A principios de los años 60, una serie sobre naves espaciales y conquista del espacio consiguió hacerse un importante hueco en los espacios televisivos estadounidenses. La atracción por lo todavía no descubierto y una defensa a ultranza contra la misoginia y el racismo tan imperante en aquella época en la tierra del Tio Sam, hizo que alcanzara el tremendo éxito que alcanzó.

La serie contaba las vivencias de los tripulantes de una nave espacial que en su recorrido por el universo conocía nuevas culturas extraterrestres, mediaba sobre conflictos entre distintas especies, y protegia los intereses de una federación de diferentes culturas interplanetarias. Su gran virtud fue que a la par que la tripulación ejercía su trabajo, se disertaban sobre diferentes problemas filosóficos, sociales y morales propios de nuestra sociedad.

Tras varias películas y varias series análogas basadas en el mismo universo, J.J. Abrams trató de revivir el universo trekkie con una película que contara como se configuró la tripulación de aquella serie. Así, nos muestra la vida de Spock en su vulcano natal, cómo se fraguó la amistad entre éste y Kirk, la ascensión a la capitanía de este último...

El largometraje tiene sus puntos fuertes en contar una historia muy sólida con un excelente ritmo. Además, cuenta con el punto a favor de ser muy entretenida y contar con expléndidos efectos especiales. Sin embargo, J.J. Abrams comete el error de hacer una interpretación demasiado libre de la serie que no respeta sus principales características.

Mención especial se merece la participación de un Leonard Nimoy enfundándose de nuevo el papel de señor Spock. Por el resto de los actores, todos muy bien destacando a un Eric Bana irreconocible tras su disfraz. No obstante, Zachary Quinto vuelve, como ya nos demostró en la serie "Héroes" a demostrar su completa incapacidad para empatizar con el espectador.