El guion, por su parte, es la parte mas terrible de la película (y eso que decir que hay algo peor que el CGI ya es mucho). Al comienzo, todo avanza tan deprisa que ni siquiera nos da tiempo de realmente acostumbrarnos a lo que significa para Peter vivir con el hecho de que todo el mundo sepa que es Spider-man, solamente nos muestran unas cuantas escenas que en teoría, deberían ser suficientes para que caigamos en cuenta de lo que implica. Y con esa velocidad atropellada que caracteriza al guion, en donde no hay tiempo para desarrollar los momentos importantes, avanzamos a la conveniencia de guion más terrible de la película: Peter acude con Strange para pedirle que lo ayude y como si fuera un niño, que cumpla su berrinche porque no puede lidiar con las consecuencias de sus actos, pero ese no es el problema, al fin y al cabo, Peter es un adolescente que como buen adolescente, es berrinchudo y no tiene visión de las consecuencias: el problema es que Doctor Strange, quién solamente conocía a Peter por lo sucedido en Avengers: Infinity War (2018) y Avengers: Endgame (2019), accede a la solicitud de Peter... Doctor Strange, uno de los super héroes más inteligentes y sabios del UCM accede a la lista de deseos de un niño sabiendo las posibles consecuencias del hechizo utilizado. A esto (y más todavía) me refiero a que Doctor Strange es rebajado al nivel de un estúpido incompetente, porque como si fuera poco, más tarde uno de los magos más poderosos de la galaxia queda atrapado en otra dimensión por ¿el poder de las matemáticas? Es absurdo, cada argumento que el guion da es incoherencia tras incoherencia. Y todavía los ejecutivos de Marvel tienen el cinismo de poner el trailer de Doctor Strange: Multiverse of Madness (2022) como escena post créditos, en donde, en teoría, el peor enemigo del universo es la versión malvada de... ¡Doctor Strange! A quién en esta película redujeron y humillaron como si se tratase de un idiota. En fin.

La aparición de Tobey Maguire y Andrew Garfield es todavía peor que lo que le hicieron a Alfred Molina con su Doctor Octopus (a quien convirtieron casi en caricatura), pues los anteriores Spider-man se convierten en una sombra de lo que alguna vez fueron sus personajes, y se dedican casi enteramente a cumplir con el sueño de los fanáticos, haciendo escenas llenas de gringe como todo lo que toca Jon Watts, aunque fuera de broma y ya con más precisión, como la escena del laboratorio, o las pláticas previas a la batalla final con el ¿chiste? en donde el Peter de Garfield le truena la espalda al Peter de Maguire... divertidísimo. Parece como si la película entera estuviera escrita a partir de los sueños húmedos del fan más acérrimo de Spider-man, sin importar la poca coherencia o verosimilitud que éstos tengan.

Al final, No way home te dice: "Todo lo que viste en estas tres películas no importa para maldita la cosa, solo lo hicimos para forrarnos de dinero" y es que, con el hechizo logrado de Doctor Strange en el que todo mundo olvida a Peter, Sony reinicia la saga de nuestro vecino arácnido, para ahora sí (esperemos) hacer bien las cosas. Este final, aunque puede resultar satisfactorio para algunos aficionados, es a su vez frustrante, pues es el tipo de final que anula todo lo que te contó para dejarte literalmente con nada, del estilo de "...y en ese momento, el protagonista despertó y se dio cuenta de que todo había sido un sueño." No podíamos esperar más de esta película.