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Voto de Marvin_Benson:
5
Thriller. Drama Después de haber dado un golpe muy lucrativo, un hombre es traicionado por su esposa y por su mejor amigo. Ambos lo abandonan, dándolo por muerto, en una celda de la abandonada prisión de Alcatraz. Años después, intentará vengarse y recobrar su parte del botín. (FILMAFFINITY)
31 de julio de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Hollywood de la segunda mitad de los 60 fue un terreno abonado a los experimentos visuales y narrativos. Este hecho estuvo propiciado, sin duda, por varios factores como el auge imparable de la televisión como vehículo cultural de primera magnitud, la eclosión de nuevos cineastas con más libertad autoral o la decadencia de los grandes estudios. Pero también hubo otro factor, mucho menos mencionado en los libros de historia del cine, como fue el auge de drogas como el LSD. Digamos que el cine de la época (al igual que los jóvenes de aquella generación) coqueteó con las drogas alucinógenas con unos resultados bastante desiguales.

Los ejemplos más paradigmáticos de este vanguardismo psicotrópico que se me vienen a la cabeza son “El graduado”, “2001” y “Cowboys de medianoche”. Pero, evidentemente, hubo muchas más y “A quemarropa” es una de las más destacadas, no por su calidad cinematográfica, sino por ser, quizás, una de las películas que más lejos llevaron ese bizarrismo narrativo, ese halo de surrealismo psicotrópico, en definitiva, ese intento de experimentación visual con ínfulas de grandeza autoral.

El problema que tengo con “A quemarropa” no es sólo que considere que ciertos recursos que utiliza Boorman a lo largo de toda la película hayan envejecido horriblemente mal (como esos flashbacks repetitivos y machacones, esas repeticiones de planos, ese ensimismamiento por ciertas imágenes supuestamente introspectivas…), sino que creo que queriendo o sin querer la película adolece de lo más importante cuando te sientas delante de una pantalla: Una historia y unos personajes interesantes.

“A quemarropa” es la derrota sin paliativos del fondo ante la forma. La forma lo devora todo y se convierte en la única razón de la película. El guion es una excusa, un vehículo para los manierismos formales del director británico que se recrea hasta la extenuación en piruetas narrativas y visuales que vistas hoy huelen a naftalina y a ropa apolillada.

Los personajes son esquemáticos, un auténtico cliché, apenas unos esbozos de los arquetipos clásicos del noir. Los diálogos son lacónicos y en ocasiones estúpidos, mientras que las actuaciones son correctas sin más.
La apruebo porque las escenas de acción están bien filmadas, porque salen algunas localizaciones míticas del Hollywood con el que algunos hemos crecido y porque me encantan las escenas interiores de las películas de los 60 y 70 (con esa tecnología tan puntera en aquella época y tan entrañable a día de hoy), pero nada más.

En los 90, Mel Gibson rodó un remake mucho más irónico, autoconsciente y divertido que este “A quemarropa”.

Esa, desde luego, es la película que recomendaría a mis amigos.
Marvin_Benson
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