y después, ¡quién sabe! si seguirían firmando ataques, exilios, cercos o bombardeos.
Esta segunda película de Kantemir Balagov duele, sobre todo porque sitúa la acción en la terrible cotidianeidad del ¿y ahora qué? ¿Qué pasa con los niños, los ancianos, los mutilados, las mujeres vilipendiadas, el pueblo asediado por hambre y enfermedad...? ¿Dónde están los grandes hombres de la Patria: políticos, generales, banqueros, aristócratas...? ¿Esto es la victoria?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El virtuosismo del director, la interpretación de los personajes de Iya y Masha y la impresionante fotografía (cada plano es un cuadro), son parte importante en esta crónica de posguerra en Leningrado; pero una vez más es la descorazonadora certeza de que no seremos capaces de cambiar nada, de que ya no hay solución, la auténtica protagonista de un episodio que, como las mejores pesadillas parece "prolongarse hasta el infinito", que diría Boyero. Y esa sensación que a él parece asfixiiarle a mi me resulta vivificador. Después de todo, el dolor es un síntoma que anuncia la continuación de la existencia.