Haz click aquí para copiar la URL
España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
4
Terror Un coche se estropea en mitad de la nada, dejando a cuatro jóvenes adolescentes a merced de un grupo de sadísticos carniceros. (FILMAFFINITY)
18 de enero de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El slasher, ese subgénero que a base de explotación indiscriminada pudo aguantar durante décadas, resistiéndose a una muerte anunciada. Sagas como La matanza de Texas, Pesadilla en Elm Street o Viernes 13 se aferraron a la cartelera hasta su decadencia, una decadencia que se extiende hasta nuestros días con sucedáneos como Butchers. Una película que aprovecha todas las partes de ese viejo cerdo que, después de muchos años, sigue revolcándose en los mismos arquetipos y clichés para ser engullido por nostálgicos sedientos de carne, vísceras y sangre que esperan el retorno de los reyes del terror. Pero esa etapa jamás volverá, por mucho que Adrian Langley o Carles Jofre se empeñen es resucitar a Leatherface y su psicótica familia con revisiones cutres de la obra del 1974. Esta pequeña producción canadiense nos vuelve a contar la misma historia de paletos desequilibrados a la caza de adolescentes, agregando pequeños toques de Km 666: Desvío al infierno (Rob Schmidt, 2003) que es casi suficiente para hacer pasar un buen (o mal) rato a los amantes de este género.

No aporta ninguna idea nueva, el simbolismo que emplea es insustancial y pueril y seguramente te olvides de ella a la semana del visionado, pero, en el buen hacer de la dirección y, sobretodo, de la iluminación, ambas descaradas imitaciones de la cinta de Hooper al igual que el argumento, está la fórmula necesaria para hacer que funcione con la ligereza idónea para disfrutar del recorrido. Cuatro trozos de carne con la inteligencia justa para no cagarse encima a la espera de ser salvajemente asesinados por unos rednecks de la América profunda es toda la historia que compone esta pieza de hillbilly horror que tampoco duda en sacar de la tumba el legendario personaje de Michael Berryman en Las colinas tienen ojos (Wes Craven, 1977).

Este copia y pega segmentado en capítulos, con nombres tan poéticos como ‘El principio del fin’ y demás verborrea ausente de creatividad, da paso a la película con un preludio cuyo aporte argumental es nulo, y la prematura puesta en escena de los antagonistas estropea uno de los recursos más indispensables para todo slasher: la presentación del mal a través de la sugerencia, al implacable acecho de sus víctimas. El jugueteo soberbio del psicópata antes de la acción que provoca la impotencia y el miedo de sus scream queens queda vedado y, aunque se intente arreglar a través de la figura de Oswald Watson, del que Michael Swatton da la mejor interpretación mientras referencia El fotógrafo del pánico (Michael Powell, 1960), el daño ya está hecho y, por ende, esos momentos de tensión premonitorias de la desgracia son extirpados por el propio guion de Langley y Weissenberger. Absurdamente desacertado.

De todas formas, la acción sucede a buen ritmo y, aunque el gore es muy pobre, Langley es capaz de crear alguna que otra escena perturbadora. Ese intento de atmósfera insalubre y tórrida, una vez más, emulando a La matanza de Texas, tampoco llega a ser por la pulcritud de la escenografía y, menos aún, por la claridad con la que el director filma los interiores, más propia de telefilm que de producción serie B. Las moscas y el óxido no son suficientes para tal recreación. Técnicamente está bien, y no digo que no sea entretenida, única aspiración que parece tener, pero su nula contribución a la misma historia de siempre hace de Butchers otra de tantas que pasarán sin pena ni gloria. (4.5).
Tiggy
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow